domingo, 14 de agosto de 2022

Epístola A Las Hebreos 14: Participantes De Cristo. Hebreos 3:14-19.

  

Nuestro escritor nos ha hablado acerca de los peligros que el engaño de pecado puede causar en la vida de los creyentes, está sumamente preocupado por sus lectores, los anima a permanecer firmes en la fe, por medio del Salmo 95. Y ahora está por repetirlo, pero en forma de preguntas, con el propósito de reafirmar su exhortación.

 

3:14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio,

15 entre tanto que se dice:

Si oyereis hoy su voz,

No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.

 

El paralelo entre Hebreos 3:6 y Hebreos 3:14 es notable. La imagen utilizada en el v. 6 es la de la casa de Dios sobre la cual Cristo ha sido colocado como Hijo y de la cual somos parte. En el v. 14 se describe esa misma relación en términos de una participación en Cristo. Con esta corta pero poderosa frase vamos a terminar nuestra enseñanza del día de hoy, así que prosigamos, para poder llegar a nuestro clímax del día de hoy.

 

La exhortación es a estar firmes hasta el fin en nuestra certeza o confianza del principio. Sólo aquellos creyentes que sin vacilar continúan confesando su fe en Jesús son salvos. Solamente la fe mantiene al creyente en una relación viva con Cristo Jesús. Así que no se trata de una confianza de una sola vez, debe de ser algo continuo, constante, no basta con decir que tuvimos fe en algún momento, esa fe debe de crecer, madurar y ser continua hasta el final.

 

¿Qué quiere dar a entender entonces el escritor cuando dice: si nos aferramos firmemente hasta el fin a la confianza que teníamos al principio? Se refiere a que el cristiano, hasta no haber sido perfeccionado, se considera un principiante. Esta confianza es la continua adhesión a Cristo en fe. Mientras nuestra fe en Cristo sea el fundamento de todo estamos a salvo y seguros como miembros de la casa de Dios.

 

Para hacernos recordar una vez más de la necesidad diaria de escuchar atenta y obedientemente la voz de Dios, el escritor cita la ya familiar afirmación del Salmo 95: Si oyereis hoy su voz,  No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.  Dios nos dirige constantemente por medio de su Palabra y espera que nosotros, que vivimos por la fe, la prestemos toda nuestra atención.

 

Nuestro escritor a manera de corolario, formula cierto número de preguntas retóricas relacionadas con los israelitas que perecieron en el desierto a causa de su incredulidad, dicha serie de preguntas que se van contestando progresivamente, el escritor hace patente que dicha incredulidad termina en la muerte.

 

16 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés?

 

En esta primera pregunta el escritor dirige nuestra atención al mensaje de la extensa cita del Salmo 95, y por medio de la segunda pregunta nos da la respuesta a la primera. Esa gente había visto los milagros que Dios había hecho; habían experimentado la bondad de Dios. Día tras día comían el maná, y podían ver la presencia de Dios en la columna de fuego durante la noche y en la nube durante el día.

 

De manera implícita el escritor comunica el mensaje ya expresado en Hebreos 2:2 de no descuidar una salvación tan grande.

 

17 ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?

 

Éxodo 17 relata la primera rebelión al principio del período de cuarenta años, y Números 25 registra el afrentoso pecado de inmoralidad al fin de dicho período. Los israelitas no habían cambiado: seguían siendo rebeldes y obstinados. Las únicas excepciones fueron, por supuesto, Josué y Caleb, que demostraron su fe y recibieron el privilegio de conquistar y poseer la tierra.

 

18 ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron?

 

La desobediencia es la negativa a oír la voz de Dios y un rehusar obstinado a actuar en respuesta a dicha voz. Las únicas excepciones fueron, por supuesto, Josué y Caleb, que demostraron su fe y recibieron el privilegio de conquistar y poseer la tierra.

 

19 Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.

 

Para terminar, el escritor manifiesta que los israelitas rebeldes, en un ejemplo que no requiere imitación, debían perecer en el desierto a causa de su incredulidad o falta de fe, que es el pecado de desafiar abiertamente a Dios, negándose a creer, y exhibiendo desobediencia.

 

La incredulidad es la raíz del pecado de provocar a Dios. La incredulidad le roba a Dios su gloria y le roba al incrédulo el privilegio de la bendición de Dios. Debido a la incredulidad, al hombre rebelde se le niega la entrada al reposo que Dios tiene provisto para los miembros de su casa.

 

Conclusiones y aplicación:

 

Nuestra salvación es de suma importancia y no debe tomarse nunca a la ligera. Debemos prestarle atención a las amonestaciones que nos hace llegar el escritor de Hebreos en forma de ilustraciones tomadas del pasado de Israel Éxodo 17:7. Números 20:13. Deuteronomio 33:8. Salmo106:32.

 

Según Números 1, el censo de los israelitas se llevó a cabo el segundo año después que el pueblo salió de Egipto, y el número total de hombres mayores de veinte años que estaban en condiciones de servir en el ejército de Israel era 603,550. Números 1:46. Duplíquese como mínimo este número pensando en un número igual de mujeres que tenían veinte años o más, da como resultado 1,207,100 y dividamos el total por el número de días que los Israelitas pasaron en el desierto durante esos treinta y ocho años, que son 13,870.

 

El resultado nos da casi noventa (87) muertes por día como consecuencia de la maldición divina Números 14:23. Deuteronomio 1:34–35. ¡Qué recordatorio diario de la ira de Dios!

Todos los pecados son desviaciones de la ley que Dios le diera a su pueblo. Los israelitas escogieron deliberadamente seguir sus propios deseos y apetitos carnales; demostraron su descarriada naturaleza en palabras y hechos, en mente y corazón. Su actitud provenía de un corazón perverso.

 

Espero con esto dimensionar la importancia de ser hechos participantes de Cristo. Nuestro autor usó la palabra griega metocos (μέτοχος, G3353) denota la idea de un asociado y de un compañero.

 

Somos partícipes en Cristo cuando hemos aceptado el evangelio en fe y obediencia y demostramos por medio de nuestras vidas que lo que creemos con nuestro corazón lo confesamos con nuestras bocas Romanos 10:10, no solo un día o una ocasión especial, sino toda nuestra vida. Aquellos que nunca confiesan nunca han participado de Cristo, por lo cual sabemos que no conocen a Cristo como su Salvador.

 

Somos participantes de Cristo cuando tenemos comunión intima con él por medio de nuestro diario devocional.

 

Somos participantes de Cristo cuando somos confrontados con su Palabra y elegimos tomar nuestra cruz y seguirlo fielmente.

 

Somos participantes de Cristo, cuando maduramos y preferimos por encima de todas las cosas estar con él, siempre, bajo cualquier circunstancia.

 Predicas Cristianas.. Manteniendo nuestra Posicion

Somos participantes de Cristo cuando dejamos que su Espíritu nos redarguya de pecado, los confesamos y nos alejamos de ellos, mortificando a diario nuestra carne.

 

Somos participantes de Cristo, cuando preferimos a nuestra familia espiritual ,compartir con ellos, tener comunión unos con otros y vivir en comunidad como miembros de una iglesia local.

 

Somos participantes de Cristo, cuando tomamos dignamente la Cena del Señor, compartimos su copa de bendición, compartimos el pan de comunión, compartimos el cuerpo y la sangre de Cristo, como los elementos que nos dieron salvación, y los conmemoramos en el pan y el vino.

domingo, 7 de agosto de 2022

Epístola A Los Hebreos 13: El Engaño De Pecado. Hebreos 3:12-13.

 

Nuestro Escritor ha citado el Salmo 95 con la intención de hablar fuertemente a sus destinatarios, él no desea que el corazón se endurezca y se alejen poco a poco del Señor que los salvó. La cita del salmo sirve de introducción a una conmovedora apelación para que no renieguen del Dios vivo, y, sobre todo, para que no caigan en el engaño de pecado. Algunos comentaristas, y me uno a ellos, han dicho que, en cierto sentido, Hebreos 3:12 puede denominarse el resumen de las exhortaciones pastorales de la epístola. 

3:12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;

El vínculo entre Heb. 3:6b y 3:12 es bastante natural si leemos la extensa cita del Salmo 95 como si fuese un comentario entre paréntesis. Este salmo como lo vimos la semana pasada, es un pasaje recordatorio ilustrativo e histórico de los obstinados israelitas que murieron en el desierto y a quienes se les negó entrada a la tierra que Dios les había prometido.

Se exhorta ahora a los lectores a aferrarse fuertemente al Señor Jesucristo, examinándose cada uno profundamente que no haya un corazón mal de incredulidad, la palabra usada para incredulidad es apistia (ἀπιστία, G570), que traducido literalmente es a-pistis, o sin fe, la falta de fe es lo que lleva a los que alguna vez fueron creyentes a abandonar el camino de salvación. La incredulidad—caracterizada por la desconfianza y el escepticismo— se expresa primeramente en desobediencia, la que a su vez resulta en apostasía. Las señales de la apostasía son el endurecimiento y la incapacidad de arrepentirse.

Al corazón de alguien que se aparta de Dios se le describe como pecaminoso, que quiere decir malvado o inicuo. Dios no toma a la ligera el pecado de incredulidad, ya que sabe que su origen está en el corazón perverso del hombre. Jeremías 17:9.

Además, si ponemos atención, podemos darnos cuenta que el escritor de Hebreos indica implícitamente que es posible encontrar personas con corazones malvados e incrédulos en la comunidad de la iglesia cristiana.

13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

Preocupado por la comunidad de los santos, nuestro escritor nos anima a exhortarnos unos a otros todos los días, tal como lo hacía también el apóstol Pablo. 1ª Tesalonicenses 5:11.

Él sigue preocupado, los llama a cuidarse mutuamente de modo tal que ningún miembro de la iglesia se pierda. Si la iglesia fuera fiel a Jesús en lo individual y en lo comunitario, el peligro de la apostasía sería el mínimo, pero para llegar a esa madurez individual y colectiva hace falta tiempo y trato continuo del Señor en las vidas.

Pero no solo dice que debemos exhortarnos, sino que debemos hacerlo diariamente, a eso se refiere con la frase mientras se dice hoy. Esto es, en sí mismo, un llamado a la fidelidad. Y todos los miembros deberían enseñarse y amonestarse mutuamente con toda sabiduría Colosenses 3:16. Hechos 14:22.

Antes que pensemos que Dios nos ha dado el poder de regañar a nuestros hermanos, debemos saber que la palabra exhortación, del griego parakaleo (παρακαλέω, G3870), significa amonestar a una persona con ánimo, consuelo y súplicas.

pero no solo significa que debe de ser diariamente la frase mientras se dice Hoy, nuestro escritor lo hace con el propósito de vincular su exhortación con ña experiencia del pueblo de Israel en el desierto, da a entender que el presente es un período de gracia que Dios extiende hasta que la muerte termine con la vida terrenal del hombre. Y la terminación de la vida puede llegarles a algunas personas de un modo insospechado, imprevisto, repentino. Además, llegará el momento en que Dios cesará de advertir al hombre pecador. Cuando dicho momento llegue, el día de la gracia se transformará en día de juicio. Por lo tanto, mientras haya tiempo estamos llamados a alentarnos unos a otros diariamente, de tal modo que nadie se endurezca de corazón debido a la engañosa trampa del pecado.

Conclusiones y aplicación.

¿Cuál es el engaño del pecado?

¿Por qué lo mencionan nuestro escritor?

Y, sobre todo ¿Cómo podemos evitar caer en este sutil engaño?

El pecado se introduce engañosamente, incitando al creyente a cambiar la verdad de Dios por una mentira. El pecado se presenta como algo atrayente y deseable. 2ª Corintios 11:14. El pecado es un poder extremadamente peligroso que confronta al creyente. Siempre ataca al individuo, así como los lobos acechan a la oveja solitaria. El escritor de Hebreos tiene clara conciencia del engañoso poder del pecado que apunta a los individuos. 

 

Estudio Bíblico archivos - Página 3 de 8 - El Pulso de la Vida

El pecado es taimado, ladino, engañoso, es ese deseo que habita en nuestra carne y que si no lo desangramos a diario se apoderará de nosotros y someterá nuestra voluntad a sus caprichos y deseos, y lo hace tan sutilmente, que cuando nos damos cuenta, ya estamos tan enredados que difícilmente podemos salir, sus trampas son varias, estemos alertas a cada una de ellas:

1.   Enfoca nuestras mentes en la satisfacción de la carne. Tratará de exagerar los placeres del pecado y proporcionará razones por las cuales, los deseos pecaminosos deberían gratificarse al grado de justificarlos.

 

·        Todos lo necesitamos.

·        No soy el único.

·        También otros lo hacen.

·        Mi cuerpo me lo pide.

·        Hay otros peores.

 

2.   Nos hace creer que nosotros lo tenemos bajo control. Pasa largo tiempo dormido, esperando el momento indicado para atacar de nuevo, y como pasó tiempo sin inquietarnos, llegamos a pensar que ya no nos controla, que ahora nosotros lo controlamos a él, nada mas alejado de la verdad, el pecado es ladino, te hará creer que tu tienes el control de tu voluntad, para que le des rienda a la carne. Debemos entender claramente el hecho de que:

Los restos del pecado en nosotros estarán siempre activos mientras que vivamos, y están luchando continuamente para producir actos pecaminosos.

3.   Nos lleva poco a poco. Un aspecto principal de la naturaleza engañosa del pecado, es la forma en que comienza con pequeñas demandas. Los primeros ataques y sugerencias del pecado son siempre muy modestos. Si el pecado tiene éxito en su primer avance, entonces exigirá cada vez más hasta que por fin, el mero hecho de mirar a una mujer hermosa bañándose termine en adulterio, en maquinaciones malvadas y hasta en homicidio. 2ª Samuel 11:2-17.

Si el pecado tiene éxito en sus primeros avances, entonces repetirá su ataque inicial hasta que el corazón se torne menos sensible al pecado, y esté preparado para hundirse más en él.

4.   Se auto justificará. La concupiscencia siempre tratará de razonar haciéndonos creer que es algo legítimo darle satisfacción y por lo tanto no tiene responsabilidad por darle vida:

 

·        No es tan malo.

·        Lo he hecho antes y no pasa nada.

·        Lo dejo cuando yo quiera.

·        Hay hermanos en peor condición.

·        Dios es amor, gracia y misericordia.

·        Ya estaba predestinado que pecara.

·        Etc.

 

En una infinidad de formas, el pecado tratará de desviar la mente de un entendimiento correcto de su responsabilidad, como lo dice Oseas 4:11. En el libro de Proverbios encontramos una descripción muy triste de un joven que fue seducido por una prostituta. A este joven le faltó entendimiento. Proverbios 7:7. ¿Cuál fue exactamente el entendimiento que le faltó? La respuesta es que, él no sabía que, cediendo ante su concupiscencia, esto le costaría la vida. Proverbios 7:22-23. El no consideró la responsabilidad del pecado en que se estaba involucrando.

 

5.   Nos hace creer que sentir remordimiento es suficiente. Una vez que estamos enredados en los pecados de la carne y que les damos rienda suelta una y otra vez, lo que sigue es que nos tratará de engañar, haciéndonos creer que es suficiente con sentirnos mal por haberlos cometido, se llama remordimiento y para nada es lo mismo que arrepentimiento.

 

Entonces, por un tiempo se guarda y se vigila a sí mismo, se pone a orar mucho, etc.  Pero solo es algo temporal, tarde o temprano la culpa y el remordimiento se desvanecen y regresa a los antiguos patrones de conducta pecaminosa.

 

6.   No hará buscar otras señales de nuestro cristianismo. Su conciencia es inquietada y se siente infeliz. En vez de tomar la decisión de mortificar este deseo pecaminoso, el creyente busca en el corazón por otras evidencias que indiquen que es un cristiano verdadero, sus frases más usadas son:

 

·        Pero leo la biblia.

·        Pero oro a DIOS.

·        Pero me congrego.

·        Pero doy ofrendas y ayudo en la congregación.

·        Etc.

 

El hace esto con la esperanza de tener paz en su corazón al creer que es un cristiano verdadero, a pesar de que rehúsa mortificar este deseo pecaminoso. Cuando un síntoma como éste está presente en un creyente, ese creyente está en una condición espiritual peligrosa. Fue una condición espiritual como ésta lo que resultó en la ruina de muchos judíos en los tiempos de Jesús. Bajo la predicación de Jesús, las conciencias de muchos judíos fueron inquietadas, pero en vez de reconocer y mortificar sus deseos pecaminosos, se aferraron a su posición como hijos de Abraham, y pensaron que debido a esto serían aceptados por Dios. Juan.8:31-41.

 

Este es un síntoma peligroso de un corazón enamorado del pecado, un corazón en esta condición subestima el disfrutar de la paz con Dios, la rebaja a simple sentimentalismo y tiene un bajo estándar del amor divino, la idea que tiene acerca de DIOS no es la correcta, ha tergiversado al DIOS Santo de la Escritura.

 

7.   Nos lleva a buscar señales de la gracia de DIOS en nuestras vidas. Su conciencia está trastornada y se siente infeliz. En este caso, en vez de tomar la decisión de mortificar su deseo pecaminoso, la creyente busca remover la angustia de su alma, apelando a la gracia y a la misericordia divinas.

 

Tal conducta es totalmente inconsistente con la sinceridad cristiana, y normalmente es una evidencia fuerte de que la persona que se comporta así, es un hipócrita. Algunas de sus frases favoritas son:

 

·        DIOS ama al pecador y aborrece el pecado.

·        Soy como David, su gracia me sostiene.

·        Sus misericordias son nuevas cada mañana.

·        Si DIOS no me amara no me hubiera salido bien esto...

·        Pero mi familia está bien.

·        No he recibido disciplina, Dios no está molesto entonces.

·        Tengo buena salud y prosperidad, estoy bien con Dios, por lo tanto.

·        Etc.

 

No tengo duda de que algunos de los verdaderos hijos de Dios pueden ser atrapados por este engaño pecaminoso. Cuando el corazón de un creyente gusta secretamente algún pecado, de tal manera que el creyente está dispuesto a aliviar su angustia en alguna forma que no sea la mortificación y el perdón por la sangre de Cristo, entonces las llagas de ese hombre están pudriéndose y corrompiéndose. A menos que haya un remedio urgente, estos hombres están muy cerca de la ruina y la muerte espiritual.

 

Deshaciendo los hábitos pecaminosos.

 

El Espíritu tiene un efecto dramático sobre la raíz y los hábitos del pecado; debilitándolos, destruyéndoles, y quitándolos. Por esta razón él es llamado el Espíritu de juicio. Isaías 4:4.

Solo El Espíritu destruye y consume realmente todos nuestros deseos pecaminosos. Esto lo hace al principio, quitando el corazón de piedra con su poder Omnipotente en el milagro de la regeneración y lo continúa en el proceso de la santificación con un fuego que quema hasta la raíz de los deseos pecaminosos.

 

El Espíritu trae la cruz de Cristo al corazón del pecador a través de la fe. Nos da comunión con Cristo a través de su muerte y sus sufrimientos.

 

Charles Handon Spurgeon decía que no podemos ser amigos de la causa por la cual nuestro Señor fue crucificado.

 

 

 

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La semana pasada entendimos, que a diferencia de los seres angelicales, nosotros los seres humanos estamos diseñados por Dios con la capacid...