domingo, 29 de mayo de 2022

Epístola A Los Hebreos 03: Jesucristo Superior A Los Ángeles. Hebreos 1:5-6.

El autor de la carta, ya ha dejado de manifiesto la supremacía del Señor Jesucristo, aunque aún no la nombrado ni por su título de Cristo ni por su nombre de Jesús de Nazaret, ahora se dispone a mostrar su superioridad por encima aún de los ángeles, ya lo mencionó en el verso 4,  pero del 5 al 14 se da a la tarea de probarlos por medio del AT.

1:5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás Mi Hijo eres tú Yo te he engendrado hoy, y otra vez Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?

Comienza el versículo con la conjunción porque, es decir esta ligando dos ideas, el argumento no está en el vacío, no es que de la nada comience ha mostrar la superioridad del Señor por encima de los ángeles, el sigue su línea de pensamiento acerca de la supremacía de Cristo mostrada por medio de: 

1.    El Profeta por medio de quien Dios ha hablado.

2.    El Creador que hizo el universo.

3.    El Heredero de todas las cosas.

4.    La Representación del ser de Dios.

5.    El Sustentador de todas las cosas.

6.    El Sacerdote que proveyó purificación de los pecados.

7.    El Rey que se sentó en su lugar de honor.

8.    Es superior a los ángeles.

 

De inmediato podemos darnos cuenta de las numerosas citas del AT, sobre todo al libro de los Salmos, esto es con el fin de fortalecer su enseñanza de la superioridad de Cristo. En el primer capítulo solamente incluye cinco citas del Salterio y dos de otros libros. Y en el capítulo siguiente aparecen con cierta frecuencia citas de los Salmos; de hecho, casi llegan a ser un rasgo característico de la epístola.

 

Tenemos que entender que los destinatarios de la carta, aunque no haya sido una comunidad de judíos cristianos de Roma, ya se habían familiarizado con los Salmos puesto que en los cultos locales en las congregaciones del primer siglo se entonaban. Efesios 5:19. Colosenses 3:16.

Por lo tanto, fuera quien fuera su audiencia original, por ser parte de la iglesia primitiva, ya poseían un acopio de conocimiento que había sido comunicado oralmente en los cultos y aprendido de memoria. Por eso es que no nos sorprende que el escritor de Hebreos, en un intento por lograr una perfecta comunicación, fortalezca toda su epístola con citas del Salterio conocido en la liturgia de la iglesia: a decir verdad, ya en su primer capítulo él recurre a cinco pasajes de los Salmos y a uno del Cántico de Moisés.

 

 

Las citas en estos dos versos, el 5 y el 6, provienen del Salmo 2:7. 2ª Samuel 7:14 y Deuteronomio. 32:43. Comencemos con el Salmo 2:7 esta cita, que se refería originalmente a la coronación de un rey israelita sucesor de David, se aplica en el NT al Mesías. En el salmo se usa una fórmula de adopción en la que el rey, al ser coronado, era reconocido como hijo de Dios.

Este uso del Salmo se basa también en la información que encontramos en Hechos 4:22–26, que indica que la iglesia de Jerusalén había transmitido una antigua tradición respecto al escritor de este salmo. El pueblo judío entendía que este salmo era de carácter mesiánico, y el uso que se le daba en las sinagogas reflejaba dicho entendimiento. El apóstol Pablo la usa también de forma mesiánica. Hechos 13:33.

 

De hecho, hay citas del Salmo 2 también en Hebreos 5:5. Apocalipsis 2:26–27 y 19:15. Es también posible discernir alusiones a los vv. 2, 7, 8 y 9 en Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, Hebreos, 2ª Pedro y Apocalipsis. Aunque no es el tema, pero confirma algo que no tiene mucho que aprendimos en Escatología, es la forma de interpretar el AT, que es a la luz del NT, el Señor Jesucristo, los apóstoles y los escritores del NT así lo hacían, y esa es la manera correcta, el AT es la sombra, hay que ver la figura que crea esa sombra, que es el NT para poder entenderla.

 

La pregunta en el Salmo 2:7 es ¿Dijo Dios alguna vez a alguno de sus ángeles ¿Mi Hijo eres tú Yo te he engendrado hoy, y otra vez Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? La respuesta a esta pregunta retórica es, obviamente, negativa, aunque a los ángeles se les llame hijos de Dios ocasionalmente como en Job 1:6; 2:1; 38:7. La posición descrita en este versículo nunca le ha sido conferida a los ángeles, ni a ningún ángel le ha sido otorgado el título de Hijo de Dios en ningún lugar de las Escrituras.

 

El titulo Hijo de DIOS, habla tanto de la función como de la persona del Mesías. El bautismo del Señor es el punto de partida del desempeño de su función mesiánica. Juan. 1:34. En el Nuevo Testamento Jesús se adjudicó este nombre. Sus discípulos e incluso los demonios ocasionalmente usan este nombre para dirigirse a él o para describirlo. Este nombre, tal como se aplica a Cristo, no siempre posee la misma connotación. Se usa de las siguientes maneras:

 

1.    En el sentido natal, es decir, para indicar que la naturaleza humana de Cristo tiene su origen en la actividad directa y milagrosa del Espíritu Santo. Este hecho se expresa claramente en Lucas 1:35, es como Adán en ese sentido. Lucas 3:38.

2.    En el sentido oficial o mesiánico, como una descripción del oficio y no de la naturaleza de Cristo. Al Mesías se le llama con frecuencia el Hijo de Dios en calidad de heredero y representante de Dios. Los demonios usaron evidentemente el nombre de esta manera. Mateo 8:29.

3.    En el sentido trinitario o divino, el cual sirve para designar a Cristo como la segunda persona de la Trinidad. Éste es el sentido más profundo en que el nombre es usado.

 

Es muy probable que Jesús mismo constantemente empleara el nombre en este sentido particular. Es obvio que así fue usado en Mateo 11:27; 14:28-33; 16:16; 21:33-46; 22:41-46; 26:63, y en los pasajes paralelos en los demás evangelios. En algunos de los pasajes indicados también encaja, en mayor o menor grado, la idea de la filiación mesiánica.

Estrechamente ligado al nombre de Hijo de DIOS está el término Unigénito: Juan 3.16, del griego monogenes (μονογενής, G3439) significa literalmente hijo único, único, singular, sui generis. Decir que Jesús es el Unigénito del Padre no nos excluye a nosotros como hijos de DIOS (pues el decir unigénito en español significa hijo único) lo que significa es que Jesús es único en su forma de ser Hijo, de hecho, para diferenciarlo de nosotros la Escritura se refiere a él como Hijo con H mayúscula, mientras que a los que somos regenerados somos hijos con h minúscula.

Lo que hace diferente a Jesús como Hijo de DIOS de nosotros es que nosotros llegamos a ese estado por medio de la Fe en Él, mientras que Él es igual a DIOS, él es la segunda persona de la Trinidad.

Otro término muy parecido a Unigénito para referirse a Cristo es Primogénito. La palabra primogénito no se refiere al primero en ser creado, sino a la posición de privilegio sobre toda la creación. Para los hebreos el primogénito era el que mayor rango y autoridad tenía en la casa de su padre, la palabra griega prototokos para primogénito, se utiliza de Cristo como primogénito de María; en su relación con el Padre, se usa para expresar su prioridad sobre, y preeminencia por encima de, la creación, no en el sentido de ser el primero en nacer.

Las palabras del Salmo 2 se aplican, en última instancia, al Hijo de Dios. La frase Yo te he engendrado hoy, para nada significan que el Señor es un ser creado, o una deidad menor al Padre, para empezar la palabra Hoy no debe ser tomada literalmente, sino que debería entenderse generalmente como una referencia al tiempo de la obra de Jesús en la tierra, las palabras: Yo seré a él Padre, indican que Dios Padre desde la eternidad ha engendrado y continúa engendrando al Mesías, su Hijo. Y la palabra engendrar significa que procede de, es decir el Hijo procede del Padre, viene de Él, esto es así porque los tres, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son uno mismo, un solo ser, pero diferentes personas, se le conoce como Santísima Trinidad y es básico para la Fe cristiana creer en ella.

Así que las palabras del Salmo 2:7 no podrían haberse cumplido ni en David ni en Salomón sino solamente en Jesucristo. Y otra vez. El escritor usa una segunda selección del Antiguo Testamento para demostrar que Dios nunca ha sido llamado Padre de ángeles y que nunca ángel alguno se dirigió a Dios llamándole Padre. Ni los arcángeles, Miguel y Gabriel inclusive, experimentaron jamás tal honor.

2ª Samuel 7:14-15. Seré su Padre, y él será mi Hijo. El contexto de la cita refleja el deseo de David de construir una casa para el Señor Dios. La palabra es dada a Natán el profeta, quien informa a David que no será él sino su hijo quien construirá la casa de Dios. Declara el Señor: “Él es quien construirá una casa a mi Nombre, y estableceré el trono de su reino para siempre. Seré su Padre y él será mi hijo”. Las palabras del Señor apuntaban al hijo de David, Salomón, quien en efecto construyó el templo en Jerusalén. Pero por medio de su obra mediadora, el Hijo de Dios eclipsó completamente a Salomón.

El escritor de Hebreos evidentemente eligió este pasaje del AT a causa de su significado mesiánico. Las alusiones a 2ª Samuel 7 que hay en el NT especialmente en Lucas 1:32–33; y en Juan 7:42 indican que el pasaje se la aplicaba al Mesías.

La última cita es Deuteronomio 32:43 que se menciona en el verso 6 Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. 

De un bien conocido salmo mesiánico y de un pasaje similar perteneciente a un libro histórico, el escritor de Hebreos pasa al Cántico de Moisés, registrado en Deuteronomio 32 y usado en los servicios religiosos del templo y en las sinagogas locales. Los judíos consideraban que los versículos finales de este himno eran mesiánicos.

Esta cita es introducida por la frase y otra vez, que es seguida por la cláusula “cuando introduce al Primogénito en el mundo. El sujeto es Dios Padre, quien trae a su Hijo al mundo. ¿Pero cuándo sucedió o sucederá esto? Es una referencia al nacimiento de Jesús, cuando la multitud celestial alabó a Dios en los campos de Belén Lucas 2:13.

La palabra primogénito en el v. 6 que acabamos de explicar también aparece para Cristo en Lc. 2:7; Ro. 8:29; Col. 1:15, 18; Heb. 11:28; 12:23; Ap. 1:5 como dijimos califica la palabra Hijo y es un título otorgado a Jesús. 

En este versículo encontramos que El Hijo no solo es mayor que los ángeles, sino que es adorado por ángeles. El Hijo es el creador de los ángeles, y Dios ordena a estas criaturas que rindan homenaje al Hijo. Los ángeles, por ser creados, sirven al Hijo y “a aquellos que heredarán la salvación.

El Cántico de Moisés es más citado y aludido que cualquier otra porción del libro de Deuteronomio. El escritor de Hebreos cita dos veces este himno (Heb. 1:6; 10:30). En su carta a los romanos, Pablo cita el himno tres veces (Ro. 10:19; 12:19; 15:10). Se pueden encontrar alusiones al mismo también en Mateo, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios, Efesios, Hebreos, 1 Juan y Apocalipsis. Juan escribe en Apocalipsis 15 que los santos victoriosos recibieron arpas de Dios y “cantaron el cántico de Moisés, siervo de Dios” (Ap. 15:3).

Esta referencia al uso celestial del Cántico de Moisés refleja su uso litúrgico en la iglesia terrenal. Y en la iglesia terrenal el himno era cantado en otros idiomas, aparte del hebreo. Los judíos que vivían en la dispersión usaban la traducción griega de la cual el escritor citó una línea que describe la superioridad del Hijo sobre los ángeles. El destinatario en Dt. 32:43 es el Señor Dios, que debe ser adorado por sus ángeles. Este homenaje es transferido por el escritor de Hebreos, tras haber claramente establecido la divinidad de Jesús al Hijo. La cita refuerza la enseñanza del escritor sobre la deidad de Cristo. 

Conclusiones y aplicación.

Los ángeles no comparten las promesas de Dios; no tienen parte en la herencia que se les otorga a los creyentes, nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Romanos 8:17. La Escritura no dice que ángel alguno sea Hijo de Dios; por lo cual un ángel, por más que sea exaltado al estar en la presencia de Dios, no es en modo alguno igual al Hijo de Dios, ni hay forma en que pueda comparársele. 1ª Pedro 3.22.

Estas palabras nos revelan de manera más amplia el resultado glorioso del sufrimiento de Cristo, es decir, Su exaltación después de Su resurrección y la posición elevada y honorable que Él ahora ocupa en los cielos a la diestra de Dios. Por encima de todo y de todos, ángeles, arcángeles, serafines y querubines, principados y potestades, nada ni nadie se compara en majestad y gloria a nuestro Señor Jesucristo.

Después de la tremenda humillación del Hijo de Dios, al grado de hacerle sustituto de la humanidad al descargar sobre de él la justicia divina por nuestros pecados, ahora es elevado a la más alta posición que pueda pensarse o concebirse en todo el cosmos. No podemos amar a quien no conocemos, y aplica totalmente con el Señor Jesucristo, si no conocemos su gloria, majestad y posición de privilegio y supremacía en el cosmos, no vamos a poder amarlo, obedecerlo y seguirlo correctamente, así que en esto quiero terminar, que visualicemos al Señor correctamente:

·        No esta en pañales en un pesebre.

·         No está siendo golpeado por los soldados del pretorio.

·         No está en una cruz sufriendo en agonía.

·         No está en la tumba inerte.

·         Tampoco es un ser débil o afeminado como lo pintan.

·         Ni mucho menos es el dios hippie que todo lo permite.

Es el ser por excelencia en el universo, esta por encima de todo, desde su nacimiento en esta vida terrenal los ángeles ya le adoraban, algo que hacían desde siglos antes, en la eternidad antes de que se encarnara, está sentado a la diestra del padre, es decir tiene el lugar primordial en el cosmos, él lo ordena, lo gobierna y dispone a su entera soberanía y conveniencia, ese es nuestro Dios, GRANDE, FUERTE, TEMIBLE, PODEROSO, MARAVILLOSO Y MAJESTUOSO, si no podemos verlo como tal, es importante y urgente orar al Señor que abra nuestro ojos para verlo en gloria y majestad, conocerlo así y adorarle como debe de ser.

lunes, 23 de mayo de 2022

Epístola a los Hebreos 02: La supremacía de Cristo.


Como ya lo dijimos, el escritor de Hebreos deja de lado los habituales saludos que son típicos de las cartas de Pablo y de las de Santiago, Pedro, Juan y Judas. ¿Por qué no se habrá dirigido el escritor a los destinatarios en la forma habitual, dándose a conocer, especificando su dirección, y pronunciando un saludo de gracia, paz y misericordia? La respuesta debe estar en que el escritor desea centrar la atención de los lectores principalmente en la revelación final y definitiva de Dios que es Jesucristo, su Hijo.

Esta revelación es contrastada con la revelación fragmentaria que Dios, por medio de los profetas, le hiciera llegar a los antepasados de los destinatarios a lo largo de muchos siglos. El escritor subraya el tema de la persona, los oficios y las funciones de Jesús, el Hijo de Dios. El escritor de Hebreos no enfoca la atención ni en sí mismo ni en los destinatarios de la epístola, sino en Jesús, que por medio de su aparición completó la revelación de Dios al hombre.

1:1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas. 

En un marco casi musical, el escritor comienza su epístola con una oración introductoria que es elegante en estilo, dicción y selección de palabras. Algunos traductores han tratado de transmitir la dignidad y aliteración del original, pero la mayoría de ellos ha sido incapaz de capturar la entonación exacta de la oración inicial de Hebreos.

Dios habló a los antepasados en los tiempos que precedieron al nacimiento de Jesús y les comunicó su revelación. Dios es el que origina la revelación. Él es la fuente, la base y el sujeto de ella. En la era veterotestamentaria Dios usó a los profetas para dar a conocer su Palabra al pueblo. Pero él no estaba limitado a hablar por medio de los profetas; el primer versículo declara que Dios hizo llegar su revelación a su pueblo en muchas ocasiones y de diversas maneras.

Las veces son casi incontables, las maneras, son muy diversas, de forma directa con Adán, Abel, Enoc, Noé, Abraham y Moisés, también por medio de una asana con Balam, en visiones con Daniel, en Sueños con José, en la Ley con Josué, en un silbo apacible con Elías, en revelación con Isaías, Jeremías, y los demás profetas.

Por medio de los profetas, desde Moisés hasta Malaquías, la revelación de Dios fue registrada en forma escrita como historia, salmo, proverbio y profecía. Los profetas fueron todos aquellos santos llamados por Dios y llenos con su Espíritu para poder hablar la Palabra de modo que constituyese una revelación progresiva que anunciase la venida de Cristo. En su primera epístola, Pedro se refiere a ellos: 1ª Pedro 1:10–12.

El profeta no traía su propio mensaje, o su propia formulación de la verdad religiosa. Sino que. Inspirado por el Espíritu Santo, habló la Palabra de Dios, que no tuvo su origen en la voluntad humana, sino que vino de Dios.

2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.

Aunque el contraste entre los tiempos anteriores a la venida de Cristo y la aparición de Cristo como consumación de la revelación de Dios es notable en los vv. 1 y 2, la continuidad de esta revelación también es importante. El autor desea resaltar el hecho de que la revelación de Dios es una, es continua, es perfecta y está en armonía, si bien si bien en el AT fue muchas veces y de muchas maneras y ahora en el NT es solo por medio de Jesucristo, no son diferentes revelaciones, solo es la culminación de ella.

Ambas partes de la revelación de Dios conforman una unidad debido a que no hay más que un Autor. No hay más que un Dios que revela, y no hay más que una revelación. Con todo, el contraste que existe entre el primer versículo y el segundo es obvio de muchas maneras.

El escritor está señalando que la plenitud de la revelación es única, final y completa. NO necesitamos más profetas, apóstoles ni revelación nuevas, este texto, de un libro doctrinal y que es completamente claro lo avala, la revelación de Dios culmino en Jesucristo, los apóstoles del Señor escribieron de él, y con eso nos basta.

Cuando Jesucristo finalmente llegó, trajo la mismísima Palabra de Dios puesto que él es la Palabra de Dios. Por consiguiente, Jesús trajo la Palabra de Dios en toda su plenitud, riqueza y conjunto. Él fue la revelación final.  F. F. Bruce: La historia de la revelación divina es una historia de progreso hasta llegar a Cristo, pero no hay progreso más allá de él.

Jesús mismo no escribió ni un sólo versículo del Nuevo Testamento; fueron hombres designados por él y llenos del Espíritu quienes escribieron la revelación de Dios. Jesús, la Palabra viva, nos habla porque nadie aparte de él posee una autoridad igual; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos. Hechos 4:12. Por medio de su Hijo, Dios se dirige a todos los creyentes. 

En estos últimos días Dios nos ha hablado por su Hijo. La frase en estos últimos o postreros días es puesta frente a la frase en el pasado, y se refiere a la era en que el cumplimiento de las profecías mesiánicas ha tomado lugar. No se refiere para nada al final de los tiempos, es más en nuestro estudio de escatología vimos el tema, los últimos o los postreros días comenzaron con la primera venida de Cristo y culminaran con su segundo advenimiento, es decir toda la era de la iglesia cristiana será más que suficiente con la revelación que ya tenemos.

A quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo. Para expresar la excelencia del Hijo de Dios, el escritor de Hebreos describe lo que Dios ha hecho. Dios constituyó a su Hijo heredero de todas las cosas. Un heredero adquiere por derecho propio todo lo que el padre haya estipulado en su voluntad. Por ser el único Hijo, Jesús hereda todo lo que el Padre posee. 

El escritor de Hebreos aclara inmediatamente el término todas las cosas al decir que Dios hizo el universo por medio de su Hijo. La frase obviamente se refiere al relato de la creación que se encuentra en los primeros capítulos de Génesis. Mucha gente piensa que el NT, que habla de la redención, no tiene nada que decir sobre la creación. Sin embargo, el NT no guarda un silencio total en cuanto a este tema; tanto Pablo como el escritor de la epístola a los hebreos enseñan que Jesús actuó en la obra de la creación. Colosenses 1:16. Y Juan confirma en su Evangelio la misma verdad. Juan 1:3. 

Por su Hijo, Dios hizo el universo. Es imposible para el hombre llegar a entender el sentido total de esta afirmación, pero la comprensión completa no es la meta en este momento. No obstante, es importante reconocer la majestad del Hijo de Dios, que estuvo presente en la creación y que es el Señor soberano de todas las cosas creadas. Él es Dios, Cristo es DIOS.

La palabra universo denota primeramente al cosmos, el mundo creado en toda su plenitud, y en segundo lugar todas las estrellas y planetas que Dios ha creado. Pero el significado es mucho más amplio, ya que involucra todos los eventos que han sucedido desde la creación de este mundo. Tiene que ver con la tierra y su historia a lo largo de las edades. Esta palabra ha sido interpretada como la suma de los períodos de tiempo, incluyendo todo lo que ha sido manifestado en ellos y por ellos. Se refiere no al mundo como totalidad, sino a todo el orden creado que ha continuado desarrollándose en el transcurso del tiempo. Así de grandioso es el Señor Jesucristo. 

3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

Cinco características más enumera el escritor de hebreos acerca de Cristo en este solo versículo:

a. “El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios”. La palabra resplandor debe ser preferida a variantes de la palabra reflejo, que muchos traductores usan. La luna recibe su luz del sol y simplemente refleja estos rayos de luz a la tierra. La luna, de por sí misma, no posee luz ni la emana. El sol como cuerpo celeste irradia su luz en todo su brillo y poder hacia la tierra. Usando esto como comparación, podemos ver a Cristo como la luz radiante que viene del padre, así como la luz del sol procede del sol mismo. Por eso es que Jesús dijo: Yo soy la luz del mundo. Juan. 8:12; él es luz, y en él no hay oscuridad.

El irradia la luz de la gloria de Dios, de su perfección y majestad. El resplandor de Jesús proviene del Padre, aunque él sea en sí mismo la luz. El Hijo hace que el resplandor del Padre brille. Es eso lo que Juan escribe en el prólogo a su Evangelio: Vimos su gloria, gloria como del Único que vino del Padre, lleno de gracia y verdad. Juan 1:4. El resplandor del Hijo es, por consiguiente, una extensión de la gloria de Dios.

b.la imagen misma de su sustancia (Y la representación exacta de su ser). El Hijo es la perfecta representación del ser de Dios. En otras palabras, Dios mismo estampó en su Hijo la huella divina de su ser. La palabra que se traduce “representación exacta” se refiere a monedas acuñadas que portan la imagen de un soberano o presidente.

Se refiere a una precisa reproducción del original. El Hijo es, entonces, en su ser, completamente lo mismo que el Padre. No obstante, aunque una impresión es igual al sello que deja la impresión, ambos existen separadamente. El Hijo, que lleva la imagen misma de la naturaleza de Dios, no es el Padre, sino que procede del Padre y tiene una existencia separada. 

Aunque existe separadamente, el Hijo, por ser la representación exacta del ser del Padre, es una reproducción perfecta de la naturaleza de Dios. El Hijo es el mediador que posee la gloria de Dios por naturaleza, aun antes de asumir su papel de mediador. El Hijo lleva la estampa exacta del ser del Padre desde la eternidad.

c. “Y él sostiene todas las cosas por su poderosa palabra”. El Hijo no sólo es el Creador del universo (1:2); él es quien también sostiene todas las cosas (1:3). Los dos pasajes se complementan mutuamente y revelan el poder divino del Hijo. El habla, y por su palabra todas las cosas son sostenidas, preservadas y mantenidas en existencia.

En el original, esta parte del versículo está estrechamente relacionada a la parte anterior. La primera parte del versículo pone en relieve la persona de Cristo; la segunda, la obra de Cristo.

De una consideración respecto al ser del Hijo, el escritor pasa a una explicación de la actividad del Hijo, que involucra el cuidado de todas las cosas. De hecho, la palabra que se ha traducido como “sostiene” significa básicamente “llevar”. El Hijo lleva todas las cosas para hacerlas llegar a su destino final. Y lo hace por una simple declaración: por su poderosa palabra. Cristo, el que gobierna el universo, pronuncia una palabra, y todas las cosas escuchan en obediencia a su voz. Ningún otro movimiento es necesario, ya que la palabra hablada es suficiente.

d. “Después de haber provisto la purificación de los pecados”. Esta oración que Cristo cumplió su obra mediadora consumando y cediendo su vida terrenal como sacrificio en la cruz por la eliminación de pecados. En una frase muy concisa se resume la obra sumosacerdotal de Cristo: “provisto la purificación de los pecados”. Según la ley mosaica el sumo sacerdote tenía que efectuar la expiación en el Día de la Expiación para limpiar al pueblo de Israel de todos sus pecados. Lv. 16:29–34.

El sumo sacerdote aarónico era también un pecador y por consiguiente efectuaba su tarea imperfectamente, en tanto que Cristo, que era el único sin pecado y el verdadero Sumo Sacerdote completó la tarea de purificación perfectamente. El sumo sacerdote necesitaba, en el Antiguo Testamento, sacrificios animales, primeramente, para limpiarse a sí mismo y luego para quitar el pecado del pueblo. Cristo fue simultáneamente Sumo Sacerdote y sacrificio cuando se ofreció por la purificación de los pecados de su pueblo. El Hijo se ofreció de una vez por todas en la cruz para expiar nuestros pecados.

e. “Se sentó a la diestra de la Majestad en el cielo”. Las expresiones se sentó y a la diestra no deben ser tomadas literalmente, sino más bien simbólicamente. La idea de sentarse a la derecha de alguien significa un privilegio concedido a una persona a la que se quiere honrar en gran manera. En este caso significa que el Hijo tiene ahora autoridad para gobernar su reino que abarca toda la creación. El reino le pertenece y Dios le ha dado el nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla, en los cielos y en la tierra y bajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Filipenses 2:9–11.

4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

El escritor de Hebreos ha descrito al Hijo como: 

1.    El Profeta por medio de quien Dios ha hablado.

2.    El Creador que hizo el universo.

3.    El Heredero de todas las cosas.

4.    La Representación del ser de Dios.

5.    El Sustentador de todas las cosas.

6.    El Sacerdote que proveyó purificación de los pecados.

7.    El Rey que se sentó en su lugar de honor.

Ahora el escritor compara al Hijo con los ángeles, esos seres creados que constantemente rodean el trono de Dios. Ellos son, entre todas las criaturas, las más cercanas a Dios; sirven como mensajeros suyos; se les designa para que estén ocupados en la obra de proveerle al hombre la revelación de Dios y en la tarea de redimir al hombre caído. Hch. 7:38, 53; Gá. 3:19; Heb. 2:2. 

En muchos aspectos los ángeles están por encima del hombre. Aun si los ángeles están en algún sentido por sobre el hombre, no son de ninguna manera superiores al Hijo, puesto que “él ha heredado un nombre que es superior al de ellos.

Hasta este punto el Hijo no ha sido presentado por su nombre, ni como Jesús ni como Cristo. El nombre de Hijo no se refiere a un nombre personal específico, sino a su designación como Hijo. Él es conocido como Hijo de Dios, el Hijo Unigénito. Él es también Señor y Salvador. El profeta le llama “Admirable Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” Isaías 9:6.

Conclusiones y aplicación:

El escritor de Hebreos demuestra la gran consideración que tiene por las Escrituras al afirmar sin titubeos que Dios es el autor de su revelación. Dios habló en el pasado y ahora ha hablado por su Hijo. Y ya que es Dios quien ha hablado, nadie debería cuestionar la autoridad de su Palabra escrita. Dios ha hablado finalmente por medio de su Hijo, y esa revelación es definitiva.

El triple oficio de profeta, sacerdote y rey es expuesto en los pocos versículos iniciales de esta breve introducción.

·         El Hijo es el Profeta, puesto que Dios ha hablado en estos últimos días por él.

·         Él es el Sacerdote que ha provisto la purificación de los pecados.

·         Y él es el Rey que sostiene el mundo por su poderosa palabra y que está sentado a la diestra de Dios en el cielo. 

Estos pocos versículos introductorios son un resumen de lo que el escritor va a enseñar en el resto de esta carta. La enseñanza del escritor respecto a la supremacía de Jesucristo es precedida por tres versículos que destacan la divinidad del Hijo. Para nuestro escritor incógnito no hay nada más grande, nada más digno de hablar y enseñar que la supremacía de Cristo, Cristo, sobre todo, sobre todos, sobre toda la creación, aún sobre los ángeles mismos, nada se le comprara y nuestro escritor desea que todos los que lean este mensaje lo comprendan.

Así que la pregunta obligada para reflexionar en todo este maravilloso pasaje es ¿tenemos consideración de la supremacía de Cristo? ¿lo hemos reflexionado y meditado profundamente? ¿La comprendemos a cabalidad? O más específicamente ¿Qué hago en mi vida para que se note que el Señor Jesucristo es lo mayor, lo supremo, lo más trascendente? Algunos tal vez dirán ¿Qué podemos hacer? Ciertamente no es pegar un cartel en nuestro carro o ponernos camisetas que lo digan, lo cual no es malo en si mismo, pero no es suficiente. Si nuestras vidas no reflejan el carácter de Cristo, no podemos decir que consideramos al Señor Jesucristo como lo más sublime de nuestras vidas.

 


 

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