miércoles, 5 de junio de 2024

Un Dios Santo 08: Justicia Santa Primera Parte. Génesis 18:25.

Lamentablemente la mayoría de los creyentes no toma con seriedad la santidad del Señor, y es por ello que no entienden a profundidad el evangelio, sin embargo un joven Martín Lutero, si lo hacía, él si entendía que Dios no puede bajar sus estándares de justicia o comprometería su perfecta Santidad, es por ello que la justificación es el acto legal más misericordioso que existe, le damos nuestro pecado a Cristo y Él no da su justicia, así podemos estar delante del Dios infinitamente Santo sin que él comprometa en nada esa Justicia Santa, y este será nuestro tema especifico en esta y en la próxima clase: la Justicia Santa del Señor.

 

Muchas veces, al leer el AT hay conflicto con la aparente brutalidad de los juicios de Dios que allí se encuentran. Muchos tropiezan a causa de los violentos pasajes. Algunos ven estos como una razón suficiente para rechazar el cristianismo. Otros tratan de suavizar el impacto, tratando el AT como una parábola religiosa, o aplicando un método de cortar y pegar, clasifican los pasajes más brutales como un mito primitivo. Algunos van más lejos, arguyendo que el Dios del AT es diferente al del NT, como Marción al inicio de la era cristiana. Dicen que el Dios del AT es un Dios tenebroso con un mal temperamento, una especie de deidad demoníaca cuya ardiente ira está más allá de la dignidad del Dios de amor del NT.

 

Vamos a examinar unos de los pasajes más difíciles y ofensivos del AT para encontrarles sentido. Comenzaremos con el inmediato y súbito juicio que vino sobre Nadab y Abiú, los hijos de Aarón. Ellos eran sacerdotes, hijos de Aarón, el Sumo Sacerdote. Junto a Moisés, Aarón había guiado al pueblo de Israel por el desierto. Levítico 10:1-2.

 

En ese entonces, más que cualquier otro, Moisés y Aarón tenían una relación íntima con Dios. Así, uno esperaría un poco de tolerancia de parte de Dios para con los hijos de Aarón. Pero no la hubo. Por una transgresión en el altar, Dios reaccionó inmediata y fuertemente, aniquilándolos en el acto. No estaban profanando el altar con prostitutas u ofreciendo sacrificios humanos como lo hacían los adoradores de Moloc. Nada más Nadab y Abiú ofrecieron un fuego extraño del cual no sabemos con seguridad qué era. Suena como si todo era un asunto de sacerdotes jóvenes experimentando creativamente con la adoración. Una ofensa censurable, quizás. Pero, ¿la pena de muerte, sin el beneficio de un tribunal?

 

Hay teorías que tratan de explicar razonablemente lo ocurrido, dicen que tal vez Nadab y Abiú encontraron algo de petróleo, y sin saber qué era decidieron experimentar, mezclándolo con substancias combustibles en el altar. Cuando lo pusieron en el fuego, se encendió y explotó, matando instantáneamente a ambos sacerdotes. En una sociedad primitiva, esto sería visto como un repentino acto de juicio divino. Así entonces la muerte de Nadab y Abiú fue accidental, un trágico caso en que dos muchachos perecen a causa de su imprudencia jugando con un fuego desconocido.

 

Contrariamente la Biblia dice que fue un juicio sobrenatural de Dios. Pudo haber sido producido por medios naturales, pero es claro que no fue un accidente. Tiene que ser atribuido a la ira y el juicio de Dios. ¿Cómo vio Aarón este evento? Supongo que estaba airado y dolido. Fue una calamidad para él y el resto de su familia. Él había dedicado su vida entera al servicio de Dios. Sus hijos habrían de seguir sus pasos. ¿Qué gratitud recibió él del Dios al cual servía? Nada. Simplemente ejecutó rápidamente a sus hijos por lo que parecía ser una infracción menor.

 

Moisés le dio a Aarón la respuesta del Señor, le recordó la consagración original de los sacerdotes. Levítico10:3. Ellos habían sido separados para una tarea sagrada. Tendrían el privilegio de ministrar delante de un Dios Santo. Cada vasija en el tabernáculo estaba hecha a la medida, y todo estaba santificado por el mandato de Dios. No había duda alguna en los mandamientos. Con respecto al altar del incienso, Aarón y sus hijos fueron instruidos específicamente en la manera de proceder. Éxodo 30:9-10. Las instrucciones eran claras. El altar del incienso fue declarado muy santo por Dios. Cuando Nadab y Abiú ofrecieron fuego ilícito y no autorizado sobre él, estaban desafiando abiertamente a Dios. Su acto era una rebelión deliberada, una profanación inexcusable del lugar santo.

 

El pecado de Nadab y Abiú fue un pecado de arrogancia y de traición contra Dios.

 

Estaban profanando el lugar santo. El juicio de Dios fue inmediato. Su explicación a Moisés fue clara: Levítico 10:3 Y Aarón calló. ¿Qué más podía hacer Aarón? El debate había culminado. La evidencia estaba allí y Dios había emitido su veredicto. A ellos se les había prohibido explícitamente ofrecer ese fuego. Ellos desobedecieron y Dios hizo caer el mazo de su justicia sobre ellos. Así que Aarón calló. Él lo aceptó y no tuvo ninguna excusa que ofrecer, ni protesta que hacer. Como los pecadores en el juicio final, su boca fue enmudecida.

 

Este es un ejemplo de la justicia penal de Dios, la justicia por la cual Él castiga al culpable. Pero, ¿Es este castigo cruel e inusual? ¿No traspasa los límites de la justicia para hacerse injusticia? Nuestro concepto de justicia conlleva la idea de que el castigo debe ajustarse al crimen. Si el castigo es más severo que el crimen, se comete injusticia. La Biblia aclara que Nadab y Abiú no podían argumentar inocencia por su pecado. Dios había sido claro con ellos. Ellos sabían que no se les permitiría fuego extraño en el altar. Es fácil ver que ellos pecaron. Pero ellos jamás se imaginaron que su pecado era tan serio, que haría que Dios los ejecutara en el acto.

 

Este es un ejemplo que nos habla fuertemente de la severidad de la mano de Dios, de un castigo que es demasiado fuerte e inusual para el crimen. Tal medida de castigo no sólo nos confunde sino que nos asombra. ¿Cómo cuadramos este relato con lo que Génesis nos enseña sobre el carácter de la justicia de Dios? Génesis 18:25. Los juicios de Dios son siempre justos. Su justicia nunca es desproporcionada, caprichosa, ni tiránica.

 

Es imposible para Dios ser injusto, porque su Justicia es Justicia Santa.

 

Si tenemos dificultad con la historia de Nadab y Abiú, la historia de Uza es aún más difícil. Cuando David ascendió al trono de Israel, trabajó rápidamente para consolidar su reino. Reunió a sus oficiales y decidió traer la sagrada arca del pacto, que se encontraba en exiliada. Los filisteos habían capturado el arca en un día fatídico en que la gloria se alejó de Israel. Cuando el arca fue capturada, el más grande tesoro de Israel fue robado y llevado al templo pagano de Dagón. Al regresar, el arca fue colocada en un lugar seguro, esperando el momento para su restauración pública a una posición de preeminencia en la nación. Finalmente vino la hora, y David deseaba ver la gloria de nuevo. 1ª Crónicas 13:3-4.

 

El arca fue el punto de reunión nacional. Era el trono de Dios, el asiento sagrado del Altísimo. Fue construida y adornada según el estricto diseño de Dios mismo. Tendría que ser guardada en el Lugar Santísimo. Era un cofre hecho de madera de acacia, cubierto de oro por dentro y por fuera. Tenía una moldura de oro alrededor, cuatro anillos de oro a los lados para atravesar las varas de madera de acacia, cubiertas con oro, para cargarla. La tapa del cofre era llamada el propiciatorio. También era de oro y tenía dos querubines hechos del mismo metal labrado, colocados frente a frente con sus alas extendidas. Este fue el objeto sagrado que David ordenó traer de regreso a Jerusalén: 1ª Crónicas13:7-11.

 

Más que con el caso de Nadab y Abiú, la ejecución de Uza produce protestas de lectores enseñados que Dios es un Dios de amor y bondad. La Biblia dice que Dios es lento para la ira y grande en misericordia. Pero obviamente no se tomó mucho tiempo para que su ira se encendiera contra Uza. Uza tocó el arca Y ¡Pum! Dios explotó en furia.

 

También se han hecho esfuerzos para suavizar la severidad de este relato, exponiendo la muerte de Uza como algo más natural. Se ha sugerido que Uza respetaba tanto el arca, que al tocarla fue abrumado con miedo y tuvo un ataque al corazón que lo mató al instante. Esta explicación absuelve a Dios de toda responsabilidad. Dice que la interpretación del cronista es meramente un ejemplo de superstición primitiva de la cual está salpicado el AT. La gente busca estas explicaciones no sólo porque nuestra cultura tiene una alergia incurable a todas las cosas milagrosas, sino porque también esta historia ofende nuestro sentido de justicia.

 

El arca era transportada por una carreta de bueyes. Era un día de gozo y celebración nacional. La gloria estaba regresando a la Ciudad Santa. Las multitudes llenaban las calles, el desfile era realzado por el sonido de arpas, liras, tamborines, címbalos y trompetas. Imagine el espectáculo: era como un desfile de independencia. La gente danzaba en las calles. De repente los bueyes tropezaron, y el carro se balanceó. El cofre se resbaló y estaba a punto de caerse al suelo y enlodarse. Era impensable que este precioso objeto fuese deshonrado cayendo en la suciedad.

 

Seguramente la reacción de Uza fue instintiva. El hizo lo que cualquier judío piadoso habría hecho para evitar que el arca cayera en el lodo. Extendió su mano hacia la tambaleante arca para proteger este santo utensilio. No fue un acto premeditado de desafío a Dios. Fue un reflejo. Desde nuestra perspectiva parece como un acto de heroísmo. Pensaríamos que Uza escucharía la voz de Dios desde el cielo gritando, Gracias Uza. Pero Dios no lo hizo, y en lugar de ello, lo mató. Lo aniquilo allí mismo. Otra ejecución rápida.

 

¿Cuál fue el pecado de Uza? Debemos recordar cómo Dios instituyó el sacerdocio y el mandamiento que les dio. Para ser sacerdote en Israel, uno tenía que ser de la tribu de Leví. Todos los sacerdotes eran Levitas, pero no todos los Levitas eran sacerdotes. Una rama especial de la familia de los Levitas era el clan de los Coatitas. Ellos eran descendientes de Coat, y estaban consagrados por Dios para una tarea muy especializada. Eran entrenados para ejecutar un trabajo básico como cuidar de los artículos sagrados del tabernáculo: Números 4:4.

 

Es importante recordar que el tabernáculo era una carpa portátil. Cuando las tribus de Israel se movían, llevaban el tabernáculo para que Dios estuviera con ellos. Cuando el tabernáculo era transportado, era necesario primero, cubrir y proteger los utensilios santos. Números 4:15.

Para reforzar este mandamiento, Dios agrega más estipulaciones: Números 4:17-20. Uza era probablemente un Coatita. Él sabía exactamente cuáles eran sus tareas. Había sido entrenado en la disciplina de su llamado. Entendía que tocar el arca era una ofensa capital. A ningún Coatita, bajo ninguna circunstancia, se le permitía tocar el arca. Ninguna emergencia era motivo para quebrantar ese mandamiento inviolable. 


 

 

La elaborada construcción del arca, completa con sus argollas de oro a través de las cuales las varas eran insertadas, era tal que hacía claro que no se le podía tocar. Los hombres comisionados a transportar el arca sólo podían tocar las argollas y las varas, y era su tarea cargar el arca por las varas. Además, nada se había dicho acerca de acelerar el proceso, transportando el arca en una carreta de bueyes. Dios era tan preciso acerca de las cosas santas del tabernáculo, que los Coatitas no podían ni siquiera ver el arca. Esto era también un crimen capital. Dios decretó que si un Coatita tan sólo miraba por un instante el arca en el lugar santísimo, moriría. De modo que Uza no sólo tenía prohibido tocar el arca, sino aún mirada.

 

Pero él la toca de todas maneras. Alargó su mano y la colocó sobre el arca para evitar que cayera al suelo. ¿Fue esto un acto de heroísmo santo? ¡No! Fue un acto de arrogancia, un pecado de pretensión. Uza asumió que su mano estaba menos contaminada que la tierra. Pero no era la tierra o el lodo lo que profanaría el arca. Era el toque del hombre.

 

La tierra es obediente, hace lo que Dios le dice que haga. Produce su cosecha a su tiempo, obedece las leyes de la naturaleza que Dios le estableció. La tierra no cometió traición cósmica. No hay nada contaminado acerca de la tierra. Dios no quería que su Santo trono fuese tocado por nada contaminado con el pecado, con lo que se le hubiera rebelado, aquello que hubiese hecho que la creación completa se arruinase y que la tierra, el cielo y las aguas gimieran juntas con dolores de parto, esperando el día de la redención.

 

Era el toque del hombre lo que Dios había prohibido.

 

Uza no fue un hombre inocente. A él no se le castigó sin advertencia. Él no fue castigado sin haber violado una ley. Este acto de justicia divina no fue caprichoso. No hubo nada arbitrario o errático acerca de lo que Dios hizo, aunque fue inusual, y por esa razón la ejecución repentina y radical nos sorprende, nos escandaliza y nos ofende.

 

Hay una razón por la cual nos ofendemos y nos indignamos por historias como las de Uza y la de Nadab y Abiú. Encontramos estas cosas difíciles de digerir, porque no entendemos cuatro conceptos bíblicos de vital importancia: santidad, justicia, pecado y gracia.

 

No entendemos lo que significa ser santo, no entendemos qué es la justicia, no entendemos qué es el pecado y no entendemos qué es la gracia.

 

La historia de Uza es un ejemplo de justicia, no de misericordia divina. Pero ni siquiera podemos comenzar a entender la misericordia divina hasta que entendamos algo de la justicia divina.

Cuando la Biblia habla de la justicia de Dios, la conecta usualmente a la rectitud de divina. La justicia de Dios es conforme a su rectitud. No existe justicia sin rectitud; así, Siendo Dios rectitud total, así será su justicia.

 

La justicia de Dios siempre es y será una expresión de su carácter Santo.

 

La palabra justicia en la Biblia se refiere a la conformidad a una regla o norma. Dios actúa por las reglas. La norma final de justicia es Su propio carácter Santo. Lo que Dios hace es siempre consistente con quién es Dios. El siempre actúa conforme a su carácter Santo. En El no hay cambio alguno. Siendo Dios Santo, Él es absolutamente incapaz de un acto impío. Sólo los seres impíos cometen actos injustos y perversos. La injusticia humana a veces se describe en términos de no ponerse derecho. Nosotros somos desviados, por eso se describe a los criminales como que necesitan enderezarse.

 

Dios jamás ha hecho una cosa desviada o incorrecta.

 

El mató a Nadab y Abiú; El mató a Uza e hizo lo mismo con Ananías y Safira en Hechos 5. (También hay ejemplo en el NT). Todos estos fueron actos rectos de juicio. La Biblia enseña claramente que Dios es el Juez supremo del universo.

 

Muchos después de leer estas historias se preguntan si Dios es en realidad un juez justo. Pues para ser el Juez supremo de cielo y tierra Él debería de ser justo. Si el juez supremo es injusto, no podemos esperar que la justicia prevalezca alguna vez. Nosotros sabemos que los jueces terrenales pueden ser corruptos, reciben sobornos, muestran parcialidad, a veces actúan con ignorancia o cometen errores. Pero no es así con Dios. En El no hay corrupción, nadie puede sobornarlo, Él no es parcial, no muestra favoritismo. Deuteronomio 10:17.

 

Dios nunca actúa en ignorancia y nunca comete errores.

 

La gente puede pedir que se procese a los políticos, pero sólo un necio pediría que se procesara a Dios. El patriarca Abraham lidiaba con el tema de la justicia de Dios, cuando Él le anunció que iba a destruir a Sodoma y Gomorra. La destrucción de las ciudades sería total: hombres, mujeres y niños. Abraham se turbó, preocupado porque a causa de esta ira divina sobre las ciudades, gente recta perecería junto con los culpables. Si Dios arrasaba las ciudades en un acto de juicio, Abraham temía que el juicio seria indiscriminado, así como cuando un maestro castiga a toda la clase por las fallas de un alumno: Génesis 18:23-25.  

 

El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Jamás se ha hecho una pregunta más retórica que ésta. Abraham asumió que matar a los justos junto con los malos estaba lejos de toda posibilidad con Dios. En realidad, Abraham no podía concebir cuán lejos era de Dios un acto así. No había la mínima posibilidad de que Dios condenara a los rectos junto con los culpables, porque Dios no hace eso. Si lo hiciera, cesaría de ser Santo, cesaría de ser Dios.

 

 

Dios estuvo dispuesto a ser condescendiente con Abraham y le dijo que si encontrara a cincuenta justos en la ciudad, Él la perdonaría. O lo haría por cuarenta y cinco, o por treinta, o por diez. En este punto, Abraham sólo tenía que encontrar diez personas justas para que Dios perdonara la ciudad. El texto implica que Dios hubiera perdonado la ciudad por una sola persona, si Abraham la hubiese encontrado. ¿Y qué sucedió a Sodoma y a Gomorra? Génesis 19:27-28. El Juez del cielo y de la tierra hizo lo recto. Ninguna persona inocente fue castigada.

 

La justicia de Dios nunca está divorciada de su rectitud. El jamás condena al inocente, nunca absuelve al culpable, nunca castiga con severidad excesiva, y nunca falla en recompensar a los justos, porque su justicia es perfecta.

 

Pero Dios no siempre actúa con justicia. Algunas veces actúa con misericordia. La misericordia no es justicia, pero tampoco es injusticia. La injusticia viola la rectitud, mientras que la misericordia manifiesta bondad y gracia sin transgredir la justicia. Nosotros podemos ver no justicia en Dios, que es misericordia, pero jamás veremos injusticia en El.

 

¿Por qué la diferencia tan obvia entre el tono del AT y NT? El AT parece mostrar a un Dios más severo que el que muestra el NT. Eso lo veremos la próxima clase. Justicia Santa Parte 2.

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