domingo, 15 de marzo de 2015

Edificados Sobre La Sana Doctrina 6: Para Aprender A Adorar. Mateo 22:37.

Hace unas semanas comenzamos esta serie titulada edificados en la sana doctrina, pues la sana doctrina no solo son enseñanzas o información  o pensamientos de hombres, todo lo contrario, hemos visto que la falta de amor, de santidad, de pureza, de unidad en la iglesia contemporánea es debido a la falta de sana doctrina en los púlpitos.

El día de hoy veremos cómo es que la sana doctrina influye directamente en nuestra manera de adorar a nuestro amado Señor y DIOS.

En la iglesia de Cristo tenemos muchas ideas o formas en que llevamos a cabo el tiempo de adoración como congregación, unos lo hacen de manera solemne, quieta y reposadamente, sin aplausos, sin música, sin gritos o nada estridente, con himnos y cánticos espirituales, otros vamos al extremo opuesto y hacemos ruido, jubilo, gozo, alegría desbordada por todas partes.

Sin embargo a últimas fechas se ha llevado a la iglesia a creer que la adoración debe de transportarnos de manera casi mística a la presencia misma de DIOS, se le ha dado un toque mágico-místico-religioso a la adoración que si no se entra en éxtasis es porque según muchos no estas adorando de verdad.

Si cuando adoras no sientes nada, no caes al suelo, no te revuelcas, no tiemblas, no hablas lenguas, no te sacudes, no sientes ese calor-fuego dentro de ti, o alguna otra “manifestación visible” es porque, El espíritu Santo no te toco, dicen antibiblicamnte muchos hoy en día.

Esto se debe a la sencilla razón de que la gente prefiere las experiencias a las convicciones, de hecho muchas de esas experiencias no si quiera son únicas o nacidas en el ambiente del pentecostalismo, la gran mayoría es copia o influencia de las religiones místicas de la India, esto lo puede corroborar fácilmente por internet.

Lamentablemente a la gente le gusta más SENTIR que PENSAR.

Sin embargo no todo está perdido, no estoy diciendo que es malo buscar con desesperación el rostro de DIOS en medio de la adoración, sobre todo la adoración congregacional, la adoración debe de ser con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón y también con toda nuestra mente.

El problema estriba en que la gran mayoría cree que la adoración en la iglesia debe de ser un tipo de éxtasis, y caen en la búsqueda interminable de experiencias emocionales, cuando en una iglesia ya no se siente nada, van a otra a buscar, y así se la pasan, pues buscan una experiencia en lugar de buscar a DIOS.

Además los hay quienes ven el tiempo de la adoración colectiva como el tiempo perfecto para pedir, clamar, rogar, presentar suplicas, hablarle a DIOS de sus necesidades, en otras palabras, cambian el sentido de la adoración haciéndose ellos el centro de la misma.

En la iglesia de Cristo se ha llegado al extremo de pensar que la adoración se trata de nosotros, de mis necesidades, de mis sentimientos, de mis experiencias, de lo que yo anhelo, y que si no se siente bonito en la adoración o la alabanza es porque aquí no está Dios.

La adoración  (como en toda la vida cristiana) no se trata de nosotros, se trata de DIOS. Salmo 29:2.

La sana doctrina es lo que la madera al fuego, su combustible, si queremos una fogata grande debemos usar mucha madera, así también, si deseamos ser adoradores en espíritu y en verdad, debemos conocer y vivir la sana doctrina.

La adoración y alabanza debe de ser un deleite, un tiempo único y especial, en el cual como cuerpo de Cristo, como su amada, como los redimidos le entonamos cánticos con todo nuestro ser, sin embargo muchas veces estamos distraídos, pensativos en la eternidad del cangrejo, apáticos, indiferentes, o simplemente inactivos, la adoración pasiva no es un término en sí, no hay tal cosa en la biblia, toda adoración a DIOS debe de ser activa, participativa.

¿Por qué pasa esto? Por la sencilla razón de que desconocemos QUIEN ES DIOS, pues si basamos nuestra adoración a los sentimientos, las emociones o a nuestra condición humana, NO VAMOS A TENER GANAS DE ADORARLE. DIOS mismo es nuestro deleite, no lo que nos da o puede dar, la sana doctrina nos hace ver a nuestro DIOS en la perfección de sus atributos, en la maravilla de su carácter, en la abundancia de su gracia  y en la majestad de su dominio soberano del universo.

La Sana Doctrina Nos Dice El Motivo Por El Cual Debemos Adorar A DIOS: POR QUE EL ES DIOS. Salmo 95.

La Escritura nos enseña que Dios nos ha rescatado de nuestro pecado, nos ha reconciliado consigo mismo y por amor y gracia se ha comprometido a proveer para todas nuestras necesidades, ahora y para siempre. Todas estas cosas son motivos para alabarle, adorarle, dar gritos de júbilo y postrarnos ante él en sumisión y obediencia.

Todo esto es lo que la Biblia quiere decir cuando habla de adoración. Y el Salmo 95 entre muchos otros salmos  nos muestra que esta adoración es alimentada por la sana doctrina.

Pero eso no es todo, La Sana Doctrina También Nos Enseña Como Adorar A Dios.

A lo largo y ancho de toda la Escritura, Dios nos muestra una y otra vez que le importa cómo le adoramos. Cuando Dios rescató a Israel y le dio su ley, les dijo que no adorasen a otros dioses, y además les dijo que no lo adorasen a él a través de imágenes (Éx. 20:2-
6; Dt. 4:15-18; 12:31: “Esto nos recuerda que hay dos maneras de cometer idolatría: adorar a cualquier cosa que no sea el verdadero Dios o adorar al verdadero Dios de manera inadecuada”.

La biblia nos da claros ejemplos de gente adorando DE UNA MANERA QUE DIOS NO LES PIDIÓ:

·         Génesis 4: 1-6.
·         Éxodo 32: 1-6, 15-24.
·         Levítico 10:1-2.
·         1ª Samuel 13: 8-13.
·         2ª Samuel 6:6-7.
·         Hechos 10.25-26.
·         Hechos 14:12-14.

El Nuevo Testamento es muy claro y  nos dice cómo debemos adorar. 

·         Con Agradecimiento (Col. 3:17).
·         Con Reverencia (He. 12:28-29).
·         En Unidad (Ro. 15:6).
·         En Espíritu Y En Verdad (Juan. 4:24).
·         Decentemente (1 Co. 14:40).
·         De Manera Que Edifiquemos A Todo El Cuerpo (1 Co. 14:26).

El acto de adoración colectiva es tanto vertical (hacia DIOS) como horizontal (a nuestros hermanos), nuestros cantos, nuestros aplausos, los gritos de júbilo, la danza, etc. Sirve para edificar y ministrar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo: Efesios 5:19 y Colosenses 3:16.

Para adorar a Dios correctamente, necesitamos saber cómo Dios quiere ser adorado, y él ha revelado esto en su Palabra. Por tanto, la sana doctrina nos enseña cómo adorar. Nos prepara para seguir el guion que Dios mismo ha escrito para la adoración.

Sin lugar a dudas la cultura en la que nos encontremos influye mucho en cuanto al estilo musical con el cual adoramos, sin embargo debemos plantearnos una pregunta siempre que adoremos con música: ¿La letra de la canción y su ritmo honran y dan Gloria a DIOS? O solo hablan de las cosas de DIOS o temática cristiana.

La adoración no es un éxtasis emocional que aparece de repente, ni tampoco un estado de la mente tipo meditación y éxtasis  que se puede obtener a través de la relajación. Al contrario, es la respuesta a Dios de nuestro corazón, mente, alma y fuerzas; la respuesta a su glorioso ser y a sus obras poderosas.

No fomentemos la adoración centrándonos en la adoración, sino llenando nuestras mentes con una visión completa  de la belleza y la santidad de Dios. Esto significa que la música no es lo que dirige nuestra adoración. En realidad, la música —y me refiero a cantar como congregación— es un vehículo para nuestra adoración

Es más, la adoración genuina  depende muy poco de la música  que acompaña a nuestro cantar. La música instrumental en la iglesia debería apoyar el cántico congregacional, pero un cierto estilo de música no es la llave que desata nuestra adoración. Esa llave es la gloria y la majestad de Dios.

Debemos empezar a dejarnos llevar por la adoración, pero no a la manera mal interpretada que se ha dado en los últimos tiempos, lo que debemos hacer es proponernos glorificar a nuestro DIOS como Él se merece y nos lo pide en su palabra.

Eso requiere esfuerzo y dedicación de nuestra parte para dejar a un lado la apatía y la indiferencia que muchas veces mostramos, no basta con venir a la iglesia (no le hacemos ningún favor a nadie y menos a DIOS) debemos de ADORAR a DIOS, a la manera de DIOS y con el corazón correcto que nos da solo la palabra de DIOS.














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