lunes, 3 de junio de 2019

El Evangelio De Juan 127. Del Pretorio Al Calvario: La Bendición De Llevar La Cruz. Juan 19:19-24. Lucas 23:26-33.


El juicio de Jesús ha terminado, las tres etapas, que fueron una verdadera humillación para el Justo, Santo e Inocente de DIOS, pues fue tratado siempre como culpable y puesto a la par de los más terribles malhechores, ha llegado a su fin, la sentencia, como se había planeado con anterioridad fue: culpable de muerte.

Poncio Pilato hizo todo lo que pudo para evitar dicha sentencia, no porque creyera en Jesús, más bien por un temor derivado de la superstición y el morbo, además no era precisamente amigo de los dirigentes judíos, no deseaba agradarlos, por ello es que cada vez que pudo, les restregó en la cara la inocencia de Jesús.

Aun así, al mismo tiempo el temor que tenía de que los dirigentes alborotaran al pueblo y armaran una revuelta, justo en el día en que mayor concentración de judíos había en Jerusalén, esto para celebrar la pascua, provocó que doblara las manos, y accediera a crucificar al Señor, no sin antes mandarlo azotar de manera cruel y despiadada, con el fin de liberar un poco de tensión y así tal vez, tener contentos a todos.

Pero sus planes no dieron resultado, tiene que sucumbir ante el grito popular de crucificar a Jesús y soltar a Barrabás, incitados por los fariseos hasta se atrevieron a gritar: su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos, Pilato entonces, en un acto simbólico, se lavó las manos delante de ellos y lo entregó para ser crucificado.

El día de hoy veremos lo que aconteció en el camino del pretorio al calvario, nuevamente nos vamos a apoyar mayormente en los evangelios de Juan y de Lucas, pues de hecho este segundo, Lucas, contiene un relato exclusivo de lo que ocurrió mientras el Señor en el trayecto.

Lucas 23:26 Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.

Según la costumbre y de acuerdo con la ley judía, la ejecución debía realizarse fuera de la ciudad. Levítico 24:14. Números 15:35-36. Hebreos 13:11-13.

Los condenados a ser crucificados tenían que llevar su propia cruz, hay algunos teólogos que proponen que lo que en realidad cargaban era solamente le viga horizontal siendo que la vertical estaría ya enterrada en el lugar en el Gólgota (me apego más a esta teoría), otros dicen que, si era toda la cruz, no tenemos ningún problema en este punto sea cuál sea la postura, lo que sí es importante saber, es que una vez en el Gólgota, Jesús fue colgado en una cruz, no solamente sobre un madero o viga vertical, como algunos grupos sectarios indican.

Jesús también fue obligado a cargar su propia cruz, pero no fue por mucho rato. El tremendo cansancio físico hizo que le fuera imposible llevar la cruz muy lejos, este pasaje solamente reitera la completa humanidad del Señor, su cuerpo, como el de cualquier otro ser humano, era susceptible al hambre, la sed, el sueño el cansancio y todas las demás necesidades fisiológicas.

Tan solo hay que considerar lo que había soportado en las ultimas quince horas:

·         La tensión en el aposento alto.
·         La traición de Judas.
·         La agonía en Getsemaní.
·         La deserción de sus discípulos.
·         La tortura de un juicio totalmente hipócrita ante el Sanedrín,
·         Las burlas en el palacio de Caifás.
·         La negación por parte de su discípulo más prominente.
·         El juicio ante un juez injusto, Pilato.
·         La declaración de la sentencia de muerte sobre él,
·         La terrible experiencia de ser azotado y abusos cometidos por los soldados en el pretorio.

Humanamente hablando, era imposible que pudiera cargar la pesada madera de al menos 50 kilogramos, cuando Jesús sucumbió bajo su carga, los legionarios, ejerciendo su derecho de requisición o de hacer demandas al pueblo, obligaron a Simón un cireneo u hombre de Cirene, una ciudad ubicada en una llanura a diez millas del mar Mediterráneo, en lo que actualmente es Libia, a que llevara la cruz de Cristo por el resto de la distancia.

Simón es obligado por los soldados que conducen a Jesús hacia el Calvario a que preste este servicio, quizás por la fuerza, Así que muy probablemente de mala gana Simón lleva la cruz de Cristo parte de los 650 metros que es la distancia entre el pretorio y el lugar de la clavera, llega al calvario y es testigo de lo que allí ocurre.

27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.

Los versículos precedentes podrían haber dejado la impresión de que casi todos en Jerusalén estaban contra Jesús, pero desde que Pilato trato de usar la influencia de Jesús, nos dimos cuenta de que esa influencia había terminado, no por casualidad, a propósito, DIOS permitió que esto parara, de no ser así el Señor no hubiese sido crucificado.

Pero si hubo quienes eran seguidores fieles. Y hubo también quienes por lo menos simpatizaban con él. En aquella gran multitud que seguía a Jesús había algunas mujeres que sentían mucho pesar por el Maestro. Varios comentaristas creen que ellas eran miembros de una sociedad de mujeres caritativas de Jerusalén.

Mientras Jesús seguía avanzando con gran dificultad, y ellas ven sus rasgos torturados, su aspecto enteramente agotado, lloraban. Sus corazones se conmovieron ante él con una genuina compasión. De hecho, estaban golpeándose el pecho en señal de lamentación por él. Estos son el tipo de detalles que al médico amado Lucas no se le escapaban, no nos sorprende porque solo su evangelio los recopiló.

Estas hijas de Jerusalén no deben ser confundidas con mujeres tales como María Magdalena, Juana, Susana, etc., que de sus propios bienes habían ayudado a sostener a Jesús y a los Doce. Aquellas mujeres eran discípulas de Jesús; las hijas de Jerusalén no lo eran. Este hecho explica también lo que sigue a continuación:

28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.

Para Jesús, aunque ahora mismo él está sufriendo y aunque durante las próximas horas él estará sufriendo los tormentos infernales, su futuro es seguro. Pero, a menos que estas mujeres se arrepientan, su futuro no lo es. Tampoco lo es él de sus hijos. En gran medida la población de Jerusalén estaba formada por personas no regeneradas. Además, Dios no permite que la falta de arrepentimiento pase sin castigo, si alguien debía estar preocupado por su futuro, ese no era Jesús, eran ellas.

Aun en medio del dolor, la agonía y el sufrimiento, el Señor se da tiempo de anunciar lo que vendrá sobre Jerusalén en 70 años aproximadamente. Los sufrimientos relacionados con la caída de Jerusalén serían un terrible preludio al sufrimiento eterno. 29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.

Tan terribles sufrimientos sobrevendrían a la ciudad que se considerarían bienaventuradas las mujeres que no tenían hijos. El enemigo destruiría a los habitantes de Jerusalén sin mostrar ninguna consideración en cuanto a sexo o a edad. Sin duda como parte del juicio de DIOS a la ciudad que adultero, prefiriendo su orgullo que su Salvador, y eso solo es el comienzo, sin arrepentimiento, el destino eterno, será mucho peor.

30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.

Con algunas variaciones, este dicho aparece tres veces en las Escrituras. En primer lugar, se encuentra en Oseas 10:8. Tan horroroso iba a ser el juicio divino contra Samaría que en agonía mortal el pueblo anhelaría, pero en vano, ser cubierto por las montañas y los cerros que se derribaban.

En este pasaje, la escena como si esto fuera posible, es aún más horrible, se sabe por los escritos del historiador Flavio Josefo, que la caída de Jerusalén en el año 70 a manos del general romano Tito, fue espeluznante, los atropellos cometidos fueron tan atroces, que seguramente mucho hubieran preferido que les cayeran los montes encima.

Lo mismo sucederá en el día final, a todos aquellos que insistan en vivir una vida en pecado, sin acudir a DIOS por medio del sacrificio de Cristo. Apocalipsis 6:16-17.

El Señor Jesús continua con su lamento sobre las hijas de Jerusalén y les dice: 31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco qué no se hará?

Jesús está haciendo uso de un proverbio común. Está trazando un contraste entre la leña verde, esto es, madera húmeda, y la seca. La madera seca arde y se consume rápidamente; cuando la madera aún está verde y húmeda, no ocurre así. Por tanto, si aún se quema la madera verde, entonces ciertamente la madera seca arderá y será consumida. No es necesario un manual de usos y costumbres hebreas para entender este refrán.

La madera verde representa a Jesús, la madera seca sus enemigos que no se han arrepentido; uno podría decir que los judíos en su estado impenitente. Si Dios no escatimó a su propio hijo Jesús, entonces el juicio divino caerá completamente y con una severidad no amortiguada sobre el pueblo judío si persisten en la incredulidad y en la desobediencia.

Esta es una explicación muy lógica y en armonía con el contexto, porque, como se ha explicado en el versículo inmediatamente precedente, Jesús ha anunciado el castigo que se infligiría a Jerusalén.

32 Llevaban también con él a otros dos, que eran malhechores, para ser muertos. 33 Y cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.

La palabra griega para Calavera es Kranion de donde viene nuestra palabra en castellano para cráneo. En la Vulgata, la Versión latina de Jerónimo específicamente, Kranion se tradujo Calvaria parecido a Calvario. La mayoría coinciden que se nombró así este lugar porque entre las muchas protuberancias rocosas que allí había, alguna tenía la forma de un cráneo.

A ciencia cierta todo lo que realmente sabemos es que Jesús fue crucificado fuera del muro de la ciudad, específicamente el muro norte donde actualmente se encuentra La Iglesia del Santo Sepulcro. Junto al Señor iban otros dos, eran malhechores, de ellos nos ocuparemos en las próximas semanas.

Lucas y Juan solo usan tres palabras: allí lo crucificaron. Una frase muy corta para describir el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad: la consumación de nuestra redención. Fueron los soldados romanos quienes ejecutaron la orden, como es claro del pasaje paralelo en Marcos 15:16-24.

De acuerdo con algunos académicos, parece que los romanos aprendieron la crucifixión de los cartagineses quienes la utilizaban contra los esclavos, los rebeldes, los piratas, los cautivos de guerra y contra los criminales más sanguinarios.

Es por ello que la crucifixión era considerada como la forma más humillante de morir: clavado, semidesnudo, con un cartel sátiro sobre la cabeza y expuesto a la intemperie hasta que la inanición, las heridas y la asfixia acababan con la vida del reo.



Además, tanto las vestimentas como pertenencias del crucificado podían ser reclamadas tanto por el centurión como por los soldados del grupo de ejecución. Debido al carácter humillante descrito, la crucifixión era una práctica vetada para los ciudadanos romanos condenados a muerte. Un noble siempre se merecía el mejor de los tratos y hasta en las ejecuciones se mantenía esa ley.

Así, en el caso de que un ciudadano romano fuese condenado a muerte, antes recibía la honorable muerte de la decapitación o mediante la práctica de seccionar la médula en la zona del cuello por el filo de una espada (algo similar al estoque en los toros).

Incluso en casos de alta traición estaba mal visto colgar a un ciudadano romano que, por propia concepción, prefería morir a espada antes que la muerte lenta, dolorosa y vergonzosa de la crucifixión, donde no sólo la muerte tardaba en llegar, sino que el reo se convertía en espectáculo público y objeto de mofa. 

Antes de comenzar el suplicio de la crucifixión, era costumbre dar una bebida narcótica (vino, con mirra, e incienso) a los condenados; con el fin de mitigar un poco sus dolores. Cuando presentaron a Jesús este brebaje, no quiso beberlo. Marcos 15:23. Iba por propia voluntad, determinado a cumplir cabalmente los dolores necesarios para efectuar nuestra redención.

Con los brazos extendidos, pero no tensos, las muñecas eran clavadas en él madero. De esta forma, los clavos de un centímetro de diámetro en su cabeza y de 13 a 18 centímetros de largo, eran puestos para sujetar su cuerpo. La posibilidad de una herida dolorosa era grande, al igual que la lesión de vasos arteriales. El clavo penetrado destruía el nervio lo cual producía tremendas descargas de dolor en ambos brazos. El empalamiento de varios ligamentos provocaba fuerte contracciones en la mano.

Los pies eran fijados al frente de la cruz siendo atravesados por en medio del empeine con unos grandes clavos de hierro. Los padecimientos físicos ya tan violentos al hincar los clavos, en órganos por extremo sensibles y delicados, se hacían aún más intensos por el peso del cuerpo suspendido de los clavos, por la forzada inmovilidad del paciente, por la intensa fiebre que sobrevenía, por la ardiente sed producida por esta fiebre, por las convulsiones y espasmos, y también por las moscas que la sangre y las llagas atraían.

Al momento de estar clavado en vertical en la cruz, sus brazos se estiraron intensamente, probablemente hasta 15 centímetros, y ambos hombros tuvieron que haberse dislocado esto por la gravedad que empuja el cuerpo hacia abajo. Salmo 22:14.

Una vez que colgó de la cruz se va dando una muerte lenta y dolorosa (es un dolor excruciante el dolor era tan insoportable que no había palabras para describirlo así que se inventó una nueva palabra: excruciante –de la cruz-  para dar descripción a ese dolor)

Se va agonizando por asfixia, El efecto principal de la crucifixión, aparte del tremendo dolor, que presentaba en sus brazos y piernas, era la marcada interferencia con la respiración normal, particularmente en la exhalación. Lo cual provocaba la sensación de ahogamiento.  Para poder exhalar tenía que apoyarse en sus pies, que estaban fijos por clavos al madero, al hacerlo los clavos iban desgarrando la carne hasta finalmente quedar incrustados.

Después de sufrir un martirio para exhalar, descendía para inhalar otra bocanada de aire y nuevamente tenía que empujarse hacia arriba raspando su espalda ensangrentada en la áspera madera de la cruz, este proceso continuaba hasta que ya no pudiera empujarse hacia arriba para respirar para entonces morir, Jesús aguanto esto durante 3 horas.

Para acelerar el proceso los soldados quebraban las piernas de los sentenciados para evitar que pudieran “subir” a tomar aire, así la muerte llegaba en cuestión de minutos, pero con Jesús ni sucedió así.  Bien se ha dicho que la persona que era crucificada moría un millar de veces.

Sin embargo, en el caso de Jesús, el énfasis no debe ponerse en las torturas físicas que soportó. Se ha dicho que solamente los condenados en el infierno sabrán cuánto sufrió Jesús mientras estaba muriendo en la cruz. En un sentido esto es verdad, porque ellos también sufren la muerte eterna. Sin embargo, uno debiera añadir que ellos nunca han estado en el cielo. El Hijo de Dios, por otra parte, descendió desde las regiones del deleite infinito donde estaba en la comunión más estrecha con su Padre a las profundidades del abismo del infierno.

Fue una gran injusticia que Jesús fuese crucificado entre dos delincuentes, como si él mismo también fuese un criminal. Sin embargo, visto a la luz de la providencia divina, fue también una honra. ¿No es verdad que Jesús vino a la tierra con el fin de buscar y salvar lo que estaba perdido? ¿No era amigo de publicanos, y pecadores?

Al crucificar a Jesús entre estos dos delincuentes muy seguramente era intención de Pilato insultar más aun a los judíos, decirles Tal es vuestro rey, oh judíos, uno que no es mucho mejor que un bandido y que por lo tanto merece ser crucificado entre dos de ellos.

Como quiera que haya sido, una cosa es segura, la profecía de Isaías 53:12. Y fue cumplida en forma gloriosa. Seguiremos el relato, pero ahora en el evangelio de Juan.

Juan 19:19 Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS. 20 Y muchos de los judíos leyeron este título; porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad, y el título estaba escrito en hebreo, en griego y en latín.

Pilato hizo que se escribiera un título. Mateo 27:37. Marcos 15:26 y Lucas 23:38, sobre la cabeza de Jesús. Hay quienes señalan el hecho de que las palabras que lo componen difieren en los cuatro Evangelios y por lo tanto hay contradicciones en la Biblia. Pero este argumento es fácil de refutar. Sin duda que no fue necesario que cada uno de los autores de los Evangelios escribieran todas las palabras. Cada uno de ellos da la sustancia, tal como la ven.

Mateo dice que el titulo tenía inscrito ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.
Marcos afirma que la inscripción decía: EL REY DE LOS JUDÍOS.
La versión que da Lucas de la inscripción dice: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.
Y según Juan, quien estuvo presente y debe haberlo visto, el título decía: JESÚS NAZARENO REY DE LOS JUDÍOS.

¿Dónde, exactamente dónde, está la discrepancia? ¿Acaso la persona que ha visto un accidente es mentirosa porque no informa de todo lo que ha ocurrido?

El título completo debe haber sido aproximadamente así: ESTE ES JESÚS DE NAZARET EL REY DE LOS JUDÍOS. 



Como el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad y había tantos judíos en la ciudad y fuera de ella, quienes acudieron a Jerusalén de todas las direcciones para asistir a la fiesta de Pascua, este título lo leyeron muchos. Además, incluso los que provenían de lugares distantes y habían olvidado el arameo, pero sabían griego podían interpretar el título. Estaba escrito en arameo, que era la lengua que hablaban los judíos de Palestina, en latín, lengua oficial del gobierno, y en griego, lengua mundial del comercio y la cultura.

Está escrito en varios idiomas a propósito, es nuevamente la providencia divina, todo el mundo debe poder leer este título. He aquí un Salvador que tiene significado mundial. Dios mismo fue quien en su maravillosa providencia había dirigido la mano de Pilato. Esto no hace en modo alguno a Dios responsable de los motivos de Pilato al escribir el título. Ni tampoco significa que Dios interpretó el título como lo hizo el gobernador.

Pero las palabras, como tales, sin embargo, fueron verdaderas. Eran verdaderas por cuanto el rey de los judíos es crucificado para que pueda ser el rey de un reino espiritual que no reconoce diferencias nacionales ni raciales, un reino en el que los judíos de lengua aramea, los romanos y los griegos, los elegidos de todo linaje y lengua y pueblo y nación Apocalipsis 5:9, son los ciudadanos.

21 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

Para los principales sacerdotes este título es una ofensa. Con toda probabilidad Pilato lo había planeado como tal. Estos dignatarios judíos llegan al gobernador con la exigencia, No escribas: Rey de los Judíos, sino que dijo: Soy rey de los judíos.

Para los principales sacerdotes y quizá todavía más para los fariseos miembros del Sanedrín la idea de que era crucificado el Rey de los Judíos, la Esperanza de Israel, era un trago amargo de tomar. Se hizo todavía más amargo cuando reflexionaron acerca del hecho de que esta maldición había sido pronunciada sobre él a petición de ellos mismos.

Esto no puede ser. Pilato debe a toda costa cambiar el título por una descripción del crimen que Jesús había cometido. ¿Acaso no había cometido el crimen de proclamarse rey de los judíos? Pero esta vez Pilato no quiere ceder.

Todavía lleno de ira por la gran derrota sufrida, por lo menos se apuntará una pequeña victoria. Su respuesta concisa y brusca Lo que he escrito, he escrito. Y parece como si escucháramos la voz de Dios que confirma esta exacta afirmación. También él dice, “Lo que yo he escrito, he escrito”.

23 Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo. 24 Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.  Y así lo hicieron los soldados.

Como era de costumbre, los vestidos que había llevado el condenado se dividían entre los que ejecutaban la sentencia, parecería que la idea no es que se dividió o partió un vestido en cuatro partes, en este caso, ¿para qué echar suertes? sino que había cuatro prendas de vestir, y que cada uno de los soldados se quedó con una. Estas prendas eran de valor desigual; por esto los soldados como resulta claro en los Sinópticos, echaron suertes, dados, quizá.

Se ha indicado que estas cuatro prendas eran: pañuelo de cabeza, sandalias, cinturón, y manto.

Pero había una quinta prenda, la túnica completa, de un solo tejido de arriba abajo. Esta era la prenda que se llevaba directamente sobre el cuerpo. De haber habido sólo cuatro prendas, no hubiera habido problema, porque los soldados eran cuatro; en consecuencia, una para cada uno. Pero ¿qué hacer con la quinta? Ese era el problema.

Cortar esta prenda y darle a cada soldado una parte no habría sido útil para nadie. Muy poco se podía hacer con una parte de una prenda. Por ello deciden no hacerlo así. En lugar de ellos deciden que la túnica, de una sola pieza, tejida de arriba abajo, debe sortearse, aunque esto implique que uno de los hombres fuera a recibir más que los otros.

Ahora bien, en todo esto se estaba cumpliendo una profecía, la que se encuentra en Salmo 22:18, citado exactamente de la LXX. Este es el más famosos de los salmos mesiánico y es en parte un relato de la vida misma de David, quien es un tipo de Cristo en el A.T.

Es evidente que la profecía del Salmo 22 se refiere tanto a la división de los vestidos como al sorteo. Una profecía más cumplida en Cristo. Si desea saber más acerca de las profecías mesiánicas y su asombroso cumplimiento en la persona de Cristo, le recomiendo la serie de media semana Bibliología: cimientos de una fe inteligente.

Por el momento, prefiero enfocarnos en otra situación, el hecho de que el Señor quedo descubierto al colgar de la cruz, Jesús llevó por nosotros la maldición de la desnudes para librarnos de ella. Génesis 3:7-11,21. 2ª Corintios 5:1-4. Gálatas 3:27. Apocalipsis 19:7-8.
Lo que los soldados le hicieron a Jesús cuando lo desnudaron y luego se repartieron sus vestidos, por sorteo, nos debería estremecer de horror. Así lo sugieren las palabras: Y así lo hicieron los soldados. Hicieron lo vergonzoso. Sin embargo, por medio de esta acción vergonzosa se cumplió el plan eterno de Dios, en consecuencia, también la profecía. Una vez más la providencia está actuando directamente en favor de la Gloria de DIOS.

Todo este pasaje está repleto de actos providenciales divinos:

·         La repartición de los vestidos.
·         Las suertes por la túnica sin costura.
·         El letrero anunciando al mundo que el Rey ha dado su vida en salvación por muchos.
·         Ser crucificado entre dos ladrones.
·         El paso de Simón de Cirene en el momento y lugar preciso. Marcos 15:21.

Este último, simón, es quien se ve directamente favorecido por la providencia de DIOS, el evangelio de Marcos, fue escrito originalmente para un público de origen romano, menciona a Simón, el padre de Alejandro y de Rufo, como si dijese, gente que ustedes, en Roma, conocéis. Romanos 16:13.

Evidentemente la madre de Rufo, la esposa de Simón, había hecho algún servicio maternal a Pablo, por lo tanto, el servicio que Simón prestó, aunque inicialmente fue forzado, se convirtió en una bendición genuina para él, para su familia y para muchos otros. Providencialmente Simón presenció la conducta de Jesús y sus palabras desde la cruz y lo impresionaron tanto que se convierte en cristiano. Posteriormente él y su familia viven en Roma.

Simón, al igual que nosotros, no eligió seguir a Jesús y no eligió llevar su cruz, fue DIOS quien lo eligió en ambas labores, exactamente como pasa con todos y cada uno de los verdaderos cristianos, si le hubieran dado a elegir a Simón ¿Qué crees que hubiera dicho? Al igual pasa en nuestras vidas, si DIOS nos preguntara si deseamos seguir a Cristo y llevar su cruz, nadie responderíamos afirmativamente.

Además, a Simón le pareció al principio una dura prueba, pues fue una situación muy difícil de sobrellevar:

·         Los soldados iban atrás de ellos arreándolos.
·         La multitud gritaba eufórica.
·         Se acercaban a Jesús para burlarse.
·         El sanedrín también detrás iba mofándose.
·         Y el patíbulo de al menos 50 kilogramos de peso en la espalda.

Pero lo que en un principio fue una tribulación intensa, después se convirtió en la más grande bendición de su vida: la salvación de su alma y la de su familia. No nos quejemos de las duras pruebas que el Señor en su providencia nos permite pasar, mejor gocémonos, pues eso crea en nosotros un mayor peso de gloria. 2ª Corintios 4:17.

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