lunes, 3 de julio de 2017

El Evangelio De Juan 30: Yo Soy. Juan 4:25-26.

El evangelio de Juan es muy diferente en contenido y estilo de los otros 3 evangelios, eso lo venimos diciendo desde el principio de esta serie, una de las cualidades que lo distingue es que contiene relatos exclusivos, como la entre vista con Nicodemo y la entrevista con la mujer samaritana en el pozo de Jacob, a las orillas del monte Gerizim, en samaria.

Esta entrevista, es guiada por Jesús con el propósito de iluminar la mente y corazón de la mujer y así guiarla al don del agua de vida que salta para vida eterna, a esto se le conoce como pedagogía divina, la misma que aplicó con Nicodemo.

En este relato, encontramos que Jesús y la samaritana tocan 4 puntos importantes, 3 de ellos los vimos en las semanas pasadas:

1.    El agua de vida que es el don de la vida eterna.
2.    La confrontación de la vida de pecado.
3.    La genuina adoración.
4.    Jesús es el Cristo.

Cuando la mujer samaritana es confrontada por su inmoral y pecador estilo de vida, poco a poco fue ablandándose su corazón, aunque todavía no al 100%, pues quiso disimular cambiando hábilmente de tema, y aunque su interés era real en la genuina adoración, también era para distraer la atención de su vida pecaminosa.

Para lo que no estaba preparada la mujer era para la sabia respuesta de Jesús, quien le responde a la mujer samaritana y a todos nosotros de paso, las tres grandes preguntas de la adoración:

¿Dónde adorar?
¿Qué adorar?
¿Cómo adorar?

¿Dónde? En cualquier lugar, como individuos y como iglesia, no podemos separar una de otra, y nos estamos limitados a un solo lugar físico, ni en el monte Gerizim exclusivamente ni en Jerusalén exclusivamente, no más limitaciones físicas.

¿Qué? Al DIOS de la Escritura, no a un dios de nuestra imaginación, pero para hacerlo es necesario conocer a DIOS, y para hacerlo única y exclusivamente es por medio de su palabra, no solo leerla, escudriñarla y siendo discipulados constante y permanentemente.

¿Cómo? De todo corazón y basados en su palabra revelada a sus hijos.

Los siguientes dos versículos nos muestran la reacción de la mujer samaritana y la gran exclamación de divinidad de Jesús: 25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

Los pensamientos de la mujer se dirigen ahora hacia la venida del Mesías. El profundo conocimiento que el extraño tenía de su vida, y su penetrante discernimiento sobre la esencia de Dios y sobre la verdadera adoración, la hacen pensar en unas tradiciones que, parten de Deuteronomio 18:15, 18, habían llegado hasta el pueblo de Samaria.

Debemos entender que la mujer aun no terminaba de asimilar las palabras de Jesús, y aunque habló de la llegada del Mesías, no reconocía al extraño delante de ella como tal, aun no se había dado cuenta que estaba frente a Jesús el Cristo.

No es la única ocasión en la cual las Escrituras nos muestran un pasaje similar, en el cual los personajes se encuentran frente a frente con el Señor Jesucristo y ni siquiera le reconocen. Lucas 24.14-32.

La semana pasada adentramos en este punto, la iglesia que no conoce a DIOS y para vergüenza nuestra lo dice el apóstol Pablo, no creamos a un dios de la imaginación como los samaritanos, no caminemos al lado de un Jesús que no reconocemos, busquemos conocerle y el poder de su resurrección por el único medio posible: Su Palabra.

También entre los samaritanos existía una expectación mesiánica, no solo los judíos esperaban su llegada triunfante y reinante. Sin embargo, la esperanza de esta mujer era vaga en cuanto al tiempo de su cumplimiento: “…cuando él venga”; puede ser mañana, pero también puede ser de aquí a muchos años.

Pero, lo que hay que hacer resaltar es que ahora esta mujer ya tiene una esperanza más certera, la mujer ya empieza a anhelar la venida del Mesías, de aquel que le dirá lo que hay que hacer con su pecaminosa condición; más aún, el que le declarará todas las cosas, no sólo a ella sino también a su pueblo.

Todo esto dio pie para una de las revelaciones más sublimes de parte de Jesús en la Escritura: Jesús le dijo: Yo soy, (El Mesías, El Cristo) el que habla contigo.

Algunos se han preguntado ¿Por qué Jesús se le reveló a ella como el Mesías y no lo hiso con todos los que tuvieron contacto con él? La respuesta es que pareció bien al Padre el ocultar esta gran realidad a los sabios y entendidos, y revelarla a sus hijos predestinados Mateo 11:25-26.

Algo que no podemos pasar por alto, ni restarle importancia es la gran afirmación de Jesús, misma que da en repetidas ocasiones en este evangelio: Yo Soy.

Juan a propósito hace referencia al tetragrama hebreo YHWH: Yo Soy, pues es una relación de divinidad directa en la persona de Jesucristo y no solo eso, sino que lo hace uno mismo con DIOS: Éxodo 3.14.

YHWH: YO SOY, comúnmente traducido en la Reyna Valera 1960 como Jehová. Jehová es una variante ampliada de formas más breves como JAH Salmo 68:4   e Isaías 12:2, Hallelu-jah, de donde deriva nuestro "aleluya" (alabad a Jah).

¿Por qué JEHOVÁ y no Yahvé? Un traductor alemán del siglo XVI escribió el nombre YHVH (YHWH) utilizando las vocales de Adonaí debido a que los textos judíos antiguos que estaba traduciendo tenían las vocales de Adonaí debajo de las consonantes de YHVH. Al hacerlo ideó el nombre YaHoVah.

El decir YO SOY es un nombre muy sagrado, aplicado sólo a Dios, nunca se aplica a nadie más y no hay un significado o aplicación secundaria, como ocurre con el nombre “Elohim” por ejemplo, que en vagas ocasiones puede significar jueces o príncipes.

YO SOY revela a Dios como “el Ser que es absolutamente auto existente y que, en sí mismo, posee la vida esencial y la existencia permanente”.
Cuando Moisés preguntó el nombre de Dios, Él respondió: “YO SOY EL QUE SOY”, un título que no sólo expresa Su auto existencia, sino también su inmutabilidad de carácter. “Yo soy lo que soy” es el significado real. Él dice: “Yo soy lo que estoy diciendo que soy”. En él no hay mudanza, ni sombra de variación Santiago. 1:17. Hebreos 13:8.

Erróneamente hay predicadores de corte arminiano-antropocentrico (Todos los cristianos al final de cuente somos o calvinistas o arminianos, no por ser seguidores de alguno de estos dos hombres, sino por el tipo de doctrina que vivimos) que bajo el argumento de que DIOS es eternamente auto-existente, afirman que la soledad en esa eternidad es lo que lo llevo a crear al ser humano, afirman que DIOS sin nosotros estaría “incompleto” y falacias por el estilo.

·         Nosotros fuimos causados por Él, pero Él no fue causado por alguien.
·         Nosotros dependemos de Él para nuestra existencia, pero Él no depende de nadie. Nuestra existencia terrenal pasa como por un reloj de arena, pero Él permanece.
·         Él era Dios, es Dios, y será para siempre Dios.

Conocer que DIOS ES AUTOEXISTENDE debe ser una de las verdades que más nos infunda reverencia y humildad ante Él, Él es absolutamente libre de necesidad o dependencia.

Su existencia, el cumplimiento de Su voluntad, y Su felicidad no dependen de ninguna persona o cosa fuera de Sí mismo. Él es el único ser que es verdaderamente Auto-existente, Auto-sustentador, Auto-suficiente, Independiente, y Libre.

Todos los demás seres reciben su vida y bienestar de Dios, pero todo lo que Dios necesita para existir en perfecta felicidad se encuentra en Sí mismo.

A Dios no le falta nada, no tiene necesidad, y no depende de nadie. Enseñar, o aún sugerir que Dios hizo al hombre porque Él se sentía sólo o incompleto, es absurdo y aún blasfemo.

La creación no es el resultado de una necesidad en Dios, sino el resultado de Su plenitud o abundancia. Enseñar que Dios necesita nuestra ayuda para manejar Su creación o cumplir Su voluntad es igualmente absurdo y blasfemo. Él no creó, porque tenía una necesidad, sino porque Él deseaba revelar la superabundancia de Sus perfecciones, gloria, y bondad.

Es cuanto nos damos cuenta de esto que empezamos a amarlo y glorificarlo, obedecerlo y adorarlo aún más, no le hacíamos falta, no nos necesita para nada, no somos indispensables en lo más mínimo, DIOS sigue siendo perfecto en majestad y Gloria sin nosotros, pero nosotros no somos nada sin DIOS, y a pesar de esa plenitud completamente independiente ¡¡NOS AMA!!

·         Salmo 36:9.
·         Hechos 17:24-25.

Tal vez para nuestras mentes finitas y con limitaciones propias de ser una criatura nos es difícil entender que haya un Ser sin causa, sobre todo porque en nuestro entorno diario todo tiene una causa.

Al conocer la AUTOEXISTENCIA nos damos cuenta no solo de las blasfemias que se propagan hoy en día, sino también de lo insignificantes que somos, de lo débiles, de lo fugaz de nuestras vidas y lo pequeño que es nuestro existir delante de un DIOS tan inmenso y es a partir de ahí que empezamos a adorarle aún más y más cada día.


Isaías 57:15. Nos da una muestra de la Auto existencia y al mismo tiempo del gran amor de DIOS. Hay muchos creyentes que se lamentan de la ausencia de Cristo, y están anhelando Su presencia, sin percatarse de que, en esos mismos momentos, Él les está hablando. 

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