domingo, 8 de julio de 2018

El Evangelio De Juan 83: El Complot Contra Jesús. Juan 11:45-57.


El día de hoy terminaremos nuestra exposición del capítulo décimo primero del libro de Juan, este relato es exclusivo de este evangelio y nos narra toda la situación en torno a la enfermedad, muerte, resurrección de amigo de Jesús Lázaro de Betania.

Jesús se encontraba relativamente lejos de la aldea donde yacía enfermo Lázaro, es por ello que sus hermanas, Marta y maría le envían un mensajero para avisarle en cuento a la situación, la respuesta del Señor fue esta: esta enfermedad NO es para muerte, sino para la gloria de DIOS, y todavía tarda un par de días más en partir a ver a su amigo.

Es en este lapso de 4 días que Lázaro muere, cuando el señor Jesús llega a la aldea de Betania, a 3 kilómetros de Jerusalén, llevaba 4 días en el sepulcro, lo cual, para el pensamiento del judío promedio de la época significaba que era un mal irremediable por completo, pues aun a los 3 días habría alguna esperanza.

La primera en salir a recibir al Maestro es Martha, acorde a lo descrito por Lucas en su evangelio, podemos darnos cuenta que era la más afanada de las dos hermanas, lo primero que ella atina a decirle al Señor es su confesión de fe personal: si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto, pero sé que todo lo que le pidas a DIOS, DIOS te lo concederá.

Para nada fue un reproche como algunas personas han malinterpretado, por el contrario, fue una majestuosa confesión de fe y plena certidumbre en la Palabra y persona de Jesús, al grado de ver la Verdad por encima de la realidad.

Después de entrevistarse con Martha, siguió el turno a María, quien por aviso de su hermana sale corriendo a encontrarse con él, y al verlo, lo primero que hace es rendirse a sus pies en actitud de sumisión y adoración y hacer la misma confesión que su hermana: si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto.

Pero detrás de María salieron corriendo también los judíos, que por la relativa cercanía con Jerusalén estaban presentes en la aldea de Betania para acompañar en su duelo a las hermanas, Jesús al verlos llegar sumergidos en dolor, al igual que Martha y María, lo primero que hizo fue indignarse, conmoverse dice el texto, indignarse en extremo es la traducción correcta.

Se indigna por los estragos que el pecado han traído a la corona de Su creación: el dolor, la enfermedad, el llanto, el desconsuelo y la muerte, que son solo algunas de las consecuencias del pecado, estaban todas presentes en todos a su alrededor, por lo cual el mismo dio muestras de su humanidad al derramar lágrimas por la situación.

Pero, como el mismo lo dijo por medio del mensajero, está enfermedad no es para muerte, es para que DIOS  y él mismo sean grandemente glorificados, así que sin perder tiempo, de inmediato comenzó a dar instrucciones al respecto.

Se dirigieron al sepulcro, una cueva tallada en una roca con una gran piedra en la abertura de la cueva, haciendo la función de puerta, manda a algunos de los presentes a que quiten la roca de la entrada, y es aquí donde Martha interviene: Señor, hiede ya, porque ya lleva 4 días en el sepulcro.

Martha, al igual que Pedro cuando caminó sobre las aguas, cometió el error de mirar las circunstancias en lugar de mantener sus ojos en Jesús, El peor error que podemos cometer en nuestro diario caminar como cristianos es quitar la mirada de Cristo.

Poner la mirada en Cristo no significa que ignoramos por completo los acontecimientos a nuestro alrededor, sino que nuestra atención la enfocamos en él, en sus promesas, en su Palabra, en su persona y no en las circunstancias que nos rodean,  Pedro sabía desde un principio que estaba por caminar sobre el mar, Marta desde hacía 4 días sabía que su hermano estaba sepultado, pero cuando su atención la dirigieron a Cristo, eso pasó a segundo plano, no fue lo que captó su atención ni cautivó sus corazones.

Poner la mira en Cristo no es un concepto abstracto, todo lo contrario, de una manera práctica lo hacemos cuando en lugar de dejar que la duda por las circunstancias que nos rodean nos ahoguen, nosotros preferimos:

·         Rendirnos a sus pies en sumisión.
·         Orar con gratitud.
·         Aferrarnos a su Palabra.
·         Descansamos en él: orando, leyendo, caminando en fe.
·         Seguimos nuestra relación con él sin vacilar.

Es aquí donde encontramos una de las frases de Jesús más sacadas de contexto por el cristianismo actual, que cree que es nuestra fe la que le dice a DIOS como actuar: ¿No te he dicho que si crees, verás la Gloria de DIOS?

Lo que quería comunicar Jesús, era que si Marta dejaba de pensar en el cuerpo sin vida de su hermano y concentraba su atención en Jesús, confiando completamente en él, en su poder y amor, vería este milagro como verdadera señal, como ilustración y prueba de la gloria de Dios reflejada en el Hijo de Dios.

Una vez que quitan la piedra, Jesús oró con el propósito de que los presentes se dieran cuenta sin lugar a dudas que lo que iba a ocurrir era porque Él estaba presente realizando el milagro, después de orar, se paró a las a fueras del sepulcro y grito con voz fuerte: Lázaro, acá, afuera.

Para no opacar la grandeza del milagro, seguimos el ejemplo del apóstol Juan, lo narramos de forma vívida pero sencilla, no tratamos ni trataremos de darle una explicación, pues por definición los milagros son hechos inexplicables, solo seguimos el texto: Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

En los siguientes 12 versículos encontramos 4 implicaciones que se dieron por el magno milagro realizado por el Señor Jesús, es en estos 4 puntos en los cuales vamos a dirigir nuestro sermón del día de hoy:

1.   El milagro hizo que muchos de los judíos, que antes habían mostrado enemistad hacia Jesús, llegaran a creer en él.
2.   Incrementó la ira de sus enemigos, quienes ahora, en una sesión oficial del Sanedrín, comenzaron a tramar su muerte.
3.   Se produjo gran exaltación entre la multitud pascual en Jerusalén.
4.   Fortaleció la fe de María y Marta y de los discípulos.

1.   Muchos llegaron a creer en Jesús. 45  Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.

El milagro que acaban de presenciar, hizo que muchos de los judíos que habían dudado y por lo tanto estado en enemistad con Jesús, de ahora en adelante creyeran en él.

Leemos que muchos de estos judíos que habían visitado el hogar de María para manifestar su pesar habían visto lo que Jesús había hecho. No sólo habían sido testigos físicos del milagro sino que lo habían estudiado, reflexionado y ponderado.

El verbo en griego para vieron es theaomai (θεάομαι, G2300), significa mirar con atención, examinar, mirar muy de cerca, así que el resultado fue que llegaron a creer en Jesús.

Aunque la expresión creyeron en él no se refiere necesariamente a la fe genuina y aunque, como lo indican los versículos siguientes, los dirigentes judíos interpretaron esta fe como lealtad hacia Jesús como señor terrenal, sin embargo, difícilmente se puede dudar que en el día de la resurrección milagrosa de Lázaro se agregaron al rebaño muchos creyentes sinceros en Jesucristo como Salvador espiritual.

Cabe aclarar que este de ningún modo es un pasaje que avale el hacer milagros como medio de propagación del evangelio, pues no podemos hacer doctrina de un libro histórico, además es un caso excepcional que no se compara con ningún otro milagro producido por nadie en las Escrituras, ni Moisés, ni Elías, ni Eliseo, ni Pedro ni Pablo hicieron un milagro de tal magnitud, pues aunque algunos resucitaron muertos, ninguna fue con más de 3 días de fallecido.

Los milagros fueran la señal que autentificaron el ministerio del Señor Jesucristo, para nosotros la autentificación es SU PALABRA, el mensaje del evangelio, debe de ser suficiente, nunca pensemos que si las personas vieran un milagro entonces creerían, por supuesto que todos querrían seguir a Jesús si reciben algún beneficio material de parte de él, pero esos seguidores solo serían interesados y no genuinos discípulos, como aquellos que lo siguieron al otro lado del mar solo por el pan que les dio de comer, como lo estudiamos en Juan 6.

2.   Enfureció aún más a sus enemigos. 46  Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.  47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.  48 Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. 49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;  50 ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. 51 Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53 Así que, desde aquel día acordaron matarle. 54 Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.

El milagro no fue bien recibido por todos, esta es una muestra más de que no son el mensaje, fue este gran acto de amor, que hizo que sus enemigos convocaran al gran sanedrín los 71 ancianos reunidos con un solo fin: como acabar con Jesús.

Algunos de los judíos, habiendo sido testigos del milagro y habiendo advertido su efecto sobre el pueblo, se volvieron incluso más violentos contra él. Alertado por los fariseos, un comité del Sanedrín que consistía de los 71 ancianos más sumos sacerdotes (ex sumos sacerdotes y miembros de familias de sumos sacerdotes, mayormente de saduceos) y fariseos, convocó una sesión del Sanedrín.

Explicaron a los miembros reunidos que la razón de convocar la sesión era para considerar el punto: ¿Qué estamos haciendo o: qué debemos hacer, porque este hombre está haciendo muchas señales?

Probablemente pensaban sobre todo en las señales

·         La curación del cojo.
·         La curación del ciego.
·         La alimentación del os 5000.
·         El vino en agua.
·         La sanidad del hijo del oficial.

Jesús hizo muchas señales abiertamente, pero no fueron las señales en sí mismas las que provocaron la furia y el temor, La razón de su escepticismo  se manifiesta en las siguientes palabras: Si dejamos las cosas así, todos creerán en él, y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar y nuestra nación.

Según lo veía el comité del Sanedrín, muy pronto todo el mundo aceptaría a Jesús como mesías político. Así sucedería a no ser que se tomaran algunas medidas.

Si no se hacía nada, los romanos, al oír que había un nuevo mesías que estaba a punto de dirigir una rebelión en contra del gobierno constituido, vendrían para quitarles a los judíos (sobre todo al Sanedrín) tanto su lugar, la ciudad de Jerusalén con su templo, acabando con su existencia como nación, y dispersándolos por toda la tierra.

Como nadie sugería una solución, el presidente de la reunión propuso una. Su nombre era Caifás. El significado exacto del nombre Caifás se desconoce, fue nombrado al sumo sacerdocio por Valerio Grato, predecesor de Poncio Pilato, en el año 18 d.C., lo depuso Vitelo, sucesor de Poncio Pilato, en el año 36 d.C. Caifás era yerno de Anás, quien fue sumo sacerdote desde el 6 al 15 d.C.

Este Caifás es un personaje relevante en la historia de la redención:

·         Mateo 26:3 y 57.
·         Lucas 3:2.

Por medio de la Escritura y de escritos del historiador Flavio Josefo, sabemos que era un manipulador astuto y osado, más que genuino líder, era un oportunista que no sabía el significado de conceptos como justicia y honestidad, y que buscaba siempre a toda costa salirse con la suya.

No le importaba en lo más mínimo que el derramamiento de sangre inocente. Lo que deseaba ardientemente, con intenciones egoístas, lo hacía aparecer como si fuera lo necesario para el bienestar del pueblo. A fin de conseguir la condena de Jesús, quien había suscitado su envidia. Mateo. 27:18.

Era hipócrita, porque en el proceso final, en el mismísimo momento en que se sintió lleno de intenso gozo ya que había encontrado lo que consideraba como fundamento para la condena de Jesús, se desgarró la vestidura sacerdotal como si se sintiera conmovido por un profundo pesar.

La alternativa que Caifás sugirió era falsa porque se basaba en una presuposición que era precisamente lo contrario de la verdad. Su razonamiento era: seguir a Jesús y la nación perece; dar muerte a Jesús, y la nación se salva. Conclusión: Jesús debe morir: un hombre por el pueblo, fueron sus malvadas palabras.

Lo irónico es que sucedió todo lo contrario, Jesús murió y poco tiempo después, en el año 70 de nuestra era, Tito el general romano, destruyó la ciudad de Jerusalén y el templo junto con ella.

Pero las palabras de Caifás tuvieron un significado más profundo que el que él mismo comprendió. Los antiguos profetas a menudo pronunciaban palabras que no entendían por completo. 1ª Pedro 1:10–12. Caifás dio un significado a sus palabras; Dios, dio otro, el definitivo.

Esto no lo dijo por sí mismo, no significa que Caifás se vio obligado a decir, Conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

A pesar de que DIOS  en su plan providencial tenía predestinado todo perfectamente de antemano, no descarta para nada la total responsabilidad tanto de las palabras como de los actos de Caifás en este caso, y de todos los seres humanos por extensión.

Este tema lo hemos abordado en muchas ocasiones, no podemos culpar a DIOS  por nuestros malos actos o por nuestros pecados bajo el argumento de la predestinación, eso es manipular esta maravillosa doctrina a nuestro antojo y para fines demoníacos, el único que tuerce la Palabra de DIOS  es Satanás, no olvidemos que inició en el Edén y no ha parado hasta la fecha.

Caifás dijo lo que quiso decir con toda la mala intención de su parte, y la responsabilidad por el malvado significado que transmitieron sus palabras es exclusivamente suya; sin embargo, en la maravillosa providencia de Dios, la selección de palabras fue dirigida de tal modo que estas mismas palabras pudieron expresar la sustancia del glorioso plan de salvación de Dios. 1ª Pedro 1:19-20.

No importa si somos infra o supralapsarianistas, si algo sabemos es que DIOS  tenía el plan de redención perfectamente diseñado desde la eternidad pasada y los acontecimientos aquí en el tiempo se ejecutaron de acuerdo a ese maravilloso plan sin faltar uno solo de sus detalles, ese plan incluye por su puesto en el centro de todo la muerte vicaria del señor Jesús,  por lo tanto la condena a muerte que dio el sumo sacerdote Caifás solo fue posible porque  cumplió con el plan establecido por DIOS.

Este pasaje ofrece una perspectiva del misterio de la maravillosa relación entre la providencia y el consejo divinos, por una parte, y el ejercicio de la responsabilidad humana, por la otra; Caifás fue totalmente libre, no se le impidió de ninguna forma que dijera lo que su malvado corazón lo impulsaba a decir. Sin embargo, la voluntad de Dios, sin resultar en lo más mínimo contaminada, dirigió de tal forma la selección de palabras que iban a salir de los labios de este frío asesino, que resultaron exactamente las que se necesitaban para expresar la verdad más sublime y gloriosa respecto al amor redentor de Dios. Sin tener conciencia de ello el villano se había convertido en un  profeta que anunció la redención en Cristo.

Caifás tenía en mente sólo a la nación étnica política de Israel, pero para DIOS  el plan era: también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos, está frase además de ser de un contenido altamente doctrinal, es una nota del apóstol Juan a sus lectores originales, que NO eran judíos sino gentiles, así que con esta frase nos abre el panorama: hay hijos de DIOS  tanto en la nación de Israel, como los hay dispersos por todo el mundo entre los gentiles.

El significado, en consecuencia, es éste: los hijos de Dios elegidos desde la eternidad, que están dispersos en el mundo pagano, a lo largo de la historia, se reunirán con aquellos hijos de Dios que fueron constituidos de Israel, de manera que seremos, juntos la iglesia que será reunida con su Señor. (Congregar en uno).

Respecto al plan de dar muerte a Jesús en el evangelio de Juan encontramos una secuencia muy bien delineada. El acuerdo oficial se ha logrado ya en una sesión oficial del Sanedrín, aunque la farsa del juicio, con la sentencia fijada de antemano, todavía no se ha realizado. Ya se había echado a andar una conspiración oficial para poder darle muerte a Jesús.



Así pues, Jesús, sabiendo que todavía no había llegado plenamente el tiempo designado en el plan eterno de Dios para su muerte, ya no andaba predicando de un lugar a otro abiertamente entre los judíos, sino que salió de allí, es decir, de los alrededores de Betania y Jerusalén, para ir junto al desierto, con toda probabilidad el desierto de Judea, a una ciudad llamada Efraín.

La ubicación exacta de Efraín no se ha determinado, se sugiere que podría ser idéntica a Ofra. Podemos imaginar este lugar como una pequeña y apartada aldea construida de adobe, en el desierto. Ofra se ubica en el territorio originalmente otorgado a la tribu de Efraín. Si este pueblo es el Efraín al que se refiere, estaba a unos 22 kilómetros al noreste de Jerusalén. En este remoto pueblo de Efraín Jesús permaneció recluido con sus discípulos.

3.   Se produjo gran exaltación entre la multitud pascual en Jerusalén. 55 Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. 56 Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? 57 Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.

El milagro de la resurrección de Lázaro produjo gran exaltación entre las multitudes pascuales en Jerusalén. Los versículos 55–57 nos hablan de los ánimos elevados que se suscitaron alrededor de la persona de Jesús en esas fechas tan importantes para la religión judía.

Se acercaba la Pascua, el peshaj judío, que como sabemos era la celebración instituida por DIOS por medio de Moisés al sacar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, era la mayor de las fiestas celebradas en el judaísmo, y lo sigue siendo hasta la fecha, por este motivo el peregrinaje era masivo a Jerusalén en esos días.

Muchos de los peregrinos deseaban llegar al destino antes de la Pascua a fin de cumplir las normas referentes a la purificación. Éxodo. 19:10–15. Números 9:9–14.

Como ya había ocurrido antes, en la fiesta de los Tabernáculos, los judíos, llenos de curiosidad y animación, habían preguntado, ¿Dónde está?, de modo que ahora la pregunta, ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? se la hacían unos a otros los judíos que formaban grupos en los patios del templo.

No podemos dejar de observar que la forma de la pregunta es tal que el que pregunta ya presume que es mucho más probable que Jesús no venga a la fiesta, esto era algo lamentable para los curiosos que estaban ansiosos de ver en persona al que había resucitado a Lázaro.

La razón que hizo que los primeros peregrinos concluyeran que, con toda probabilidad, Jesús no acudiría era el decreto recientemente promulgado del Sanedrín (“sumos sacerdotes y fariseos”): “Si alguno sabe dónde está Jesús que lo reporte”.

El propósito de esto era: “… para poder prenderle”. El Sanedrín estaba totalmente decidido a dar muerte a Jesús, parece que el sentimiento que prevalecía debido al consejo de los fariseos dentro del comité supremo, era dar al procedimiento cierto carácter de legalidad arrestándolo.

4.   Fortaleció la fe de María y Marta y de los discípulos.

Este fortalecimiento de la fe no se refiere explícitamente, pero se puede deducir de:

·         Juan 11:4.
·         Juan 11:15.
·         Juan 11:26.
·         Juan 11:40.

Además, en el caso de María se manifestó en una acción de glorioso amor al lavar sus pies con perfume, hecho que veremos la próxima semana.



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