domingo, 16 de febrero de 2020

Hechos Historia Salutis 18: DIOS Cuida La Unidad De Su Iglesia. Hechos 5:1-11.


A partir del día de hoy vamos a estudiar el quinto capitulo del libro de Hechos, este capitulo es una continuación natural del anterior, el cual a su vez viene directamente del tercer capítulo, es otras palabras sigue el hilo de la historia desde que Pedro y Juan fueron al templo a orar y todos los acontecimientos que se desataron cuando sanaron en el nombre de Jesús al paralitico.

Los saduceos celosos, arrestaron a estos dos apóstoles, luego de amenazarlos para que dejaran de predicar la resurrección de Cristo los dejaron libres, ellos de inmediato se reúnen con algunos de los miembros mas comprometidos de la iglesia, juntos elevan una oración al DIOS soberano para que guie sus vidas y les de el denuedo necesario para seguir predicando el Nombre del Señor Jesucristo, acto seguido el Señor responde a su oración, primero en forma instantánea haciendo que el lugar donde se encontraban temblara, y después dando ese denuedo para predicar y además levantando hombres piadosos, mayordomos eficaces que como columnas financieras sostenían el ministerio de la primera iglesia, Lucas nombra solo a uno de esos varones de forma específica: José mejor conocido como Bernabé, cuya mayordomía fue en extremo generosa.

Después de presentarnos el proceder ejemplar de Bernabé, Lucas describe la codiciosa conducta de Ananías y Safira. Sin introducción alguna, relata la historia de un hombre que con su mujer decide vender un campo. Toma el dinero y lo da a los apóstoles, diciéndoles que ese es el total del producto de la venta de la propiedad. Sin embargo, ocultamente se guardan parte del dinero. La acción no puede ser calificada sino de un robo a Dios y sobre todo un atentado contra la unidad que la iglesia manifestaba en sus inicios, unidad que es el símbolo indispensable de toda iglesia sana emocionalmente.

Y eso es lo que veremos el día de hoy, como es que DIOS se encarga por sus propios medios de cuidar y preservar íntegramente la unidad que el Espíritu Santo trajo consigo el día de Pentecostés ¿El motivo? Sin esa unidad característica, manifestada por amor incondicional de los miembros entre sí, la iglesia no solo no es sana emocionalmente, no es iglesia en el sentido de que pierde fuerza su testimonio para con los del mundo.

5:1 Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, 2 y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles.

Primero, Lucas dice que el hombre se llama Ananías, nombre judío algo común en los Hechos y que significa “el Señor es benigno”. Lucas registra que también el nombre pertenece a un cristiano de Damasco que es enviado por Jesús a ministrar a Saulo (9:10–17) y de un sumo sacerdote que presidió el juicio contra Pablo en Jerusalén (22:30–23:5). Luego, el nombre Safira aparece una sola vez en las Escrituras, y significa “hermosa”. Como el de su marido, Ananías, este es un nombre arameo. Ambos pertenecen a la comunidad cristiana en Jerusalén y juntos buscan alabanza y estima por parte de los miembros de la comunidad, no hacian las cosas movidos por la compasión cristiana ni por expresar el amor incondicional con sus hermanos de la iglesia, ellos simplemente vieron que Bernabé fue reconocido por su acto desinteresado y ellos envidiaron esa atención.

Así que claramente elaboran un plan para quedarse con parte del producto de la venta de su propiedad, porque amaban más el dinero y la vanagloria que a Dios. Venden su propiedad, reciben el dinero, se guardan una porción y dan el resto a los apóstoles para que sea distribuido entre los pobres.

Lucas no da detalles, como el precio o la cantidad exacta llevada a los pies de los apóstoles, solamente presenta a groso modo los hechos. Lo que destaca, sin embargo, es la intención. Cuando Ananías llega donde los apóstoles y les entrega el dinero, tal como Bernabé lo había hecho anteriormente, la congregación en forma audible o silenciosa lo alaba y lo pone al mismo nivel que Bernabé. Aun cuando los creyentes no se percatan de lo que está pasando, Pedro percibe a Satanás actuando en el corazón de Ananías, Pedro no adivinó, él simplemente al gozar de un lugar de privilegio como dirigente de la iglesia, alcanzaba a ver más allá, en otras palabras, el discernimiento se había desarrollado en su corazón, sobre todo si tomamos en cuanta que al lado del Señor Jesús tuvo varios encuentros con personas ambiciosas y específicamente vio de primera mano la actitud y el corazón de judas iscariote.

5:3. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4 reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

Es posible encontrar en el AT ciertos paralelos con este relato:

·         En la pureza del Paraíso, Satanás entró para tentar a Eva para que pecara contra Dios. Gn. 3:1. Su pecado afectó a toda la raza humana.
·         Cuando los israelitas se consagraron a Dios observando el rito de la circuncisión y celebrando la fiesta de la Pascua. Josué 5:1–12, el pecado de Acán de robarle a Dios tenía el efecto de destruir la pureza moral de Israel. Josué 7. Y así su pecado afectó a cada israelita.

El engaño de Ananías igualmente pudo haber destruido la pureza de la naciente iglesia, la que se manifestaba a través de la unidad, el amor, y la armonía, pues pronto se percatarían que Ananías y su mujer no dieron todo como alardeaban, el problema no fue que solo dieran una parte, el punto es que ellos presumían de una generosidad que no tenían, y este acto pudo ser prontamente imitado por muchos de los demás miembros de la iglesia.

Guiado por el Espíritu Santo, Pedro percibe a Satanás obrando en el corazón de Ananías y por eso le hace algunas preguntas certeras y categóricas.

a. “Ananías, ¿por qué ha llenado Satanás tu corazón?” Por su propia experiencia, Pedro sabe cómo Satanás le persuadió a negar a Jesús tres veces (Lc. 22:31–32) y que puso en el corazón de Judas Iscariote la determinación de traicionar al Maestro (Lc. 22:3; Jn. 13:2, 27). Se da cuenta que Satanás tiene mucho interés en entorpecer el crecimiento de la iglesia a través de entrar en el corazón de un creyente.

De paso, cuando Satanás viene a un creyente para hacerlo pecar, toda la responsabilidad recae en la persona si le permite a Satanás entrar en su vida. El creyente debe estar prevenido contra el poder del diablo y resistirle por fe, esto lo aprendió perfectamente el apóstol y años después exhorta a todos a tener cuidado. 1ª Pedro 5:8–9.

Solo como dato extra, en estas cortas palabras nos damos cuenta que desde el inicio de la iglesia, basados en la doctrina de los apóstoles, se ha creído en la existencia del acusador llamado satanás, pues hay algunos grupos liberales modernos que lo consideran solamente un mito o en el mejor de los casos un símbolo de rebeldía, cuando la biblia lo muestra como un personaje real y que está en oposición de los santos de DIOS.

b. Pedro continua su interrogatorio: “[¿Qué hizo que] mintieses al Espíritu Santo?” Con esta pregunta, Pedro pone en evidencia el corazón mismo del pecado de Ananías. Aun aceptando el hecho que Satanás influye en el corazón de cada uno de vez en cuando, en el caso de Ananías Satanás ha llenado completamente su corazón. Como consecuencia de ello, Ananías mintió al Espíritu Santo, echó a Dios de su vida y pecó conscientemente.

Su pecado, entonces, no es sólo una mentira, sino un engaño total. Él quiere que la iglesia crea que él está donando dinero para complacer a Dios. Su mentira, como lo dice Pedro, no es a los hombres, sino a Dios (v. 4). Ananías actúa como si creyera que Dios no está al tanto de las actividades diarias de la iglesia y, en consecuencia, no tiene idea de su plan engañoso.

Entendamos que atentar en contra de la unidad de la iglesia es ir directamente contra DIOS, es estar en su contra, es atacar lo que él más ama: su esposa.

c. “[¿Qué hizo] que sustrajeras para ti parte del precio del terreno?” Como Pablo informa a los cristianos de Corinto, “Dios ama al dador alegre” (2 Co. 9:7); es decir, Dios se regocija cuando un creyente da de corazón. Dios desea que todos sus hijos den generosamente y no por la fuerza.

Ananías pudo haber guardado parte del producto de la venta, ciertamente no era una obligación ofrendar todo el dinero, así como venimos a la iglesia ofrendamos, pero pedimos que se nos de cambio pues solo daremos una parte del dinero depositado, eso no tiene nunca nada de pecaminoso. Pero porque Ananías trató de engañar a Dios, Pedro tuvo que hacerle unas preguntas más.

d. “Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? Y vendida, ¿no estaba el dinero en tu poder?” Estas preguntas revelan que los primeros cristianos no practicaban la posesión comunitaria de las propiedades, sino que sólo compartían sus bienes para eliminar la pobreza entre los creyentes, ellos no expropiaban los bienes los hermanos por su propia decisión y con un corazón dadivoso aportaban voluntariamente. La respuesta de Ananías a Pedro debió de haber sido afirmativa, tal vez solo asintió con la cabeza, como dijimos Lucas no da detalles exactos, sabe que no son necesarios. Como la parte culpable, Ananías no puede decir una palabra. Guarda silencio porque ha cometido un grave pecado contra Dios y ahora se enfrenta al castigo.


El pecado es astuto y hace que el hombre actúe irracionalmente o que trate de justificar sus malas acciones. Si Ananías hubiese sido honesto y franco, él tendría que haber sabido que la propiedad y, después de su venta, el dinero pertenecía a él mientras estuviera en su posesión. Él pudo haber hecho con él lo que le hubiera placido y no habría tenido que dar cuentas a nadie. Sin embargo, dejó que Satanás llenara su corazón, rehusó adorar a Dios y en cambio hizo al dinero el objeto de su adoración, la mentira original en otra envoltura.

Aunque estaba sirviendo a su ídolo, él todavía deseaba la alabanza del pueblo de Dios por su aparente generosidad fingida. No era un buen mayordomo de sus bienes, pues de serlo el hubiera sabido que el hombre no puede servir a dos señores, a Dios y al Dinero: Mt. 6:24.

e. “¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No mentiste a los hombres, sino a Dios”. Ananías ha cometido una maldad a los ojos de Dios y del hombre. Él tenía que haber sabido que Dios es verdad y luz y que la mentira tiene su origen en el diablo. Pedro llega a la conclusión de que Ananías trató de mentir al hombre, pero terminó mintiéndole a Dios.

El hombre siempre está delante de Dios, quien lo ve todo (Pr. 15:3). Un detalle teológico que resalta aquí es que Pedro no hace distinción entre Dios y el Espíritu Santo. En el versículo 3, afirma que Ananías ha mentido al Espíritu Santo, y en el versículo siguiente dice que la mentira fue a Dios. Pedro, por lo tanto, identifica al Espíritu Santo con Dios. En un versículo 9 hace referencia al Espíritu del Señor. Para él, entonces, el Espíritu Santo es Dios; es la tercera persona de la Trinidad: Padre, Hijo, y Espíritu Santo.

5:5. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. 6. Y levantándose los jóvenes, lo envolvieron, y sacándolo, lo sepultaron.

a. “Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró”. El griego indica que mientras Ananías escuchaba las palabras que hablaba Pedro, cayó al suelo y expiró. Aquí tenemos un caso en que el juicio de Dios se ejecuta de inmediato. Hay otros casos en las Escrituras en que los pecadores son castigados con la muerte súbita.

·         Por ejemplo, cuando Nadab y Abiú, los hijos de Aarón ofrecieron fuego extraño a Jehová, Dios lanzó contra ellos fuego que los quemó, y murieron inmediatamente (Lv. 10:1–2).

·         Cuando Uza trató de sujetar el arca de Dios que había sido puesta en una carreta en vez de ser trasladada por los sacerdotes, y extendió la mano hacia ella, Dios lo castigó de manera que murió allí mismo, al lado del arca (2ª S. 6:7).

El veredicto de Dios en contra de Ananías y Safira también resultó en una ejecución concisa. En cada ejemplo, la pena capital aplicada por decisión divina transmite en una verdad fundamental: el pueblo de Dios debe saber que existe para servirle a él y no a la inversa.

Fue Dios, no Moisés, quien mató a los hijos de Aarón (Lv. 10:2) y fue Dios, no David, quien ejecutó a Uza (2ª S. 6:7). Por lo tanto, Dios usa a Pedro como su vocero, pero es Dios mismo quien ejecuta la pena de muerte contra Ananías. En el caso de Safira, Pedro dicta el veredicto que Dios ejecuta (v. 9).
Para Lucas el énfasis en el relato de la muerte de Ananías no cae en ciertos factores físicos o fisiológicos que resultaron en un ataque de corazón, sino en la ejecución del veredicto de Dios, así que nos apegaremos al sentido original del relato y no trataremos de explicar lo que sucedió.

b. “Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron”. Dios quiere que su iglesia se mantenga pura y sin mancha. Él quita la culpa por el pecado de Ananías quitándoles a él y a su esposa de en medio de la comunidad de los cristianos primitivos.

Si Dios hubiera dejado este pecado sin su disciplina correspondiente, la iglesia no habría tenido defensa contra la acusación de que Dios toleraba un engaño contra él y contra su pueblo, se hubiera sentado un antecedente y lo que ahora es una hermosa comunidad de creyentes que reflejan el amor incondicional de DIOS se hubiese convertido en una cueva de ladrones en la que la reinara la anarquía total.

Ahora, en el comienzo de su ministerio, la iglesia está libre de estos cargos. Con frecuencia Lucas describe el miedo y el pavor del pueblo (2:43; 5:11; 19:17). Los creyentes que vieron la muerte de Ananías fueron llenos de temor, y otros que oyeron la noticia por boca de estos testigos fueron también presa de un santo temor, DIOS sabe perfectamente que es así como se crece en santidad. 2ª Corintios 7:1.

c. “Y levantándose los jóvenes”. La Escritura no nos dice que los jóvenes hayan tenido un oficio especial o que la tarea de sepultar haya estado confiada a ellos. En la primera epístola de Pedro exhorta a los jóvenes a “estar sujetos a los ancianos” (1 P. 5:5; y 1 Ti. 5:1; Tit. 2:1–6). Las costumbres y prácticas de aquellos tiempos difieren de lo que es convencional en el día de hoy. Debido al calor en Israel, las sepulturas tenían lugar el mismo día que la persona moría.

Especialmente cuando un cuerpo estaba bajo juicio divino, era sepultado de inmediato. Lv. 10:4 Dt. 21:23; Mt. 27:57–59; Jn. 19:31; Gá. 3:13. Es más, consideraban que el cadáver de alguien condenado por Dios profanaba el santuario donde se reunían los creyentes. Los apóstoles pidieron a los jóvenes sacar de allí el cuerpo y prepararlo para ser sepultado. Los jóvenes envolvieron el cuerpo de Ananías y lo sepultaron, probablemente en una tumba labrada en la roca en las afueras de Jerusalén. Es probable que cubrieran la tumba con una piedra.

Los jóvenes retiraron el cuerpo de Ananías del lugar para eliminar el peligro de contaminación. Sabiendo que el juicio de Dios había caído, no hicieron ningún intento de duelo ni notificaron a sus parientes cercanos. Al sepultar a Ananías lo más pronto posible, libraron al lugar de la maldición que había caído sobre Ananías.

5:7. Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. 8. Entonces Pedro le dijo: Dime, ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella dijo: Sí, en tanto.

El relato que hace Lucas es, en realidad, muy abreviado; sin embargo, provee suficientes detalles como para seguir la secuencia sin mayor dificultad. Safira se pone inquieta por la ausencia de su marido. No se sabe cuán lejos estaba su casa del lugar donde se reunían los apóstoles. La cosa es que tres horas después, ella se aparece ante los apóstoles.
Nadie le ha dicho nada sobre el trágico fin de su marido; ella misma, cegada por el pecado, no se aparta del camino de engaño que junto con aquél decidieron andar. Cuando se dirige a Pedro, aparentemente para preguntarle dónde estaba Ananías, el apóstol le pide que le conteste una pregunta. “Dime”, le dice, y menciona una cifra, “¿este es el monto que tú y Ananías recibieron por la tierra que vendieron?”

Quizás la bolsa con el dinero que su marido había llevado estaba ahí, sobre la mesa, y Pedro apuntaba a ella. Ya Safira se había dado cuenta de la ausencia de su marido. Aun así, es difícil creer que tanto este hecho como la pregunta de Pedro le hayan hecho reflexionar en el pecado que ellos habían cometido. Su ceguera espiritual le hizo mantenerse en su actitud pecadora. Por eso afirma que esa es, precisamente, la suma que ella y su marido recibieron por la venta de la propiedad. Con esa respuesta, ella está demostrando no sólo persistencia en el pecado sino ninguna actitud de admitir su culpa. Con su respuesta, sella su propia condenación.

5:9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.

Qué experiencia más triste, especialmente para Pedro, quien se da cuenta que marido y mujer se han puesto de acuerdo para perpetrar una mentira. Le hace una pregunta a Safira, aunque no espera una respuesta. Su pregunta apunta al corazón del pecado cometido: “¿Por qué conviniste en tentar al Espíritu del Señor?”

Dios dio a su pueblo el mandamiento: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentaste en Masah” (Dt. 6:16). El clásico ejemplo de tentación al Espíritu del Señor es aquel de los israelitas en el desierto de Masah y Meriba. Diez veces tentaron a Dios por lo que se hicieron acreedores a la pena de muerte, la que les fue aplicada mientras aún permanecían en el desierto (por ejemplo, Nm. 14:21–23; Sal. 95:7–11; He. 3:16 19).

Cuando fue tentado por Satanás, quien le dijo que saltara desde lo alto del templo, Jesús también recurrió al mandamiento de no tentar a Jehová Dios (Mt. 4:7).

Es imposible que un inconverso tiente al Señor, ya que tal persona no reconoce a Dios en ningún área de su vida. Para él, todo lo que sucede es, ya sea, buena o mala suerte o ayuda del dios de su imaginación. Sólo los que están más cerca del Señor, pueden tentarlo, los que han visto Su poder, los que han gustado Su misericordia y Su gracia, y han sido llamados a caminar por fe. Tentar a Dios es desafiar con arrogancia o incredulidad a Dios para que él haga algo en contra de Su naturaleza o voluntad. Safira creía que DIOS iba a pasar por alto esta ofensa a su carácter justo y santo, creía que DIOS iba a actuar contrario a lo que él es, por ello es que pedro le exhorta a no tentar a DIOS.

Pedro le dice, usando una descriptiva figura hebraica, que los pies de los jóvenes que sepultaron a Ananías están ahí, a la puerta. El término pies es un modismo en el cual parte del cuerpo representa a toda la persona. Así, los jóvenes que han servido de cortejo mortuorio para su marido han regresado. Pedro completa la frase, diciendo: “Y ellos te llevarán también a ti”.

¿Es Pedro el ejecutor de Safira algunos han dado a entender? Claro que no. Pedro pronuncia el veredicto que sabía que ella merecía y Dios ejecuta el castigo. El caso de Safira difiere del de su marido en que, en el caso de Ananías, Pedro no pronuncia juicio, sin embargo, le informa a Safira que aquellos hombres la llevarán a sepultar. Deja a Dios la ejecución de la pena de muerte.

5:10. Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido.

En la primera parte de este versículo, Lucas enfatiza la inmediata muerte de Safira. Le informa de la tarea de los jóvenes y ella expira a sus pies. Los jóvenes tienen que repetir lo que ya habían hecho hacía sólo unas horas: sacan a Safira y la sepultan junto a su marido. De nuevo, Lucas no menciona nada acerca de honras fúnebres o notificación a los parientes.

Lo verdaderamente importante de esto es que los creyentes vieron el juicio de Dios cayendo sobre los aquellos que atentan contra la amada del Señor. Y porque se dan cuenta que fue la obra de Dios para disciplinar, guardaron silencio. El efecto positivo de todo es que Dios quiere una iglesia que se conserve como un bastión de verdad e integridad y en la cual la mentira y la hipocresía no tengan lugar.

5:11. Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas.

Finalizamos con tres observaciones en este versículo:

a. El Temor. Una vez más, Lucas usa la expresión gran temor (v. 5), lo cual claramente se refiere a un estado de miedo o zozobra. La intervención divina para detener el engaño en la iglesia primitiva golpea fuerte en los corazones de cada miembro de ella. Todos los que oyeron de la muerte de Ananías y Safira seguramente tomaron nota del juicio de Dios.

Dios no condena la riqueza ni a la gente que posee riquezas. Dios castiga a aquellos que engañosamente tratan de tentarle al pretender ser generosos cuando en realidad están defraudando a Dios y, sobre todo, poniendo en peligro la unidad de su amada iglesia.

b. La Iglesia. Esta es la primera vez en Hechos que Lucas emplea el término iglesia. Significativamente, la palabra aparece sólo en dos pasajes en los cuatro Evangelios (Mt. 16:18; 18:17). Antes e inmediatamente después de Pentecostés, él usa frases descriptivas para referirse al concepto iglesia: los hermanos (1:15), los que habían creído (2:44; 4:32), su número (2:41, 47; 4:4; 5:14) y los suyos (4:23).

En los primeros tiempos de la iglesia cristiana, los creyentes ordinariamente llamaban a su lugar de reunión la sinagoga o congregación. Stg. 2:2. Sólo en años posteriores, cuando la división entre judíos y cristianos llegó a ser permanente, los judíos fueron exclusivamente a la sinagoga y los cristianos a la iglesia. Posteriormente, la expresión iglesia comunicó el sentido que tanto cristianos como judíos eran el verdadero pueblo de Dios.  Lucas escribe que toda la iglesia fue presa de miedo, por el griego original, sabemos que era un sentir común y sin excepción de personas, literalmente todos los creyentes fueron conmovidos en sus entrañas.

c. La noticia. De boca en boca, la noticia relacionada con la muerte de Ananías y Safira se difunde por todas partes, llevando el mensaje que Dios no tolera el engaño, la falsedad ni que atenten contra la unidad en la iglesia. La noticia, por lo tanto, incluye una advertencia a todos los que estuvieran pensando infiltrarse en la asamblea de los creyentes con el fin de engañar. El repentino juicio de Dios sirvió como disuasivo y guardó a la iglesia como un refugio de verdad e integridad.

Es obvio que el tema central de este pasaje es el juicio directo de parte de DIOS contra aquellos que atentan en contra de su esposa, sin embargo, eso no creo tenerlo que resaltar, lo que me parece importante resaltar antes de finalizar, es que tengamos cuidado no de ser Ananías, sino Safira, cuya ceguera espiritual a causa del pecado cometido le hizo mantenerse en su actitud impenitente, no caigamos en el engaño del pecado, el cual nos va a susurrar al corazón:

·         Que no estamos mal.
·         Que otros también lo hacen.
·         Que no es nuestra culpa.
·         Que no nos van a descubrir.
·         Que no estamos ofendiendo a DIOS.
·         Que no ponemos en peligro la unidad en la iglesia.
·         Etc.

El escritor de Hebreos comprendía que el pecado es tramposo: Hebreos 3:13 exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

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