miércoles, 10 de enero de 2024

Sodoma y Gomorra Hoy 12: Como Redimir El Tiempo. Colosenses 4:5.

El pecado de Sodoma y Gomorra, no fue solamente la homosexualidad, como muchos creen, en realidad esa fue solamente la punta del iceberg, lo que desencadenó el juicio divino fue la degeneración moral y espiritual en la cual esa sociedad cayó, que comenzó con la soberbia de creer que podían vivir bajo sus propios términos y no bajo los de Dios, seguido por la maldición dela abundancia, que ya aclaramos, no es malo poseer cosas, tener riquezas, lo malo es cuando las amamos más a ellas que al Señor, a esto se unió la abundancia de ociosidad, es decir la pésima administración de su tiempo libre, la falta de compasión fue el siguiente escalón de descenso de esa sociedad y remataron con al soberbia consumada, no solo se creían mas sabios que Dios, sino que perseguían a todo aquel que no pensara y viviera como ellos, y como hemos visto a lo largo de esta serie, parece que nuestra imitamos hoy en día.

 

Pero no es necesario esperar de brazos cruzados a que el Señor nos reprenda con su ira, es posible revertir la situación, Con Dios, siempre hay lugar para el arrepentimiento. Este cambio de rumbo implica dos elementos: reconocer la realidad en la que se está viviendo y un cambio de vida, Pero no cualquier cambio de rumbo o dirección, de nada sirve dejar de hacer las cosas mal, para hacerlas peor aún: El cambio de rumbo o dirección que es necesario es el que es guiado por la Escritura.

 

Esto es así porque estamos por así decirlo, subiendo por la escalera moral por la cual descendimos, es decir estamos haciendo lo necesario para revertir los malos pasos que se dieron para llegar a donde estamos, así que si la soberbia fue el primer escalón de descenso y el apegarnos a la Escritura el primer escalón para subir, entonces, la maldición de la abundancia que fue el segundo escalón de bajada, debe de ser contrarrestado por una nueva perspectiva de las posesiones materiales. 

 

Vivir con contentamiento, trabajando honesta y tenazmente, descansando en el cuidado del Señor y compartiendo con los demás es la muestra de que entendemos como sociedad que los bienes materiales son lo secundario, lo que importa es la Gloria de Dios.

 

Y no nos equivoquemos en pensar que esta cosmovisión de los bienes materiales debe de ser exclusivamente de los cristianos, es un error pensar así, tal vez como sociedad no busquen primero el Reino de Dios y no descansen en el Señor como lo hacemos sus hijos, pero eso no los exime de trabajar honestamente y compartir con los más necesitados la prosperidad alcanzada. Ya lo vimos, una sociedad que no lo hace así, está condenada. Recordemos que si no sabemos enfocarnos bien en las cosas materiales, estableciendo primero lo primero en nuestras prioridades, tampoco sabremos manejar bien nuestro tiempo, es sorprendente que esta generación, la cual tiene todo a la mano y da manera casi instantánea, se de el lujo de decir que no le alcanza el tiempo para hacer nada.

 

La Escritura es clara en cuanto a la necesidad de emplear bien el tiempo, puesto que no lo considera como un bien infinito del cual podamos disponer de forma irresponsable, la Biblia es clara, todo tiene su principio y su final, el tiempo no es la excepción, está contado. 1ª Corintios 7:29.

 

De hecho, en los evangelios vemos que algo que le causaba mayor perplejidad al Señor Jesucristo para con su generación era que ni siquiera eran capaces de discernir el tiempo en el que vivían. Lucas 12:56. Lucas 19:44.

 

Pablo nos llama a los creyentes primeramente, aunque esto aplica a toda persona, a redimir el tiempo, y si no deseamos caer en el pecado de Sodoma y Gomorra, es imperativo hacerlo, para lograrlo se debe llevar a cabo los siguientes puntos:

 

a.    Entender que el tiempo es valioso y no se debe de desperdiciar.

 

Sigue siendo muy impactante que esta sociedad, con tantos adelantos tecnológicos que facilitan el ritmo de vida, y que tiene tanto tiempo disponible y que encima de todo le reduzcan las horas de trabajo a la semana, no deja de quejarse que no le sobra tiempo para hacer nada, pero al mismo tiempo que se queja, pierde el tiempo de manera deplorable en redes sociales, plataformas de streamings, películas, videojuegos, televisión, infinidad de ligas deportivas, etc. O solo matando el tiempo, nunca mejor usada una expresión popular.

 


Dios es Dueño de nuestras vidas y su tiempo, debemos administrarlo sabiamente no estarlo desperdiciando. Salmo 100:3. 1ª Corintios 6:20.

 

b.    Usar el tiempo útilmente y rechazar su uso inútil.

 

Si Dios es el dueño de nuestro tiempo y debemos de usarlo sabiamente, eso significa que debemos de disciplinarnos en como lo usamos, para que sea de utilidad, es importantísimo el vivir una vida provechosa y no solamente existir, sabiendo que el tiempo es poco y fugaz, es necesario entender que hay que sacar el mejor beneficio de él, antes de que sea demasiado tarde. Hay dos cosas de las que debemos alejarnos:

 

·         Practicar el pecado. Efesios 5:11. 1ª Tesalonicenses 5.22.

·         Ser perezosos. Proverbios 6:9-11. No nos confundamos, el descanso no es malgastar el tiempo, el descanso es necesario para que nuestro cuerpo se fortalezca, pero la pereza no es lo mismo que descanso, la pereza en continua, el descanso es momentáneo. 

 

c.    Que el tiempo en comunión con Dios es muy importante.

 

El propósito de nuestras vidas es glorificar a Dios. 1ª Corintios10:31. Colosenses 3:17. Filipenses 1:21. Si nuestra vida no glorifica a DIOS entonces, es un desperdicio de vida.

 

No importa a que nos dediquemos, cuantas posesiones tengamos, cuanto reconocimiento de hombres o cuanta vanagloria del mundo no rodee, si lo que hacemos no es agradable a DIOS y con el propósito de que él y solo él sea glorificado, entonces lamentablemente habremos desperdiciado lo más valioso que tenemos que es el tiempo de nuestras vidas y es algo que no regresará jamás. Lucas 12:16-20. 1ª Juan 2:17.

 

Si el ser humano no dedica tiempo en buscar, adorar y servir a Dios, no podrá estar consiente de que un día se presentará ante Él para dar cuentas por todo, incluido el tiempo.

 

d.    Saber aprovechar el tiempo de ocio.

 

No es para nada un pecado poder disfrutar del tiempo libre, de un poco de ocio, pero debemos entender que ese tiempo de ser tiempo de calidad y no solamente una sucesión de horas vacías, sin hacer nada. ¿Qué podemos hacer entonces?

 

·         Pasar tiempo con nuestra familia y amigos.

·         Compartir la mesa con los hermanos de la iglesia.

·         Leer un buen libro, ver una buena película, escuchar música. (si no edificantes al menos no ofensivos al Señor).

·         Visitar un museo.

·         Asistir a un buen espectáculo.

·         Son solo algunas formas sanas y adecuadas de disfrutar del ocio.

 

Lamentablemente, no pocos al escuchar ocio piensan en fiestas, borracheras descontroladas, fin de semana de antro, sexualidad libertina, y cosas parecidas, esos son síntomas de que nuestra sociedad no sabe administrar sabiamente el tiempo.

 

e.    Compartir el tiempo con los demás.

 

Así como estamos llamados a compartir el dinero, el tiempo también es un recurso que debemos dar desinteresadamente a los demás. Y casi siempre es más duro y costoso dar a los necesitados media hora de nuestro tiempo que $200 pesos, sin embargo, muchos agradecen más el compartir el tiempo que el dinero, muchas personas necesitan del tiempo,  tiempo para escuchar, para hablar, para acompañar en el dolor, etc.

 

Debemos aprender a compartir nuestro tiempo, como compartimos lo que tenemos y lo que sabemos.

 

f.     Conclusiones.

 

Solo evitaremos el juicio divino, si como sociedad nos alejamos de los tiraderos de basura moral como los medios de comunicación, redes sociales, películas, series, programas de radio, podcast, etc. Que son moralmente opuestos a la palabra de Dios.

 

Una sociedad que entiende el buen uso del tiempo y que no lo desperdicia indiscriminadamente, será una sociedad que va por buen camino, y sobre todo si comparte de su tiempo con los más necesitados, solo así se puede evitar el juicio como en el cual Sodoma y Gomorra cayeron.

 

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