El día de hoy comenzaremos a estudiar el cuarto
aspecto del fruto que el Espíritu Santo crea en los cristianos según Gálatas 5:22: La Paciencia.
¿Qué es la paciencia?
¿Es lo mismo que no hacer nada?
¿Es lo mismo que la resignación?
¿Cómo se desarrolla en nuestras vidas?
¿Todos estamos llamados a ser pacientes?
¿Por qué tardamos tanto tiempo en madurar en la FE?
Son solo algunas de las preguntas que recibirán
respuestas al estudiar este aspecto del fruto del Espíritu en nuestras vidas.
(Al menos dos semanas veremos este aspecto).
Por principio de cuentas, la palabra que usa Pablo en
Gálatas es del griego makrothumia (μακροθυμία, G3115) se traduce como paciencia,
tolerancia y longanimidad.
El
diccionario define paciencia como Capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o
cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse.
Mientras que la longanimidad es la grandeza y
constancia de ánimo en las adversidades.
La paciencia como fruto del Espíritu en nosotros tiene
que ver con la actitud que tomamos mientras pasamos por diferentes situaciones,
como las pruebas y tentaciones, disciplina y las aflicciones. La paciencia es la forma en que esperamos
en DIOS más que el tiempo que lo hacemos.
La paciencia NO tiene nada que ver con cuanto tiempo
estamos esperando, sino con la actitud que
lo hacemos, una persona que espera agradecido en la prueba 1 día es mucho más
paciente que aquel que se queja cada día durante 1 año de tribulación.
A diferencia de la resignación que es un sinónimo de
conformismo (un cristiano no es conformista con las situaciones, tenemos
contentamiento), la paciencia no es inactiva, sentados cruzados de brazos esperando que pase algo, la siguiente
semana ahondaremos en esta parte del tema.
La paciencia es todo lo contrario por definición de Impaciente.
Esta declaración es a todas luces obvia, lo que no es
obvio para muchos es que la carrera en la que estamos no es de velocidad sino
de tiempo, no solo el escritor de Hebreos
nos dice que corremos la carrera de la Fe, también el apóstol Pablo lo
hace: 2ª Timoteo 4:7.
El fruto del Espíritu es como lo hemos venido
mencionando desde hace 10 semanas la formación del carácter de Cristo en
nuestras vidas, sin embargo, algo que es muy importante recordar siempre es que
NO hay atajos para llegar a la madurez.
En el ritmo de vida que llevamos actualmente la practicidad, la
velocidad, la rapidez al hacer las cosas está invadiendo nuestra mentalidad, y
lo ha hecho no solo en lo secular (redes sociales, hornos de microondas,
celulares, tramites por internet, etc.) esto está haciendo que deseemos el
remedio al instante, que por medio de una oración súper-ungida todo se arregle,
que en un sermón especial todo se componga, que una experiencia de 3 días
cambie todo una vida de pecado (por eso los encuentros son tan “aceptados” por
los cristianos), queremos en unos minutos librarnos de todo el dolor del
crecimiento y estamos siendo impacientes.
Repito, NO HAY
ATAJOS PARA LLEGAR A SER MADUROS ESPIRITUALMENTE.
El ejemplo más claro lo tenemos de la vida natural, para llegar a ser
unos adultos debemos de pasar al menos por la etapa de lactancia o bebé, la
niñez, la adolescencia, la juventud y finalmente la edad adulta, para lo cual
se requieren de mínimo 25 años lo vemos también en una naranja (o cualquier
fruto) se requiere de toda una estación para que el fruto madure, lo mismo pasa
con el fruto del Espíritu en nuestras vidas.
Una fruta cortada antes de tiempo, o sea inmadura JAMÁS tendrá el sabor
y la calidad de una fruta madurada a su tiempo, mientras que a nosotros nos
importa la rapidez con la que crecemos a DIOS le interesa la fortaleza con la
que lo hacemos, DIOS ve nuestras vidas
desde y para la eternidad, por lo tanto, NUNCA lleva prisa.
La madurez
genuina nunca es producto de una sola experiencia, no importa que tan
espectacular o poderosa parezca, el crecimiento es algo gradual: 2ª Corintios
3:18.
¿Acaso DIOS NO puede hacer algo impactante en mi vida de manera que sea
casi instantáneo mi cambio?
Por supuesto que DIOS puede hacerlo al instante, pero sería tanto el
peso de su gloria, que, como le dijo a Moisés: no lo soportaríamos y
moriríamos, es por eso que DIOS ha elegido desarrollarnos gradualmente.
¿Por qué toma tanto tiempo? Hay varias razones, veamos algunas de ellas:
·
Somos
lentos para aprender. Muchas veces debemos de repasar la misma lección una y otra vez hasta
que se nos queda bien grabada, cuando nos vuelve a pasar la misma situación
muchas veces pensamos ¿Otra vez lo mismo? Yo ya aprendí de eso, pero DIOS nos
conoce mejor de lo que nosotros a nosotros mismos.
La historia del pueblo de Israel es la mejor muestra de que tan rápido
olvidamos las lecciones que DIOS nos enseña y que tan pronto regresamos a los
antiguos patrones de comportamiento, por eso necesitamos ser expuestos a la
misma lección una y otra vez. Jueces
2:19. Jueces 3:12. Jueces 4:1. Jueces 8:33.
·
Debemos
además desaprender muchas cosas. Cuando alguien piensa que en una hora de discipulado que tomamos se van
a ir los malos hábitos, las malas acciones, los malos pensamientos de al menos
20, 30 o hasta más años, es porque realmente no entiende bien el panorama.
Son años y años haciendo “las cosas mal” que hasta sin pensarlo ya las
hacemos así, y esto no se desarrolló de la noche a la mañana, así que no hay
nada que vaya a deshacer de forma instantánea los efectos de esos años de mal
aprendizaje, requiere trabajo duro remover lo viejo para reemplazarlo por algo
nuevo, este proceso de desplazamiento lo encontramos en el nuevo testamento, en
Efesios 4: 22-25 y Colosenses 3:7-10.
No debemos confundirnos, somos TOTALMENTE nuevas criaturas al nacer de
nuevo, pero aún tenemos viejos hábitos, patrones de conducta y prácticas que
necesitan ser desplazados.
·
Tenemos
miedo de confrontar la verdad de nosotros mismos. La verdad
nos hace libres, pero antes debe de hacernos sentir miserables, a nadie nos
gusta ser confrontados con nuestra realidad y por eso seguimos viviendo en una
prisión de negación:
o
No, yo no soy así.
o
Yo no soy tan malo.
o
Esa palabra no es para mí, yo no he caído tan bajo.
o
Se equivoca el Pastor, eso no es así como él dice.
o
Yo no creo eso, no puede ser tan malo hacer tal cosa.
o
Etc.
Ser confrontados con la verdad es tan doloroso, que fue el detonante
para que nuestro Señor fuera a la Cruz. Mateo
21:45-46.
·
Crecer
duele. No podemos crecer sin cambiar, no podemos cambiar sin perder y no
podemos perder sin sentir dolor, todo cambio verdadero implica perder algo y
muchos nos aferramos a ese algo (puede ser en nuestro carácter, puede ser una
persona dañina, puede ser un hábito pecaminoso oculto).
Crecer implica dejar atrás cosas viejas y emprender cosas nuevas, pero
eso causa miedo y dolor, sobre todo cuando no tenemos una identidad bien
definida en Cristo y esa identidad es en torno a nuestros defectos:
o
Es que así
soy yo.
o
Yo siempre
me pongo así cuando pasa esto.
o
Ese es mi
carácter.
o
Soy así,
así nací y así me moriré.
Son frases
que escudan la preocupación de No saber quién eres sin ese hábito, sin esa
herida, sin ese defecto y esto definitivamente hace más lento el crecimiento.
·
Los hábitos
llevan tiempo en desarrollarse. Así como ya vimos que nos llevó muchos años desarrollar malas
costumbres, de la misma manera es al desarrollar las buenas, no podemos –por
ejemplo- decir que ya somos amables si no lo somos habitualmente y sin
pensarlo, no podemos decir que somos íntegros a menos que siempre seamos
honestos en todo, un marido que casi siempre
es fiel a su esposa, en realidad le es infiel, nuestros hábitos definen nuestro
carácter.
Solo hay
una manera de desarrollar como hábitos el carácter semejante al de Cristo y es
practicándolo, y eso requiere tiempo, no hay hábitos instantáneos, no es una
“bendición de microondas”: 1ª Timoteo 4:12-15.
La palabra Ocúpate viene del griego Meletao
también puede traducirse como Practicar.
Pero, a pesar de que no es algo instantáneo, muchos son los que creen
que DIOS se olvidó de ellos, porque no
sienten que esté trabajando en su carácter
Debemos De
Creer Que Dios Trabaja En Nuestras Vidas, Aun Cuando No Lo Sentimos.
Como leemos en Eclesiastés 3:1,
todo tiene su tiempo, y se aplica también en la vida espiritual, algunas veces
estaremos en medio del fuego de prueba lo cual provocará que otras veces
estemos en medio del crecimiento.
Algo que frustra mucho al cristiano inmaduro, que aún no ha aprendido a
permanecer en Cristo, es que casi nunca el reloj de DIOS está a la hora con el suyo,
nosotros tenemos prisa cuando DIOS no la tiene, nos desesperemos si sentimos que no crecemos, DIOS está
trabajando, el no deja nada a medias nunca: Filipenses 1:6. Y siempre llega a tiempo.
La biblia está repleta de ejemplos de como DIOS usa procesos largos para
formar el carácter:
·
Noé trabajó en el arca cerca de 100 años.
·
Abraham esperó por el hijo de la promesa 25 años.
·
Jacob trabajó por Raquel 14 años.
·
Moisés duro 40 años en el desierto.
· Los apóstoles caminaron junto a Jesús y aun así en 3 años y medio no
habían madurado lo suficiente.
Y nosotros por 1 o 2 meses que estamos esperando ya caímos en la
impaciencia.
Cuando DIOS hace crecer un hongo lo hace de la noche a la mañana, pero
cuando hace crecer un ahuehuete lo hace en al menos 100 años. Santiago 1:4.
Contrario a lo que es popular hoy en día no hay pasos fáciles, ni
secretos o aceleramientos (no somos carros espirituales) hacia la madurez
espiritual, el creer que el centro de todo es el ser humano ha creado iglesias
que buscan lo último en crecimiento y madurez.
·
Cursos exprés de liderazgo.
·
Retiros y encuentros milagrosos.
· Palabras proféticas de aceleramiento: lo que otros hicieron en 10 años tú lo harás en 10 meses.
·
Nuevas revelaciones que te posicionan en el reino.
·
Predicaciones motivacionales y no Cristocéntrica.
Por experiencia propia en este tipo de movimientos, puedo decir que lo
primero y único que sembraron en mi corazón fue desesperación por crecer, por
llegar, por madurar, por tener la unción como los apóstoles, por hacer milagros
como los evangelistas, el tener ya definido mi
llamado en el cuerpo de Cristo, pero solo por ser visto, jamás por darle la
Gloria a DIOS.
La nube de testigos ¿Quiénes son? Los mencionados en el cap. 11, los
héroes de la fe.
Despojar de todo peso: aquello que nos estorba, el lastre para correr:
La autosuficiencia.
Despojémonos del pecado, solo se logra por la vida de Cristo en
nosotros.
Jamás
dejaremos de aprender, de ser discipulados, es una carrera de toda la vida.
Filipenses 3:12-15.
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