miércoles, 28 de septiembre de 2016

Cristología. Bloque A: La Persona de Jesucristo. Tema 18: Cristología en la reforma. Cita: Hebreos 10.12.

Hasta el momento en nuestro estudio de la persona de Jesucristo, hemos entendido que él es al mismo tiempo plena y completamente DIOS y un perfecto y total ser humano, a esta doctrina se le conoce como la unión hipostática y el no comprenderla bien o en definitiva ignorarla ha causado grandes herejías a través del tiempo.

Antes de continuar, deseo aclarar que el propósito de clases como unión hipostática, herejías cristológicas, etc. no es que aprendamos de memoria y al detalle todos y cada uno de los términos, el fin es estar enteramente preparados y poder distinguir la verdad de la casi verdad, para evitar extraviarnos en los errores doctrinales.

Aclarado lo anterior, podemos adentrarnos en nuestro tema del día de hoy, que se titula la enseñanza cristológica en la época de la reforma, no nos da tiempo ni es el lugar para adentrarnos en la historia de la reforma que es muy extensa, solo basta con recordar que la reforma protestante es el movimiento iniciado oficialmente el 31 de octubre de 1517 por Martín Lutero al clavar sus famosas 95 tesis en la puerta de la catedral de Wittemberg en Alemania.

El movimiento reformista, como su nombre lo indica fue promovido no con el fin de crear una nueva iglesia cristiana sino de reformar, de darle la forma correcta a la iglesia ya establecida, pero en vista de la negativa de los dirigentes del catolicismo, se dio la ruptura entre los líderes reformadores y la iglesia de roma, lo cual dio por resultado el surgimiento de las que en la actualidad se conocen como denominaciones históricas, entre las que se encuentran:

·         Los luteranos.
·         Los anglicanos.
·         Los reformados.
·         Presbiterianos.
·         Bautistas.

La teología de la reforma aceptó en general, al igual que la iglesia romana, la confesión de fe del concilio de Calcedonia del año 451, añadiéndolo en esencia, pero con palabras más, palabras menos a sus confesiones de fe, tales como la de Westminster y el catecismo de Heidelberg.

Aun así, hubo diferencias muy significativas entre los líderes reformadores de la época, al grado de ser motivo de separación entre los mismos movimientos reformadores, la historia nos muestra que estas diferencias en la cristología impidieron la comunión entre luteranos y reformados (calvinistas), por ejemplo.

Por así decirlo son tres las corrientes cristológicas que se siguen desde la época de la reforma del siglo XVI y tal es su impacto que influyen en la actualidad, no solo en sus propias denominaciones, sino que también han influido en un tema muy delicado en el cristianismo: El sacramento de la cena del Señor.

     I.        La primera postura es la del grupo de los Anabaptistas que resucitaron el antiguo error de que el cuerpo de Jesús no fue concebido en el cuerpo de la virgen María, sino que bajó del cielo ya formado y solo paso como por un canal a través del útero de María.

Alegaban como los docetistas de antaño, que el Verbo no podía unirse verdaderamente a la naturaleza humana o de lo contrario Jesús hubiese contraído la culpa del pecado original.

Obviamente olvidaban que, por medio de la naturaleza divina, Cristo estaba radicalmente exento del pecado original, y como ser Humano el Espíritu Santo, por cuyo poder fue concebido, le hizo un Hombre Santo Lucas 1.35, además El mismo Espíritu Santo le mantuvo sin pecado. Juan 8:46.

Aunque pocos, pero aun en la actualidad algunos grupos evangélicos como los menonitas, que son descendientes de los anabaptistas mantienen esta postura cristológica.

    II.        Por su parte, Martin Lutero admitió las enseñanzas de Calcedonia, pero su cristología se vio salpicada por algunas manchas de monofisismo (la enseñanza de que en Cristo se habían unido la n. Humana y la n. Divina dando por resultado una nueva tercera naturaleza), mayormente por una mala interpretación de parte de Martín Lutero de la cita de Hebreos 10:12.

Si Cristo se ha sentado a la diestra del Padre, decía Lutero, y la diestra del Padre está en todas partes, pues el Padre es Omnipresente, entonces Cristo está en todas partes, por lo cual también Cristo está presente físicamente en el pan y el vino en la cena del Señor, esta doctrina es conocida como consubstanciación.

La consubstanciación consiste en que el cuerpo y la sangre de Cristo coexisten con los elementos de la santa cena, es decir el pan y el vino, al mismo tiempo es pan y la carne de Cristo y al mismo tiempo es vino y la sangre de Cristo.

Cabe señalar que la doctrina que era aceptada en el catolicismo de la época y que persiste hasta nuestros días en el mismo catolicismo es la Transubstanciación.



En la transubstanciación el pan y el vino dan paso literalmente, aunque los ojos naturales no lo vean, al cuerpo y la sangre de Cristo, por este motivo en el catolicismo la eucaristía solo la dan en una especie (el pan y no el vino) pues en ellos están contenidos, según su enseñanza, la sangre, alma y divinidad de Cristo.

A partir de la época de la reforma protestante es que los grupos ajenos al catolicismo romano en su gran mayoría administran la santa cena en las dos especies: pan y vino.

¿Dice en realidad Hebreos 10:12 que Cristo está en todas partes?

La respuesta es un rotundo NO, en este pasaje encontramos la Gloria que comparte con el Padre usando dos antropomorfismos:

a.    La diestra del Padre. DIOS es Espíritu y por lo tanto carece de cuerpo físico, en otras palabras, NO tiene manos, ni izquierda ni derecha, solo es una forma de decir que tiene el más alto honor como en los reyes de la antigüedad al sentar a su diestra a las personas más importantes de su reino.

b.    Que está sentado. Solo complementa lo anterior, sentado en un Trono de Autoridad celestial, pero en la visión de Apocalipsis 5:6 aparece de pie, para indicar que el Cordero a pesar de haber muerto ha resucitado.

Podemos decir que Jesucristo ciertamente SI está en todas partes, pero esto es en cuanto a su divinidad, es erróneo afirmar que la naturaleza humana, es decir en cuanto a Hombre, es Omnipresente.

  III.        Entre los reformadores fue Juan Calvino quien más estrechamente ligado se mantuvo a la confesión del concilio de Calcedonia, lo cual se puede ver en su obra magna Institución de la religión cristiana, libro II capítulos 12,13 y 14.

El legado de Juan Calvino a la iglesia reformada en el aspecto cristológico es visible, Los reformados afirman que la unidad es al nivel de la persona, llamada la unión hipostática. En otras palabras, su posición frente a los luteranos es la siguiente:

Tanto Zwinglio como Calvino argumentaban que la ubicuidad (Omnipresencia) de la divinidad no se le ha comunicado al cuerpo de Cristo, por lo tanto, ese cuerpo no puede estar presente al mismo tiempo en el cielo y en varios altares.

Para los reformados, la doctrina luterana parece ir en contra de Calcedonia y se parece al eutiquianismo (Las naturalezas se mezclaron en una nueva tercera naturaleza).

Concretamente, si Cristo tiene un cuerpo omnipresente, no tiene un cuerpo humano. Asimismo, si el cuerpo humano es omnipresente, ha sido reemplazado o abolido o absorbido en lo divino, ambas posturas contradicen la doctrina de la unión hipostática.

La repercusión en el sacramento de la santa cena es muy importante, pues a diferencia de la transubstanciación y la consubstanciación, la posición reformada es asubstancial, es decir no se cree que el pan y el vino se transformen de ningún modo en ni en parte en la sangre y cuerpo literales de Jesucristo.

Pero de ningún modo veamos la cena del Señor como un mero acto ceremonial, el pan y el vino representan la carne y la sangre de nuestro salvador que fue entregada como pago por nuestros pecados, y al igual que el bautismo es una manifestación externa de algo interno, es una señal visible de nuestra comunión diaria con Cristo. 1ª Corintios 11.27-28.

La C.F.B. de Londres de 1689 a la cual nos apegamos, dice acerca de la persona de Jesucristo en el capítulo 8, tema 2:


El Hijo de Dios, la segunda persona en la Santa Trinidad, siendo Dios verdadero y eterno, el resplandor de la gloria del Padre, consustancial con aquel e igual a él, que hizo el mundo, y quien sostiene y gobierna todas las cosas que ha hecho, cuando llegó la plenitud del tiempo, tomó sobre sí la naturaleza del hombre, con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades relacionadas,  aunque sin pecado; siendo concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la virgen María, al venir sobre ella el Espíritu Santo y cubrirla el Altísimo con su sombra; y así fue hecho de una mujer de la tribu de Judá, de la simiente de Abraham y David según las Escrituras; de manera que, dos naturalezas completas, perfectas y distintas se unieron inseparablemente en una persona, pero sin conversión, composición o confusión alguna. Esta persona es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, aunque un solo Cristo, el único mediador entre Dios y el hombre.

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