domingo, 11 de noviembre de 2018

El Evangelio De Juan 100: Oramos En El Nombre De Jesús. Juan 14:12-14.


El día de hoy, por la gracia de DIOS y para su gloria, llegamos a los 100 enseñanzas en el evangelio escrito por el apóstol Juan, estamos en el capítulo 14, a escasas horas de la pasión y muerte del Señor Jesucristo, momentos antes, por lo narrado en el capítulo anterior, había ocurrido la ultima cena con sus discípulos, todavía estaban los doce, pero poco antes de terminar, quedaron solo 11, pues Judas Iscariote, el traidor fue despachado por Jesús para que se diera prisa con su tarea.

Después de que Judas sale de la escena, el Señor se dirige ahora solo a los 11 restantes para apaciguar y reconfortar sus corazones, pues la zozobra de saber que uno de ellos lo iba a traicionar, la tristeza de saber que Jesús no estaría más con ellos y la sorpresa de saber que el más rudo de ellos lo iba a negar, los tenía al borde de un colapso de fe.

Por ello es que en este capítulo encontramos palabras de consuelo, la primera de ellas el mashal Yo Soy el Camino, La Verdad y La Vida y nadie viene al Padre si no es por mí, fue dado en respuesta a la duda de Tomás de cómo saber el camino a donde Jesús se dirige.

El Señor continúa con sus palabras de ánimo cuando ahora es Felipe el apóstol quien le interrumpe para pedirle que le deje ver al Padre con sus ojos naturales, a partir de esta incertidumbre es que el Señor primero les da una reprimenda a sus discípulos: ¿Tanto tiempo estoy con ustedes y aun no me conocen?

Jesús claramente les dice que si lo conocemos a Él entonces conocemos al Padre, y concluye su argumento diciendo que si no le creen a sus palabras, entonces crean por sus obras:

·         El agua en vino.
·         Levantar al paralitico.
·         Caminar sobre el mar.
·         Clamar la tempestad.
·         Multiplicar los panes y los peces.
·         Dar vista a un ciego de nacimiento.
·         Resucitar después de 4 días a su amigo Lázaro.

Concluimos que de igual forma, cuando nuestra fe este por menguar, cuando el calor del horno de prueba nos está templando, para después permanecer firmes en la Fe recordemos las obras que nuestro Señor Jesucristo ha realizado en nuestras vidas.

¿Cuáles obras? Todas, si reconocemos que no merecemos nada, que DIOS nos bendice porque Él es bueno no porque nosotros somos buenos, entonces vamos a reconocer que todo lo que tenemos es una obra de su gracia, amor y misericordia:

·         La salud.
·         Nuestros seres queridos.
·         En alimento a la mesa.
·         La diaria provisión.
·         La ropa que vestimos.
·         La cama donde dormimos.
·         El aire mismo que respiramos.
·         El hecho de que hoy estemos vivos y en la Casa de DIOS.

Todo, absolutamente todo proviene de nuestro DIOS que es bueno. Y su obra más grande a nuestras vidas: redención eterna en Cristo Jesús, a pesar de ser pecadores, a pesar de que no conoció, nos eligió nos lavó y nos guarda para el día postrero en la glorificación.

Después de poner sus obras como garantía de su testimonio, el Señor nuevamente dice el doble amén: 12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.

Ahora Jesús tranquiliza a sus discípulos haciéndoles entender que no deben temer que su ausencia física o corporal signifique pérdida de poder para realizar milagros. Desde el cielo Jesús proseguirá suministrándoles este poder, el libro de los Hechos confirma esta declaración del Señor Jesucristo.

Jesús aquí da una gloriosa promesa a todo discípulo que sigue creyendo en él. Tal persona hará las obras que Jesús hace, y esto no a pesar del hecho de que va al Padre sino debido a ese hecho. En otras palabras, la ascensión de Jesús a los cielos es lo que garantizó que los discípulos fueran investidos de poder para obrar milagros.

La partida misma del Señor beneficiará a los discípulos, más adelante en 14:16ss se explica cómo puede ser verdad esto. Como consecuencia de esta partida los discípulos realizarán no sólo las obras que Jesús había venido haciendo (milagros en el ámbito físico), sino incluso obras mayores que éstas, milagros en el ámbito espiritual.

A media semana estamos estudiando Pneumatología la persona y obra del Espíritu Santo, en las ultimas clases nos adentramos en el tema de los dones espirituales, sobre todo aquellos que el Espíritu Santo dio a su iglesia en el primer siglo de existencia, concluimos que nosotros somos cesacionistas abiertos, es decir creemos por la baste evidencia Escritural e historia que el uso de agentes humanos para administrar los dones extraordinarios ha cesado, terminó cuando el último de los apóstoles murió, pues ya no fueron necesarios.

Es importante decir esto, pues muchas personas toman este texto de Juan y lo interpretan a conveniencia, hacen lo que se conoce como eiségesis, o darle su propio sentido, y dicen que es una promesa de Jesús que todos sus discípulos, incluidos nosotros 20 siglos después, vamos a ser capaces de realizar milagros como Él.

En primer lugar, una buena hermenéutica, nos dice que no podemos hacer doctrina de un solo versículo, segundo, los libros históricos sustentan los doctrinales no al revés, tercero, los pasajes claros dan luz a los pasajes difíciles de entender claramente, como esté y por ultimo un solo versículo no puede contradecir toda la demás evidencia Bíblica.

Así que podemos decir sin temor a equivocarnos que en definitiva el Señor no se refería a que todos sus seguidores íbamos a ser capaces de hacer sus mismas obras y hasta mayores que las que Él hizo.

Surge entonces la pregunta válida: ¿Entonces a que se refería? Vamos por partes:

1.   Ya aclaramos que los apóstoles en realidad cumplieron cabalmente la primer parte de la promesa: el Espíritu Santo los capacitó con dones extraordinarios como prueba de que fueron enviados por DIOS y para respaldar la revelación del N.T.

2.   En segundo lugar, Jesús no dice que haremos los mismos milagros que Él, de hecho claramente dice las obras del griego ergon (ἒργον, G2041) y se traduce como obras, tareas, hechos. Así que también abarca:

a.   Predicar el evangelio.
b.   Orar continuamente.
c.    Ser misericordiosos.
d.   Ayudar a los necesitados.
e.   No hacer acepción de personas.
f.     Todo aquello que de su carácter emane.

3.   Y por último, Cuando habla acerca de obras mayores, Jesús tiene en mente en las que tienen relación con la conversión de los gentiles. Recordemos que él mismo dijo que fue enviado primero a las ovejas de la casa de Israel. Mateo 15:24.

Pero él mismo, tan solo un poco de tiempo antes, predijo que su labor se extendería a todo el mundo, hablando sin distinción no sin excepción. Juan 12:31.Tales obras son de un carácter más elevado y de más amplio en alcance, él lo sabe, por eso ora por esta situación pocas horas más adelante. Juan 17:20.

Podemos decir entonces, sin temor a equivocarnos que Jesús habla de la conversión de los elegidos de Dios de entre los gentiles, la labor de Pedro en casa de Cornelio y de Pablo en todos sus viajes misioneros no se hubieran podido realizar antes de la muerte y ascensión de Cristo por la simple razón de que en ese tiempo el Espíritu Santo todavía no había sido derramado. Por esta misma razón seguía existiendo el muro de separación.

Todo esto iba a cambiar ahora, es decir, en relación con la muerte, resurrección, ascensión y coronación de Cristo. En consecuencia, Jesús puede decir, y aún mayores obras harán, porque yo voy al Padre.

Además, es necesario no pasar por alto el hecho de que los milagros espirituales, es decir personas muertas en sus delitos y pecados pero que por el poder milagroso del Espíritu Santo nacen a una nueva vida, la vida de Cristo, son mucho mayores que todos los milagros físicos. 

Los milagros físicos fueron solamente el sello que DIOS puso sobre sus enviados: Jesús y los apóstoles, como signo de autentificación en su labor, ahora solo necesitamos predicar el evangelio y obras mayores suceden: personas siendo regeneradas.

El Señor Jesús sabe que los espiritual es superior a lo físico, por eso fue su declaración. ¿Deseas ver milagros más a menudo? Predica más seguido el evangelio a los perdidos.

El Señor continúa: 13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

La palabra todo abarca mucho. Se refiere tanto a las obras grandes como a las obras aún mayores del versículo 12. En consecuencia, en este pasaje se pone de relieve la relación de estas obras con la oración, este pasaje no habla de que poder pedir como niño en dulcería lo que se te antoje, su contexto lo relaciona directamente con la predicación del evangelio.

Jesús enseña muy claramente que existe esta conexión. En el libro de Hechos los milagros en ambos ámbitos se relacionan una y otra vez con la oración: Hechos 1:14. Fue seguido de los grandes milagros a partir del cap. 2; 4:31; 6:6, 7; 9:40, 41; 10:4, 9; 12:5; 13:3; 16:25–34.

Pero no perdamos de vista que solo se responde a las oraciones que se hacen en el nombre de Jesús.  Las oraciones que son inspiradas por el Espíritu Santo en el Nombre de Jesús no son egoístas sino que buscan el interés del reino de Dios.

Las oraciones en el Nombre de Jesús Proceden de la fe, están de acuerdo con la voluntad de Dios, siempre dicen Padre sea hecha tu voluntad, siempre son para Su gloria y no para nuestro deleite carnal y pasajero. 1ª Juan 5:14-15

La oración en el nombre de Cristo es una oración que armoniza con todo lo que Cristo ha revelado respecto a sí mismo. Su nombre es su auto revelación en sus obras; aquí particularmente, su autor revelación en la esfera de la redención: Jesús está diciendo en pocas palabras: van a orar a mi Padre en mi Nombre para que las personas  sean salvas de sus pecados y se arrepientan. ¿El resultado? Descansa en la soberanía de DIOS.

Así que no nos confundamos, no estamos diciendo que siempre que oremos porque alguien se convierta solo por el hecho de orar ya va a suceder, lo que estamos diciendo es que un hecho indiscutible que sucederá una vez que el Espíritu Santo viene a vivir a nuestros corazones, es que vamos a arder en deseos de que todos los demás también conozcan al Salvador de nuestras almas y vamos a orar fervientemente porque así suceda.

Y cuando recibimos una respuesta afirmativa a este tipo de oración, el Padre, es glorificado en el Hijo. Es entonces que podemos admirar los atributos esplendorosos de Dios, vemos como brillan en toda su hermosura en estas obras y por medio de ellas.

No es sólo que el creyente recibe lo que pide, es decir, si pide en el nombre de Cristo como si fueran palabras mágicas o frotar la lámpara maravillosa para que se cumplan nuestras oraciones. Sino que Cristo mismo en persona pone el querer como el hacer para que levantemos  esta humilde petición, por eso claramente nos dice: Yo lo haré.

Debido a la índole extraordinaria de la promesa que contiene el versículo 13, se la repite ahora en el versículo siguiente, es tan grande la Palabra, que Jesús la reafirma. Sin embargo, hay una diferencia, porque ahora se les dice a los discípulos que deben no sólo orar en el nombre de Cristo, sino a Cristo, si algo me pidiereis en mi nombre Yo lo haré.

En consecuencia, si se toman juntos los dos versículos vemos que Cristo aquí se presenta a sí mismo como:

a.   Aquél en cuyo nombre debe ofrecerse la oración.
b.   El objeto de la oración.
c.    El que escucha la oración.

Nos damos cuenta que como todo en la vida cristiana, la oración también es Cristocéntrica, no podía ser menos, si Para los cristianos orar es como respirar, la oración es vital para nuestro sostenimiento espiritual diario.

Pero algo es muy cierto y es que nosotros no tenemos que pensar para respirar porque la atmósfera que nos rodea ejerce presión sobre nuestros pulmones y nos fuerza a respirar. Por eso es más difícil aguantar la respiración que respirar.

Desgraciadamente, muchos creyentes se aguantan la respiración espiritual por largo tiempo, pensando que breves momentos con Dios son suficientes para permitirles sobrevivir, solo toman bocanadas de aire espiritual cuando se sienten ahogar por los problemas de la vida diaria y muchos ni eso hacen.

El hecho es que todo creyente debe estar continuamente en la presencia de Dios, respirando constantemente sus verdades para ser completamente funcional.



No podemos, no vamos a llegar nunca a ser cristianos maduros, funcionales, que reflejemos el carácter de Cristo si la oración diaria, intima, continua no se vuelve una parte trascendente de nuestras vidas, el conocimiento sin oración produce legalismo, creer que somos superiores solo pro saber solo se va de dos formas: o nos humillamos o DIOS nos humilla.

Orar es la manera de reconocer que no somos nada, que no merecemos nada  y que no tenemos nada por nosotros mismos, orar es humillarnos a nosotros mismos delante de DIOS, por eso es que muchos lo hacemos de rodillas literalmente, pues nos humillamos ante Su Grandeza.

Sin embargo, debido a que muchas de las veces, no nos va tan mal y hasta prosperamos en ciertas áreas y de ciertas maneras, es más fácil que nosotros los cristianos nos sintamos  seguros presumiendo de la gracia de Dios que dependiendo de ella. No me digas que dependes de la gracia de DIOS si no tienes una vida continua de oración.

Demasiados creyentes se quedan satisfechos con las bendiciones físicas y tienen muy poco deseo de las bendiciones espirituales. El cristiano moderno al haberse vuelto tan dependiente de sus recursos físicos, siente poca necesidad de los recursos espirituales. Cuando los programas, métodos y dinero producen resultados impresionantes, hay una inclinación a confundir el éxito humano con la bendición divina.

No pocos cristianos pueden en realidad comportarse como humanistas en la práctica, viviendo como si Dios no fuera necesario en sus vidas, dicen que sí, pero no lo demuestran porque no les gusta orar o solo oran por sus deseos egoístas y carnales.

La oración continua, persistente e incesante es parte esencial de la vida cristiana y fluye de la dependencia de Dios: la mejor forma de decirle a DIOS que dependemos de Él y que descansamos en su soberanía es orando a diario por todo.

El ministerio terrenal de Jesús fue sorprendentemente breve, apenas tres años y medio. Sin embargo en esos tres años, como debió haberlo sido en sus años previos, pasó gran cantidad de tiempo en oración. Los Evangelios nos informan que Jesús tenía por costumbre levantarse temprano en la mañana, antes del amanecer, para tener comunión con su Padre.

En la noche, con frecuencia iba al monte de los Olivos o algún otro lugar tranquilo para orar, generalmente a solas. La oración fue el aire espiritual que Jesús respiró cada día de su vida. Él practicó una comunión interminable entre él y  el Padre. Él exhortó a sus discípulos a hacer lo mismo. Lucas 21:36

El mismo apóstol Pablo lo escribió a los de la iglesia de Tesalónica: 1ª Tesalonicenses 5:17. Donde orar sin cesar básicamente se refiere a tener el buen habito de orar, que sea algo que suceda constantemente, no un incidente aislado.

Todos los pensamientos, obras y circunstancias de la vida se convierten en una oportunidad para tener comunión con nuestro Padre celestial. Así es como ponemos nuestras mentes en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Colosenses 3:2.

Desgraciadamente, la mayoría de creyentes nunca toman en serio la oración hasta que sucede un problema en su vida o en la de un ser querido. Entonces tienen la inclinación de orar atenta, específica y persistentemente, no esperes a que sea tu caso, y si ya lo es, ¿Qué esperas para orar con fervor?


Nuestro Señor hizo muchas obras poderosas cuando estuvo en la tierra, sin embargo, en ninguna de ellas se percibe algún consumo de energía, solo cuando oró lo vemos angustiarse y esforzarse al punto de sudar grandes gotas de sangre, ¿Qué tan intensa es nuestra oración? ¿Consume nuestro ser? ¿Es prolongada y ferviente?

Centremos nuestro corazón en DIOS para que nuestras oraciones de ahora en adelante sean diferentes, para que sean conforme a su voluntad.

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