domingo, 4 de noviembre de 2018

El Evangelio De Juan 99: El Que Ha Visto Al Hijo Ha Visto Al Padre. Juan 14:7-11.


La semana pasada comenzamos con nuestro estudio del decimocuarto capítulo del evangelio de Juan, en el, Jesús habla palabras de consuelo a sus discípulos, pues momentos antes, cuando estaban todos juntos tomando la última cena, sus corazones estaban llenos de muchos y muy variados sentimientos:

·         Vergüenza por fallar en el servicio de lavarse los pies unos a otros.
·         Asombro de saber que le mas rudo de ellos, Pedro, iba a negar al Señor.
·         Consternación por el anuncio de un traidor entre ellos.
·         Tristeza profunda por la reciente despedida del Señor.

El Señor completamente consiente de que si no hace algo, la fe de ellos puede apagarse, y aun a pesar de que él mismo esta triste por lo eventos que están por suceder, les da una serie de palabras de consuelo, la primera de ellas es un hermoso mashal que apunta a su dignidad y exclusividad como medio de salvación: Yo Soy el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre si no es por mí.

Con este mashal el Señor Jesús se presentó como El camino conduce a Dios; la verdad libera a los hombres y la vida produce comunión, pero no olvidemos que el mashal surgió por la pregunta que Tomás realizó ¿Cómo podemos saber el camino?

Jesús continua con su respuesta en el versículo 7a Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais.

El Señor con todo el amor y la paciencia del mundo, da una lección nuevamente a sus discípulos, les hace una llamada de atención que debería de resonar en nuestros corazones también: si me conocieran, estaba afirmando algo que era más que obvio, aún no le conocían, no como deberían de hacerlo, no como era preciso, no como Jesús esperaba.

Era evidente que no le conocían, Jesús no hablaba de un conocimiento  superficial, somero, pasajero, tal cual muchos en la actualidad profesan, es difícil creer a muchos que se digan ser cristianos, pero que en realidad desconocen aspectos tan fundamentales de la fe que dicen ejercer, no saben y peor aún, no quieren saber nada de:

·         Justificación.
·         Redención.
·         Divinidad y humanidad de Cristo.
·         Su Impecabilidad.
·         Elección incondicional.
·         Santificación.
·         Membresía.
·         Etc.

Creen que este tipo de conceptos solo los debe de manejar el pastor o un teólogo, cuando en realidad, son conocimientos doctrinales fundamentales que todo verdadero cristiano debería de manejar con precisión, si bien no al grado de dar catedra académicas, si al menos de poder defender la fe de quien les demande razón de ella. 1ª Pedro 3:15.

No es todo, además el conocimiento no solo es intelectual, falta la contraparte que da equilibrio: el conocimiento experimental: vivir y sentir lo que sabemos. Si no tenemos un equilibrio entre la ortodoxia, ortopraxis y la ortopatía, nos estamos engañando a nosotros mismos, nada somos, no porque no tengamos conocimiento intelectual, este conocimiento de nada sirve si no lo llevamos a la practica en la vida diaria, por medio de acciones y sentimientos correctos y concretos. 1ª Corintios 8:1-3.

Aunque en la actualidad los falsos maestros han tomado esta cita para justificar la ignorancia doctrinal, lo que en realidad pasa aquí es que Pablo reprende a algunos legalistas de la iglesia de Corinto, que de nada les estaba sirviendo el conocimiento por sí solo, pues no lo estaban acompañando de la vida y los sentimientos correctos.

De poco sirve tener 10 en conocimiento pero cero en vida y sentimientos, mejor sería tener 6 en conocimiento y 6 en praxis y empatía.

Jesús continua y les dice: 7b y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.

Lo que Jesús les estaba diciendo es: conocen al Padre desde ahora debido a estas mismas palabras, porque ahora se los he dicho claramente que yo mismo soy el Camino Vivo y Verdadero al Padre, de manera que ahora ya no tienen la excusa que antes para la ignorancia. Han visto el camino con sus mismos ojos, físicos y espirituales.

Es en medio de la reprimenda que es interrumpido por Felipe: 8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

Ya hemos dicho que no es el mismo Felipe que el descrito en Hechos 6 y 8, conocido como Felipe el evangelista, se trata del discípulo cuya participación fue crucial para el llamado de Natanael en Juan 1:43-51. Este mismo Felipe fue uno de los mediadores entre Jesús y los Judíos prosélitos de entre los griegos en Juan 12:21-22.  Además es a quien Jesús probó al preguntarle de donde sacarían el pan suficiente para alimentar a los 5000 en Juan 6:5-7.

Este Felipe fue quien dijo a Jesús, Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Deseaba ver con sus ojos físicos, por eso es que Felipe, representando a los demás; pues dice en plural muéstranos, del griego deiknumi (δείκνυμι, G1166) que significa mostrar literalmente, exhibir a la vista.

Felipe evidentemente deseaba ver al Padre; él no negaba la espiritualidad de Dios y su invisibilidad esencial, pero pedía una teofanía: una manifestación visible de la gloria del Padre, tal como le había sido concedida a Moisés y a otros creyentes en tiempos antiguos. Éxodo 24:9–11. 33:18

No parecía caer en la cuenta de que a él la había sido dado un privilegio mucho mayor que el que Moisés había disfrutado en la tierra. Vamos a dejar el tema de la incredulidad para cuando llegue el turno de hablar de Tomas cuando dudó de la resurrección del Señor Jesús, solo me limitare a resaltar: Felipe quería ver para creer.

La respuesta no se hiso esperar: 9 Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? 

La respuesta que da el Señor a Felipe es importante, no solo para el mismo Felipe, sino para los cristianos a lo largo de la historia, pues no pocas veces ha sucedido que personas sinceras en su fe, pero equivocadas en sus sentimientos, han buscado ver a DIOS en las formas y medios equivocados, llegando al punto de la idolatría misma, el ser humano es escéptico por naturaleza, y para contrarrestar ese escepticismo es que ha tratado una y otra vez y por distintos medios de hacerse una imagen visible del DIOS invisible.

Felipe no puso atención a las palabras que recién Jesús le acababa de decir a Tomás: Si me conocen a mí, a mi Padre conocerán. Además Felipe, así como los otros discípulos recibieron esta verdad en numerosas ocasiones de parte del Señor, desde hacía ya 3 años y medio se los venía repitiendo, tan solo en este evangelio lo encontramos en los siguientes pasajes: 1:18; 3:33–36; 5:17, 18, 19–32; 6:29, 38, 57; 7:29; 8:16, 19, 28, 29, 42, 54, 55; 10:15, 30, 33, 37, 38; 12:45; 13:31.

Por eso es que el Señor hace le énfasis tanto tiempo he estado con ustedes

El Señor Jesús hace esta aclaración pues, precisamente fue el tema central de su enseñanza a los discípulos, no vino a enseñarles sobre prosperidad, ni sobre dones o sanidad y milagros, vino a revelarse como el enviado del Padre, su representante, su reflejo, vino a darnos una imagen visible del DIOS invisible.

Desde siempre los seres humanos hemos anhelado conocer a DIOS, todos hacemos teología, solo que no todos la hacemos correctamente, todos buscamos la manera de conocer pero sobre todo de mirar a físicamente a DIOS, es por eso que en todas las culturas encontramos vestigios de ídolos que representan a su divinidad, cada cultura lo realizó según su imaginación les dio a entender: como sol, como dragón, como pez, serpiente, etc.

El cristiano no es muy diferentes en ese aspecto, tenemos el mismo anhelo, pues es parte de la imagen divina que todos llevamos, solo que el cristiano tiene el único medio posible para hacerlo: ver al Señor Jesucristo.

No se trata de verlo en dibujos, imágenes, fotografía o retrato, se trata de verlo con los ojos del entendimiento, con los ojos espirituales: La fe. Efesios 1:16-18.


  
No podremos ver físicamente al Señor Jesucristo hasta que regrese por nosotros o vayamos a su presencia, pero si lo podemos ver de una forma más grande, más sublime y eterna, lo podemos ver a través de los ojos espirituales, la Fe que él mismo nos dio antes de nacer, tiene entre otros propósitos, el capacitarnos para poder verlo, poder amarlo, poder encontrarlo aun en los detalles más pequeños:

·         Cuando un sermón llega a nuestro corazón.
·         Cuando recibimos un consejo.
·         En la vida de nuestros hijos.
·         Dándonos salud… o quitándonosla.
·         Cuando nos provee de lo necesario.
·         En los problemas económicos.
·         Etc.

Todos los acontecimientos de nuestra vida son completamente planeados y controlados por DIOS, y DIOS usa todos esos acontecimientos para revelar a Cristo a nuestras vidas.

Usa los problemas para decirnos confía en Cristo, utiliza las bendiciones para decirnos es Cristo quien te sostiene, usa nuestra familia para decirnos Te amo, utiliza las tribulaciones para decirnos descansa en Cristo, emplea cada aspecto de nuestras vidas para llevarnos más y más hacia Cristo.

Antes de poder continuar, debe quedar bien claro, que si no tenemos el anhelo de conocer más y más a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, entonces algo anda mal en nuestro ser interior, pues es un deseo que todo hijo de DIOS debería de tener y no moderadamente, sino todo lo contrario, lo consume ardientemente, conocer a Cristo es el todo de la vida de un cristiano genuino.

En su respuesta a Felipe, el Señor primero le habla en plural vosotros, se refiere a todos los discípulos presentes en el Aposento Alto o sea, los Once, ya que Judas había salido; el singular tú se refiere a Felipe solo. Tanto hace que estoy con ustedes y no me has conocido Felipe.

La clase de reconocimiento que Jesús tiene en mente es de carácter espiritual. Equivale a ver por fe al Padre en el Hijo; porque Jesús prosigue: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? Sabiamente el Señor quería que todos los discípulos entendieran que si podemos ver a Cristo, entonces podemos ver a DIOS.

·         Juan 1:18.
·         2ª Corintios 4:4.
·         Colosenses 1:15.
·         Hebreos 1:3.

Si conocemos a Cristo, conocemos al Padre.

Pero no solo eso, todo el pasaje en particular y toda la biblia en general nos indican que la revelación redentora aparte de Cristo resulta imposible, en otras palabras fuera de Cristo es imposible conocer a DIOS:

·         Su amor.
·         Su bondad.
·         Su justicia y santidad.
·         Su gracia.
·         Su misericordia.
·         Su paciencia.
·         Etc.

No las podremos contemplar nunca a plenitud si no conocemos al Señor Jesucristo, es por ello que los judíos que rechazaron al Señor y siguen con las tradiciones de su cultura, esperando que la Toráh los santifique no conocerán nunca a plenitud al Señor y DIOS Todopoderoso, porque simplemente han ignorado a Su Hijo amado Jesucristo.

Y no solo el judaísmo, cualquier religión o forma de culto que desea conocer al DIOS vivo y verdadero pero que ha desechado a su Hijo Jesucristo esta destinada al fracaso, simplemente porque fuera de Cristo es imposible conocer a DIOS: El islam. El budismo. El brahmanismo. El panteísmo. El catolicismo. Etc. Ninguno de ellas puede ni podrá revelar correctamente al Creador porque han rechazado conocer correctamente al Hijo Eterno.

En el Hijo tenemos la revelación final de Dios. Así como es cierto que el que ha visto al Hijo ha visto al Padre, también es cierto que el que no ha visto al Hijo no ha visto al Padre. Lo que a los discípulos les faltaba, no era una fe genuina como tal sino que su fe genuina madurara.

Habían visto, pero, debido a su propia pecaminosidad, no habían visto con la suficiente claridad. Por ello Jesús continúa, dirigiéndose primero a Felipe solo: 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?

Es como si el Señor Jesús le dijera a Felipe: si yo estoy en el Padre y el Padre está en mí, el que me ha visto a mí, ha visto a mi Padre.

La evidencia Escritural nos muestra que efectivamente Jesús y el padre uno son Juan 10:30 y 17:21. Por lo tanto si creemos que Jesús fue enviado por DIOS, hablas las palabras que DIOS le ha dado hablar entonces hemos de creer en Cristo como en DIOS mismo, no damos ni más ni menos fe y devoción. Por eso es que Jesús añade: Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.

Siempre que Jesús habla, el Padre actúa por medio de sus palabras. Toda palabra de Jesús es obra del Padre. Esto, sin embargo, no quiere decir que el Padre actúe como un ventrílocuo que habla a través de un muñeco. Por el contrario, el Hijo expresa la mente del Padre porque ella es también su propia mente. En este sentido, cuando el Hijo habla, se realizan las obras redentoras del Padre.

También incluyen sus milagros o señales. Estos sirven para confirmar la fe, fortalecerla, ayudar a solidificarla. Las obras que el Padre hacía en Jesús daban testimonio de que era el enviado del Padre. Juan 5:36. Si los discípulos no aciertan a ver en Jesús al Padre, las obras que Jesús hace dan testimonio de que es verdad lo que Él dice.

En consecuencia Jesús dice: 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.

Los discípulos vacilaban en la fe por las múltiples circunstancias ocurridas solo momentos antes, aunque sinceramente su fe que nunca había sido fuerte.

Pero lo que haya de fe en sus corazones debe mantenerse y fortalecerse, sobre todo ahora, que el Maestro está a punto de partir. Por esto Jesús exhorta de nuevo a sus discípulos a creer o, como también se podría traducir el original seguir creyendo que él está en el Padre, y el Padre en él.

El Señor sabe que es muy importante que su fe no decaiga, por ello es que los insta a creer, seguir creyendo y nunca dejar de creer en él como el único medio por el cual podemos conocer a DIOS, si las palabras no son suficientes, entonces los hechos les ayudará, sus obras son evidencia de su misión:

·         El agua en vino.
·         Levantar al paralitico.
·         Caminar sobre el mar.
·         Clamar la tempestad.
·         Multiplicar los panes y los peces.
·         Sanar a los enfermos.
·         Liberar a los oprimidos.
·         Dar vista a un ciego de nacimiento.
·         Resucitar después de 4 días a su amigo Lázaro.

De igual forma, cuando nuestra fe este por menguar, el calor del horno de prueba nos está templando pero no significa que la fe no vacile, por el contrario, es necesario que pase, que vacilemos para después permanecer firmes en la Fe, y cuando esto suceda acordémonos de las obras que nuestro Señor Jesucristo ha realizado en nuestras vidas.

¿Cuáles obras? Todas, si reconocemos que no merecemos nada, que DIOS nos bendice porque Él es bueno no porque nosotros somos buenos, entonces vamos a reconocer que todo lo que tenemos es una obra de su gracia, amor y misericordia:

·         La salud.
·         Nuestros seres queridos.
·         En alimento a la mesa.
·         La diaria provisión.
·         La ropa que vestimos.
·         La cama donde dormimos.
·         El aire mismo que respiramos.
·         El hecho de que hoy estemos vivos y en la Casa de DIOS.

Todo, absolutamente todo proviene de nuestro DIOS que es bueno. Y su obra más grande a nuestras vidas: redención eterna en Cristo Jesús, a pesar de ser pecadores, a pesar de que no conoció, nos eligió nos lavó y nos guarda para el día postrero en la glorificación.

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