domingo, 18 de noviembre de 2018

El Evangelio De Juan 101: No Somos Huérfanos. Juan 14:15-21.


El capítulo 14 del evangelio de Juan contiene material exclusivo, nos narra cuando el Señor Jesús y sus discípulos después de tomar la ultima cena, despiden a Judas Iscariote quien satanás ha llenado su corazón para que le traicione, y han recibido otras dos noticias devastadoras: el más rudo de ellos, Pedro, va a negarlo dentro de no mucho tiempo y además el Señor ha comenzado a despedirse de ellos.

Es por ello que el Señor comienza a consolar a sus discípulos para que su fe no decaiga al punto de extinguirse, primero les dice que va a ir a preparar lugar para ellos en la casa de su Padre, después. En respuesta a Tomás, les dicta el mashal más conocido en el mundo cristiano: Yo Soy el camino y la verdad y la vida y nadie viene al Padre si no es por mí.

Sabiendo que necesitaban aún más ánimo, el Señor les reconforta haciéndoles saber que los milagros, prodigios y señales que eran continuos en su ministerio, no iban a cesar con su partida, al contrario, al partir con el Padre y con el derramamiento del Espíritu Santo en el día de pentecostés, es que los apóstoles fueron investidos de dones extraordinarios como sello de confirmación del nuevo mensaje: el evangelio.

Y no solo las obras que el Señor realizaba, aún mayores, hablando de amplitud: por todo el mundo y de profundidad: el milagro del nuevo nacimiento, el más grande milagro de todos los que puede haber.

Pero no termina ahí, les exhorta a ser hombres de oración, pues todo lo que le pidieren al Padre en su nombre, Él lo concederá. No podíamos esperar menos, la oración como todo en la vida cristiana también es Cristocéntrica.

No podemos y no vamos a llegar nunca a ser cristianos maduros, funcionales, que reflejemos el carácter de Cristo si la oración diaria, intima y continua no se vuelve una parte trascendente de nuestras vidas, el conocimiento sin oración produce legalismo, creer que somos superiores solo por creer que sabemos un poco más que los demás, solo se va de dos formas: o nos humillamos o DIOS nos humilla.

Es tiempo de que los cristianos dejemos de presumir de la gracia de Dios y mejor empecemos realmente a depender de ella. No podemos decir que dependemos de la gracia de DIOS si no tenemos una vida continua de oración.

El Señor Jesús continúa consolando el afligido corazón de sus discípulos. Posteriormente el Señor les dice: 15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.



Hay algunos comentaristas que afirman que no hay relación entre esto y lo que precede, personalmente no estoy de acuerdo en esa afirmación.

En esa misma noche, solo hora u Hora y media antes el Señor les había dado el nuevo precepto: el amor será su sello como mis discípulos. Juan 13:34.

No es que el tema central en este discurso sea el amor, sino más bien el darnos la línea a seguir en cuanto a preceptos se refiere:

·         Su sello será el amor. 13:34.
·         Sigan creyendo en mí. 14:1.
·         Crean a mis palabras y a mis obras. 14:11.
·         Orean al Padre en mí Nombre. 14:13.
·         Si me aman, guardarán mis mandatos. 14:15.

Pero ellas estos y todos los preceptos y mandamientos DIOS nos los da para ser una bendición, no una pesada carga, recordemos que cada ley, cada mandamiento, cada norma o precepto solo son oportunidades de expresar a Cristo que vive en nosotros.

El enfoque legalista de este versículo es: guarden mis mandamientos para demostrarme su amor, y por consecuencia se comienza a hacer algo bueno para demostrarle a DIOS que le amas, sin embargo, esto no es lo que dice este versículo.

Jesús dijo que si lo amamos vamos a guardar sus mandamientos, amar a Cristo, fomentar nuestra relación con Él por medio de la lectura de la Palabra, de la oración, de congregarnos, etc. va a traer como resultado irremisible el guardar sus mandamientos, no al revés.

Si fracasamos en guardar los mandamientos, es un síntoma del problema (falta de relación con Cristo) no es el problema en sí. La verdadera cuestión al desobedecer a DIOS en sus mandamientos es la falta de amor, si nos esforzamos más por obedecer que por amarle, que no nos sorprenda el fallar una y otra vez.

Nunca olvidemos que este pasaje implica que el amor precede a la obediencia. El Señor entonces continúa: 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

Mientras los discípulos guardan los preceptos de Cristo, Él rogará por una bendición que sobrepasa a todas las que pudiéramos imaginar.

Pero no nos confundamos, su ruego no es porque deseara darnos un premio, como si el guardar sus mandamientos fuera lo que produce que el Espíritu venga a nuestras vidas, al contrario, el Señor completamente consciente de que en nuestras fuerzas jamás podremos cumplir con sus preceptos, pues el pecado nos lo impide, así que es su sabiduría infinita, ya está terminando de ejecutar el Plan eterno de redención:

·         El padre marca a sus elegidos en la eternidad pasada.
·         El Hijo muere por esos elegidos.
·         El Espíritu Santo llama y capacita a los elegidos para amar y obedecer a DIOS.

A manera de paréntesis dentro de nuestro tema, sólo quiero hacer notar que el Señor Jesús, siendo igual a DIOS, uno mismo con DIOS, el resplandor mismo de su Gloria, su Imagen, su misma Esencia y Sustancia y le rogaba al Padre, para aquellos insanos mentales que se atreven a dar órdenes a DIOS se declarando, estableciendo o gritándole ahora, se bajen de su nube y recapaciten en su proceder.

Jesús promete que en respuesta a este ruego suyo, el Padre dará a los discípulos otro Consolador. En el siguiente versículo a este Consolador se le llama el Espíritu de verdad. El pasaje indica claramente que el Espíritu Santo no es sólo un poder sino una persona, al igual que el Padre y el Hijo.

Pasajes como Mateo 28:19 y 2ª Corintios 13:14 indican claramente que las tres personas son completamente iguales. Todas poseen la misma esencia divina. Según el pasaje que estamos estudiando, el Padre es quien da el Espíritu Santo en respuesta al ruego del Hijo.

En solo un par de versículos encontramos a la Santísima Trinidad en plena comunión como siempre lo han estado, desde la eternidad y hasta la eternidad, esta comunión resalta aún más atributos de DIOS como su gracia y amor, pues siendo pleno, teniendo comunión perfecta consigo mismo desde siempre, y aun así nos creó y nos eligió para estar con él por siempre.

Al Espíritu aquí se le llama otro parakletos (παράκλητος, G3875). A media semana, los días miércoles, en el estudio de Pneumatología vamos a estudiar próximamente este título que la Escritura da al Espíritu Santo.

Por el momento nos baste con saber que el término indica que es una persona a la cual los discípulos llaman con el fin de que los consuele para siempre, una vez más el Señor tiene en mente la flaqueza espiritual por la cual están atravesando sus discípulos.

17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Al Paracleto se le llama aquí Espíritu de verdad. Esto, según 16:13, significa que él, siendo la verdad en persona, guía a su pueblo hacia ese ámbito de la verdad que se encarna en la persona de Cristo y su redención.

El mundo, hablando de la sociedad separada de DIOS, ha seguido la mentira ofrecida por el enemigo, y por lo tanto su sentido de discernimiento espiritual está totalmente atrofiado, no perciba al Espíritu ni sus acciones, no lo reconoce aunque lo tenga enfrente, en la época de Jesús, las obras del Espíritu se las achacaban a Belcebú, en la actualidad, las obras del diablo se las quieren achacar al Espíritu Santo.

Pero el Señor dice que hay una excepción a este patrón: ustedes le conocéis, porque mora con ustedes, y estará en ustedes. Aunque en realidad esto se llevará a cabo en el día de pentecostés, el Señor Jesús habla como si las cosas ya fuesen hechas.

Con el tiempo futuro ya presente en su mente, el Señor habla en presente, pues sabe que lo que ha dicho, indudablemente sucederá.

Lo importante en este texto, en realidad es entender que después del día de pentecostés, los discípulos quedamos permanentemente habilitados para discernir entre la verdad de la casi verdad, no por nuestra inteligencia, no por nuestra propia capacidad, sino porque El Espíritu de Verdad vive en nosotros. 1ª Corintios 2:7-16.

Los que en verdad hemos sido regenerados, por la gracia de DIOS, tenemos la capacidad de discernir, el Espíritu en nuestro interior, a como dé lugar, nos alejará de las mentiras heréticas que abundan en la actualidad, si hemos llegado a abrazar la verdad, a seguirla, a buscarla, a amarla, es por la acción interna del precioso Espíritu de DIOS en nuestro corazón.

El Señor Jesús prosigue con sus animosas palabras a los suyos: 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

Lo que Jesús quiere decir es: Mi partida no será como la de un Padre cuyos hijos quedan huérfanos cuando él muere. Yo mismo vuelvo a vosotros en el Espíritu. El Espíritu revela al Cristo, lo glorifica, aplica sus méritos a los corazones de los creyentes, hace eficaces sus enseñanzas en la vida de ellos.

En consecuencia, cuando el Espíritu es derramado, Cristo verdaderamente vuelve. Aquí en el versículo 18 la referencia no es primordialmente a la segunda venida sino al regreso de Cristo en el Espíritu en Pentecostés. Tenemos al menos 5 razones para adoptar esta posición:

a. El contexto precedente inmediato se refiere al derramamiento del Espíritu.

b. También el contexto siguiente inmediato.

c. Sólo así se puede explicar que los discípulos no queden huérfanos.

d. En la consumación de los tiempos Jesús vendrá al mundo además de venir a la iglesia. En el Espíritu, derramado en Pentecostés, escoge como morada solamente a la iglesia.

e. Uno de los resultados de la venida a la que aquí se hace referencia en el versículo 18 es que los discípulos conocerán que yo estoy en el Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros. A partir del día de pentecostés, los discípulos podemos tener una relación íntima con el Padre por medio del Espíritu Santo, en el Nombre DE Jesús. Romanos  6:3–11; 8:1; 12:5; 16:2, 3, 7, 11, 12, 13; 1ª Corintios 1:30; 4:10, 15, 17; 7:39; 9:1; 11:11; 15:31, 58; 16:19, etc.

Este sólo versículo acaba con la cobertura de paternidad espiritual que muchos falsos apóstoles promueven en la actualidad, no somos huérfanos, no estamos a la deriva, no nos han dejado solos, y por lo tanto no tenemos necesidad alguna de un padre espiritual que se enseñoree de nuestras vidas.

19. Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis

Ahora es la noche entre el jueves y el viernes. El viernes Jesús morirá en la cruz. Después de esto el ya no lo verán. Ni siquiera físicamente podrán observarlo. En el Espíritu, sin embargo, los discípulos realmente observarán a Jesús, porque ese Espíritu, a partir de Pentecostés, hará comprender en los corazones de estos hombres y de sus seguidores las enseñanzas de Cristo referentes a sí mismo.

Ahora bien, a fin de ver a Jesús en su tarea de llevar a cabo su programa triunfal en la iglesia por medio del Espíritu, uno debe estar espiritualmente vivo. Los discípulos podrán ver u observar a Jesús porque estarán vivos.

Vivirán porque Cristo vive. Cristo, que es en su propia persona el camino, la verdad y la vida, es siempre la causa de la vida espiritual de ellos, esta vida florecerá más abundantemente el día de Pentecostés como también después; en consecuencia, respecto a ellos se utiliza el tiempo futuro: vosotros también viviréis.

20. En aquel día vosotros reconoceréis que yo estoy en mí Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

A partir del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos y aquellos que después reciban a Cristo con fe viva reconocerán y aceptarán con gozo la intimidad de la relación que existe entre el Padre y el Hijo.

Entonces también comprenderán que esta unión es a su vez el modelo de la relación entre Cristo y sus seguidores. Claro está que estas dos relaciones no son idénticas. Entre el Padre y el Hijo hay básicamente una unidad de esencia. Esta unidad es absoluta, incapaz de crecimiento.

Por otra parte, entre el Hijo y los creyentes hay una unidad ética y espiritual. Lo amamos porque nos amó primero. Esta unidad puede crecer. Sin embargo, ante el hecho de que Cristo por medio del Espíritu vive realmente en el corazón de los creyentes, aquélla es verdaderamente modelo de ésta.

La relación entre Cristo y los creyentes es tan íntima que en tanto que él es la vid, ellos son los sarmientos. Él es el pastor; ellos las ovejas. Son miembros del cuerpo del cual él es la cabeza.

21a El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama ése es el que me ama...

Reconocer con gozo y ser obedientes a la soberanía de Cristo y en consecuencia, la obediencia de sus preceptos y mandamientos es la prueba de discipulado genuino. Enseñable y corregible, si no cumplimos ambos aspectos, no cumplimos con el verdadero discipulado bíblico.

La estructura gramatical de la frase es tal que uno puede volverla al revés y conservar la verdad, ahora vista desde un ángulo opuesto: El que me ama, tiene mis mandamientos y los guarda.

21b Y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo también le amaré, y me manifestaré a él.

Resalta que está escrito en tiempo futuro. Pero ¿acaso el amor del Padre no precede al nuestro? ¿No es cierto que todo nuestro amor no es sino la respuesta a su amor? No solamente es cierto, sino que esto es exactamente lo que el apóstol Juan recordaba de la enseñanza de Jesús. 1ª Juna 4:19.

Pero DIOS no está limitado por el tiempo su amor puede tanto preceder como seguir al nuestro. DIOS nos amó antes de conocerlo nosotros a Él y nos amará por siempre.

El amor de DIOS al preceder a nuestro amor, crea en nosotros el deseo intenso de guardar los preceptos de Cristo; luego, al seguir a nuestro amor, nos recompensa por guardarlos. Nada podría ser jamás tan maravilloso como un arreglo así.

La expresión, y me manifestaré a él se realiza una y otra vez en la vida de los creyentes:

·         Juan 15:26.16:13-14.
·         1ª Corintios 2:10-11.
·         1ª Corintios 12:3–7.

El señor Jesús se manifiesta en nuestras vidas por medio del Espíritu Santo, de modo que podamos decir, Siempre el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas. 2ª Timoteo 4:17-18. Esta manifestación de Cristo al creyente es siempre en el Espíritu y por medio de la Palabra.



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