lunes, 16 de septiembre de 2019

El Evangelio De Juan 142: Otra Pesca Milagrosa. Juan 21:1-14.



El Señor Jesucristo resucitó, ya no cabe lugar para la duda, aun el incrédulo Tomás, que debido a esa falta de fe se había alejado del rebaño, y aunque los que habían visto al Señor resucitado le insistían en su testimonio, Tomas solo podía ser negativo al respecto, al grado de poner una y otra excusa, si lo veo, si lo toco, si meto mi mano en su costado, decía. Pero lo que Tomás no esperaba era que el Señor en persona le haría acto de presencia una semana después de sus primeras apariciones y mitigaría toda duda en él. Con este relato se cierra el capítulo 20 del evangelio del discípulo amado.

A partir de este momento comenzaremos a escudriñar el capítulo 21, el cual ha sido muy controversial para los eruditos bíblicos, muchos son los que creen que en realidad Juan de puño y letra solo escribió hasta el capitulo 20 y que este capítulo es una añadidura, aunque no fuera de la inspiración del Espíritu Santo ni tampoco de la autorización del mismo apóstol amado. De hecho, se tiene la teoría de que otro líder de Éfeso escribió el capitulo 21 dictado por Juan directamente. Sea como sea se encuentra en los manuscritos más confiables y no hay razones para no creer que se encontraba en el autógrafo o escrito original, por lo tanto, seguiremos escudriñándolo versículo a versículo.

21:1. Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera:

Después de esto, es decir de las primeras apariciones y más específicamente de la aparición a los once ahora si todos ellos reunidos, con Tomás incluido por supuesto, Jesús se manifestó, se eligió cuidadosamente la palabra para expresar los hechos, pues no solo quieren darnos la idea de que se presentó ante ellos, sino que hizo todo un despliegue de gloria. No sólo hizo una aparición física repentina, de forma que los discípulos pudieran verlo, sino que demostró su poder y amor permanentes, su majestad divina y tierna compasión divina y humana, esto quedará de manifiesto al escudriñar el capítulo entero.

Esta es la séptima aparición del Señor Jesús después de resucitar, las otras seis son:

1.    A María Magdalena (Mr. 16:9; Jn. 20:11–18).
2.    A las mujeres (Mt. 28:9, 10).
3.    A Cleofas y su compañero (Lc. 24:13–35).
4.    A Simón Pedro (Lc. 24:34; 1 Co. 15:15).
5.    A los discípulos excepto a Tomás (Jn. 20:19–23).
6.    A los discípulos, con Tomás presente (Jn. 20:24–29).

Todas ellas ocurrieron en Jerusalén. Después de que los discípulos hubieron ido a Galilea, obedeciendo las instrucciones que habían recibido del Señor, Jesús se apareció de nuevo al menos otras seis ocasiones más, incluyendo esta que estamos estudiando:

7.    A los siete junto al mar de Tiberias (21:1–14).
8.    A los discípulos en Galilea, donde Jesús dio la gran comisión (Mt. 28:16–20).
9.    A quinientos hermanos a la vez (1ª Co. 15:6).
10. A Santiago, el hermano del Señor (1 Co. 15:7).
11. A los once en el monte de los Olivos cerca de Jerusalén (Hch. 1:4–11; cf. Lc. 24:50, 51).
12. Por último, a Pablo, cuando se hallaba camino a Damasco (Hch. 9:3–7).

Puede haber habido otras que no estén registradas en las Escrituras, pro por no estar ahí no podemos conjeturarlas o inventarlas, así que bíblicamente tenemos registradas 12 apariciones del Señor una vez que ha resucitado. El relato con dice que se manifestó de esta manera:

2. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.

No nos sorprende encontrar a estos hombres juntos en Galilea. El Señor había prometido encontrarse allí con sus discípulos. Además, cuatro de los cinco que aquí se indican habían estado también juntos al comienzo del ministerio de Cristo. Nos referimos a Simón Pedro, Natanael y los hijos del Zebedeo que son Juan y Santiago. En ese tiempo también Andrés y Felipe habían estado con los mencionados, podrían ser ellos los otros dos discípulos no mencionados, sin embargo, es imposible saberlo.

3. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada.

Como siempre Pedro es el hombre que pone acción, es el que influye en los demás con su liderazgo, Juan es más analítico y prefiere entender antes de actuar, pero Pedro es todo lo contrario siempre actuando impulsivamente, así es que les dice a los otros seis que estaban con él: salgo de pesca. ¿Por qué esta es otra decisión impulsiva de Pedro? Porque el mismo Señor Jesús en otro escenario parecido le había dado instrucciones muy diferentes. Lucas 5:10.

Pedro tenia instrucciones muy específicas del Señor de que dejaría su oficio para dedicarse por completo a los asuntos del Reino de DIOS, pero Pedro pensaba que era indigno de seguir realizando esta maravillosa labor, pues a diferencia de los demás discípulos no solo se alejó del Señor cuando más los necesitaba, Pedro hasta lo negó públicamente en 3 ocasiones, por lo tanto, en su impulsividad piensa que es momento de regresar a su antiguo oficio.

Los otros seis discípulos están dispuestos a seguir el liderazgo de Pedro. De hecho, cuando dijo: salgo a pescar, quiso dar a entender ¿Quién va conmigo?

Fueron, y entraron en una barca; pero aquella noche no pescaron nada.

Aunque estos hombres, una vez abordo de la barca, probablemente la de Pedro, escogieron la hora más adecuada para pescar, y aunque por lo menos algunos de ellos eran pescadores experimentados, trabajaron toda la noche sin pescar nada. Se repetía la historia relatada en Lucas 5:4-9.  DIOS nuevamente de forma soberana y providencial permitió que estos hombres fracasaran rotundamente en lo que, según ellos, mejor sabían hacer.

El Señor todavía los ama, n los ha desechado de su plan perfecto, aunque ellos se consideren indignos por abandonarlo, es por eso que el Señor amorosamente los deja fracasar, porque todavía los ama, todavía tiene cuidado de ellos, todavía los tiene contemplados en sus perfectos planes, así que el fracaso solo fue una muestra de su amor por ellos.

Cuando fracasemos en lo que sea que hagamos, cuando las cosas no nos salgan como nosotros deseamos, no pensemos que es porque DIOS se ha molestado con nosotros, ciertamente si estamos pecando deliberadamente no nos lo permitirá, pero si no es así y de igual forma fracasamos en cualquier área, recordemos que DIOS lo ha permitido porque sabe que sus planes son mejores que los nuestros, por trillada que suene esta frase, sino la hacemos parte de nuestro ser interior, solo serán palabras inspiradoras, pero nunca palabras de vida.

En su amorosa providencia, su fracaso total debe servir para poner de relieve la grandeza del don que iba a otorgarles.

4. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; más los discípulos no sabían que era Jesús.

La expresión ya iba amaneciendo pone de relieve la frustración que estos hombres habían experimentado durante la larga e infructuosa noche. Por fin, ya llegó el alba, y todavía no habían pescado nada. Al mirar hacia la playa ven un hombre. Era Jesús, pero no lo reconocieron. ¿Por qué no? Probablemente por la incredulidad, que aun después de haberlo visto resucitado, no terminaban de entender sus planes y esto tenia sus ojos espirituales cerrados, o quizás porque su cuerpo, aunque con forma y características humanas no era exactamente igual que antes así que no le pudieron reconocer de inmediato y menos a lo lejos, esto sumado a la niebla matutina que regularmente se da en ese mar.  

5. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.

Con un amor cariñoso y tierno amor se dirige a ellos como paidion (παιδίον, G3813) que se traduce como hijitos, significa niño joven o pequeño y se usa hasta de un niño recién nacido. Se ve que estas palabras hicieron eco para siempre en corazón del apóstol Juan, pues él mismo las utiliza muchos años después. 1ª Juan 2:1,12-13 y18. 3:7,18. 4:4. 5.21.

Demuestra aun más su amor la hacerles una pregunta que los sacude por el rotundo fracaso que acababan de experimentar ¿tienen algo de comer? Jesús y los discípulos sabían la respuesta, pero era un recordatorio de que su plan de volver atrás a vivir como antes, siendo pescadores comunes era inviable. Y al mismo tiempo es como si les estuviera diciendo: No habéis pescado absolutamente nada, ¿no es así? Dense cuanta que sin mí nada pueden hacer. Por favor aprendan la lección de una vez por todas. Los cansados discípulos respondieron a la pregunta del extraño con una sola palabra: No.

6. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.

Esta afirmación es la que de inmediato pone a los discípulos a sospechar la identidad del hombre que está en la playa, se repite lo que hace casi 3 años y medio sucedió, les dan una sencilla orden de echar la red al lado derecho, lo más seguro es que esto de inmediato comenzó a crear en los afligidos corazones de los discípulos confianza, paz, seguridad, dado que ellos, de inmediato obedecieron. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.

Esto lo decimos porque los pescadores experimentados no suelen permitir que una persona totalmente extraña les dé instrucciones. Hubieran podido muy bien decir, ¿Acaso pretendes tú, desde la orilla, a unos cien metros de nosotros, decirnos donde echar la red? ¡Claro que es mucho más fácil que nosotros nos demos cuenta de lo que sucede en el agua a ambos lados de la barca que tú lo veas desde tan lejos! Además, nosotros somos pescadores. Sabemos lo que estamos haciendo. De modo que, es mejor que no nos des ningún consejo que no te pedimos, extranjero.

Pero no hicieron nada semejante. Ni siquiera objetaron lo más obvio como la vez pasada: luchamos toda la noche y no pescamos nada, pero en tú nombre echaremos la red. Ellos echan la red a la derecha, y de inmediato capturan tantos peces que, aunque se estaban esforzando, no pudieron sacar la red en la barca.

Era un milagro. Jesús no creó de repente todos esos peces, pero había hecho que en el momento adecuado este banco estuviera en el lugar preciso para ser capturado. Y el propósito del milagro fue fortalecer su fe en él y abrir los ojos de estos hombres, hacerlos ver que por sí mismos no podían hacer nada.

7. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar.

Lo que dijimos se repite, Pedro actúa nuevamente antes pensar bien las cosas, y Juan primero analiza y después actúa, aquí esta una vez más bien ilustrado. El que había captado primero el significado de los lienzos y el sudario fue también el primero en discernir que el extraño de la playa era el Señor. De inmediato comunicó a Pedro su sorprendente descubrimiento.

Juan y Pedro vuelven a estar juntos, como tan a menudo ha ocurrido. En el reino de Dios el hombre de acción y el hombre de visión se complementan mutuamente. DIOS siempre pone al compañero perfecto a tu lado.

Entonces Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa de pescador (porque se había despojado de ella) y se echó al mar.

El relato no dice que Pedro estaba en ropa interior, pues de esta manera era más fácil maniobrar en el difícil trabajo de la pesca, como era característico en él, de forma impulsiva se puso encima su túnica y la amarró con su cinturón para echarse al agua y llegar nadando a la orilla, es obvio que el llegaría más rápido pues la barca saturada por el peso de los peces iba más lenta. Pedro va a dar la bienvenida a su Señor. No lo volvemos a encontrar hasta que vuelve a subir a la barca.

8. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos (cien metros).

Los otros discípulos, menos impulsivos que Pedro, tardaron un poco más en llegar, porque habían permanecido en la barca. Así pues, llegaron a tierra por medio de la barca, que debe haber arribado poco después de que Pedro lo hiciera.

9. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan.

Al llegar a la orilla una escena agradable sorprendió a estos discípulos. En marcado contraste con su incapacidad de encontrarse alimento, había un fuego de brasas en el cual el hombre en la playa había preparado una sencilla comida de pan y pescado. Si somos honestos, ellos no lo merecían, habían abandonado al Señor, le dieron la espalda y Pedro hasta lo negó, cuando horas antes de hacerlo todos envalentonados le juraron que irían con él, de ser necesario hasta la muerte, por eso es que fue una agradable sorpresa. Así es nuestro DIOS nunca nos da lo que en realidad merecemos, siempre recibimos misericordia y gracia de parte suya.

10. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar.


Cuando les dice traigan, se refiere a que carguen hacia la tierra los peces que acaban de sacar en la red. el Señor Jesús lo hace porque deseaba que pudieran meditar acerca de la grandeza del milagro que acababan de presenciar, así como de sus implicaciones espirituales.

11. Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.

En el borde de la barca Pedro suelta la parte extrema de la red y la arrastra por el agua hasta la orilla, donde, probablemente con la ayuda de los demás porque era muy pesada, fue depositada en la arena. Una vez que sacaron los peces grandes, los contaron. Sumaron ciento cincuenta y tres. Sin duda fue una pesca milagrosa. Una carga tan grande de peces pudo muy bien causar la rotura de la red, como la primera pesca milagrosa del relato de Lucas, pero en este caso el Señor no permitió que sucediera.

12. Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú quién eres? sabiendo que era el Señor.

Como los hombres estaban cansados y hambrientos, Jesús los invitó a desayunar. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú quién eres? Porque sabían perfectamente que era el Señor. Estaban demasiado llenos de reverencia en su presencia y también plenamente convencidos en la mente respecto a la identidad del hombre en la playa como para intentar por medio de preguntas obtener información de él en cuanto a su identidad. Sabían que era el Señor, el Maestro resucitado y glorioso.

13. Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.

En este corto versículo encontramos un milagro más, así como había hecho ya en dos ocasiones antes de morir, el Señor nuevamente multiplica el alimento, antes fue para 4000 y 5000 personas respectivamente, en esta ocasión solo para siete, pero no por eso deja de ser un milagro maravilloso. Lo sabemos porque el verso 9 dice claramente tanto en la RVR60 como en el original griego un pez y un pan.

Además, el relato de este versículo es muy similar a lo que encontramos en Juan 6:11 donde reparte para 5000 personas cinco panes y dos peces, la comparación es inevitable, el escritor del evangelio sabía que así sería, por eso a propósito marca el paralelismo de pasajes.

6:11. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo, de los peces, cuanto querían.

No importa que anteriormente se hayan beneficiado mas de 5000 personas del milagro y que en esta ocasión hayan sido siete, la esencia del milagro es la misma: Cristo es nuestro proveedor por excelencia, tanto de lo material, como de lo espiritual.

14. Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.

Si excluimos de nuestra cuenta aquellas apariciones en que el Señor se reveló a las mujeres y a personas solas, y contamos sólo aquellas en que se apareció al círculo íntimo de sus discípulos considerado como grupo, llegamos a la conclusión de que esta fue la tercera manifestación. Que esto es lo que Juan tiene en mente, resulta claro por la expresión a sus discípulos.




Este relato es conocido como la segunda pesca milagrosa, y ciertamente está llena de milagros:

·         Pescar cuando llevaban toda la noche sin hacerlo, solo al mandato del Señor.
·         La gran cantidad de peces.
·         La conservación de la red, que aun por ser tan grande la pesca no se rompió.
·         La multiplicación del alimento: un pan y un pez para siete.

Sin embargo, el verdadero milagro que encontramos en este relato y que se manifestará de manera aun más esplendorosa es la gracia y misericordia con la cual el Señor ha tratado a sus discípulos. Ellos estaban consientes de que no eran merecedores de nada de parte del Señor que no fueran reproches por abandonarle cuando más tenían que haber permanecido firmes, y aun así, el Señor no solo no lo hizo, sino que además les mostró por medio de una serie de milagros que separados de él nada pueden hacer.

Ellos seguían consumidos por la culpa, así que trataron de regresar a su antiguo estilo de vida, pero los planes del Señor nunca fueron esos, ni tampoco reprocharles nada, sus perfectos planes siempre fueron manifestarles su amor eterno, perfecto e incondicional, somos testigos una vez más en la Escritura de que pase lo que pase Cristo nos sigue amando y nunca dejará de hacerlo.

Si alguna vez a causa de pecados, malos hábitos, malas decisiones te has sentido como Pedro, Juan y compañía, que no eres merecedor de nada por parte del Señor, tiene toda la razón, no lo mereces, por eso se llama GRACIA porque el te sigue amando aun sin merecerlo.


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