lunes, 18 de noviembre de 2019

Hechos Historia Salutis 6: Las Primeras Burlas A Los Cristianos. Hechos 2:5-13.




Cincuenta días después de la pascua, que es cuando crucificaron al Señor Jesús, se celebró la fiesta de las primeras cosechas, también conocida como Pentecostés, ese día, en un aposento alto y demás habitaciones de una casa, estaban reunidos alrededor de 120 discípulos contando a los 12 apóstoles, todos obedeciendo fielmente las instrucciones del Señor Jesús de no salir de Jerusalén hasta el cumplimiento de la promesa: la llegada del Espíritu Santo.

Lucas narra que de repente un viento fuerte azotó la casa y todos los reunidos recibieron el bautismo con el Espíritu Santo, la primera manifestación fueron lenguas de fuego posadas sobre las cabezas de todos los creyentes, la segunda manifestación fueron los distintos idiomas hablados por todos, aun a pesar de nunca haberlos estudiado.

El relato histórico está muy distante de las experiencias de éxtasis y desenfreno donde se hablan sonidos ininteligibles y sin sentido alguno, tanto la etimología como la historia relatada por el medico amado Lucas nos muestran que los desenfrenos cometidos por muchas sectas en la actualidad y desde hace poco más de 100 años, en realidad son productos de malas interpretaciones bíblicas.

Sabemos además que lo que sucedió ese día es único e irrepetible, que no pude haber otro Pentecostés como algunos indoctos afirman:

·         No se hace doctrinas de los libros históricos.
·         Pentecostés es historia salutis no Ordu salutis.
·         Antes del fin habrá apostasia no avivamientos.
·         Ya fue remitida la maldición de la torre de Babel, ya no hace falta añadir más.

Lucas continua su relato, de hecho, como dijimos, el capitulo dos es uno de los más extensos y provechosos de este maravilloso Libro.

Hechos 2:5. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.

a. “Había en Jerusalén judíos piadosos”. Notamos que el evangelio vino primero a los judíos, no a los gentiles, tal como lo dijo Jesús a los discípulos al instruirles y enviarles en su viaje misionero: “Por camino de gentiles no vayáis … sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt. 10:5–6). Judíos temerosos de Dios venidos de lejos ya no solo estaban de visita, vivían en la ciudad santa porque deseaban, en sus últimos días, pisar el suelo de la tierra santa y ser sepultados allí.

En el Nuevo Testamento, el término griego que se traduce por “piadosos” es descriptivo sólo de judíos: Simeón (Lc. 2:25), Ananías (Hch. 22:12), y los hombres que sepultaron a Esteban (8:2). Son los que obedecen fiel y reverentemente la ley de Dios. Y no tiene nada que ver con el pietismo que tanto daño le ha causado al cristianismo en los últimos años.

b. “De todas las naciones bajo el cielo”. Estos judíos representan al mundo en su expresión más amplia. Han llegado a Jerusalén procedentes de todas las naciones del mundo civilizado de aquel tiempo. En versículos subsiguientes, Lucas provee una lista de aquellas naciones.

c. “Cuando oyeron este ruido, se juntó la multitud; estaban confusos”. ¿Escuchó la multitud el ruido del viento tempestuoso, o el sonido producido por los apóstoles hablando diversos idiomas? Lo más probable es que el término ruido se refiere al producido por un viento tempestuoso y no al hablar de los creyentes. Nos parece ver a la gente reuniéndose en grupos para tratar de determinar el origen del ruido. Y a medida que se acercan al lugar donde están los creyentes, los escuchan hablar en diversas lenguas. Todo esto da como resultado una natural confusión e incertidumbre.

d. “Porque cada uno los oía hablar en su propia lengua”. Lucas indica que la gente no sólo escuchó las voces de los creyentes, sino que cada judío presente oyó su propio idioma. En realidad, dice que cada uno seguía oyendo mientras los que hablaban continuaban haciéndolo.

Es de suponer que los judíos piadosos eran a lo menos bilingües, si no que hasta poliglotas. Si vivían en Jerusalén, hablaban el arameo. Si habían venido de alguna parte del Imperio romano, al oeste o al norte de Israel, posiblemente hablarían el griego. Pero también habrían aprendido el idioma nativo de los países donde vivían. Y he aquí que ahora escuchan hablar aquellos idiomas a personas que nunca habían vivido en esos países, sino que eran galileos.

Lucas sólo reporta el hecho de que los creyentes hablaban, pero no nos dice qué hablaban. El motivo del sermón de Pentecostés pronunciado por Pedro nos la presenta Lucas en versículos subsiguientes.

7. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?

Cuando los extranjeros residentes en Jerusalén escuchan el idioma que aprendieron en los países donde nacieron y crecieron, están totalmente asombrados. Algo que aprendemos es que las barreras lingüísticas que impiden una efectiva comunicación son derribadas cuando el Espíritu Santo capacita a los creyentes para transmitir la revelación de Dios a numerosos idiomas, no solamente dando el don milagroso de hablar en otro idioma son estudiarlo, sino hoy en día nos da el deseo de capacitarnos para romper con ese obstáculo.

La multitud detecta que quienes hablan no son extranjeros sino galileos. Quizás los reconocen como seguidores de Jesús, o a lo mejor sus ropas muestran que son galileos es decir pobres, incultos y pescadores.  A los ojos de los judíos de Jerusalén, Galilea era una región de Palestina muy atrasada culturalmente y habitada por personas carentes de educación. Pese a ello, estos galileos comunican la verdad de Dios en numerosos idiomas.

Al hablar, los creyentes están mostrando a su audiencia que alaban a Dios en todos los idiomas y dialectos del mundo. Están probando que la revelación de Dios no está restringida a un idioma en particular, sino que transciende todas las variaciones del discurso humano.
Con todo, debemos observar que Dios no repite este milagro de hablar en idiomas extranjeros. Por ejemplo, no leemos en ninguna parte que Pablo o Bernabé se hayan dirigido a los ciudadanos de Listra en su propio idioma Hechos14:11.

Cuando los creyentes se dirigen a la multitud en idiomas conocidos por ellos, los judíos extranjeros que viven en Jerusalén preguntan: ¿Cómo es entonces que les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Al hablar en otros idiomas, los creyentes están dando evidencia del milagro que está obrando el Espíritu Santo. Los que escuchan en su propio idioma o dialecto están atónitos y se preguntan insistentemente cómo es esto posible.

Esta pregunta es fundamental es palteada en tres ocasiones en los vv. 6,8 y11. Al oír su idioma o dialecto nativos, ellos quedan dispuestos para escuchar el mensaje de Cristo y su evangelio cuando Pedro predique el sermón de Pentecostés. Los dones milagrosos fueron para confirmar el mensaje del evangelio no para opacarlo.

Estos extranjeros representan a los países donde han nacido. Después de la cautividad de Babilonia, no todos los judíos volvieron a Palestina. Muchos se quedaron en Persia y Mesopotamia. Otros fueron deportados de Babilonia a Asia Menor durante los siglos tercero y cuarto antes de Cristo. Y otros se establecieron en Egipto, especialmente en la ciudad de Alejandría, o fueron hacia el oeste, a Roma. Los judíos vivían dondequiera, de este a oeste en el Imperio romano porque eran un pueblo en diáspora.

9. Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 11 cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.

Lucas enumera quince naciones del mundo civilizado en sus días:

·         Comienza con las naciones del este: Partia, Media, Elam, Mesopotamia.
·         Luego pasa por Judea hacia Asia Menor: Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia.
·         De allí a África: Egipto, Cirene.
·         Y finalmente a Roma, Creta y Arabia.

Porqué enumera a estas naciones y a otras no, como Grecia, Macedonia, Chipre, es una pregunta que no tendrá respuesta hasta que lo veamos en la eternidad. Lucas parece querer agrupar las naciones en categorías lingüísticas, porque su objetivo en este relato de Pentecostés es enfatizar que las Buenas Nuevas trascienden las barreras del idioma.

a. “Partos, medos y elamitas”. Estos pueblos hablaban un dialecto persa, y permitían a los judíos practicar su religión. Los medos, con los persas habían consolidado un imperio que leemos en los libros de Ester y Daniel, residían al sudoeste del mar Caspio. Los elamitas ocupaban la tierra que estaba directamente al norte del Golfo Pérsico hasta al este del río Tigris. Llegaron a ser parte del imperio persa, pero conservaron su propia lengua.

b. “Residentes de Mesopotamia”. Vivían entre los ríos Tigris y Éufrates. Los judíos que vinieron a Jerusalén procedentes de Mesopotamia realmente residían en Babilonia, adonde habían sido enviados como exiliados siglos atrás, que es el moderno Irak.

c. “Judea”. La presencia de Judea en esta lista es problemática. A menudo, Lucas se refiere a Judea como la tierra de los judíos. Quizás tiene en mente el territorio que controlaban David y Salomón, desde el Éufrates en el norte hasta la frontera con Egipto en el sur.

d. “Capadocia, Ponto y Asia”. Siguiendo con su lista, Lucas menciona las áreas de Asia Menor. Capadocia estaba ubicada al norte de Siria y Mesopotamia y se extendía hasta la costa sudeste del mar Negro. Pedro dirige su primera epístola a los judíos cristianos esparcidos a través del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. 1ª Pedro 1:1. Eran miles los judíos que vivían en Asia Menor. Por eso, Lucas agrega los nombres provinciales de Frigia y Panfilia.

e. “Egipto”. En el siglo I de la era cristiana, la población judía en Egipto alcanzaba al millón de personas. La mayoría de ellos vivía en la ciudad costera de Alejandría. En esta ciudad, los judíos habían traducido las Escrituras del AT del hebreo al griego.

f. “Residentes de Roma”. Lucas es específico y una la palabra griega epidemeo (ἐπιδημέω, G1927) que más que residentes significa extranjeros o visitantes. Estos judíos no son necesariamente ciudadanos romanos sino judíos y convertidos al judaísmo que viven en Roma. En los tiempos de los apóstoles los judíos en Roma alcanzan decenas de miles. Allí propagan el judaísmo y como resultado de ello hacían numerosos prosélitos. Entre estos convertidos había también muchos que temían a Dios, que obedecían la ley de Moisés, pero no se sometieron al rito de la circuncisión.

g. “Cretenses y árabes”. Al final, Lucas menciona a otros dos grupos: los cretenses y los árabes. Creta es una isla en el Mar Mediterráneo ubicada al sur de Grecia que Pablo vio. Los árabes que vinieron a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés presumiblemente eran judíos que vivían en Nabatea. Los nabateos eran habitantes del desierto que vivían en una región que corría en dirección sudoccidental de Damasco a Egipto. Pablo pasó algún tiempo en el reino nabateo de Arabia. Gálatas 1:17.

h. “¡Los oímos hablar en nuestras propias lenguas las obras maravillosas de Dios!” Llenos del Espíritu Santo, los creyentes proclaman los milagros que Dios ha hecho. Suponemos que declaran especialmente las maravillas de Dios en cuanto a la resurrección y ascensión de Jesús. Lucas afirma que los judíos devotos que residen o visitan Jerusalén oyen de estas maravillas en sus propios idiomas.

12. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 13. Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Lucas resume su relato sobre la reacción de la muchedumbre diciendo que estaban atónitos y perplejos, en el griego existemi (ἐξίστημι, G1839) es ASOMBRADOS y diaporeo (διαπορέω, G1280) y DUDOSOS.
  
Claramente Lucas nos da a entender que las gentes continúan confundidas, porque no pueden explicarse el milagro del cual están siendo testigos. Esta gente piadosa se pregunta, unos a otros, qué significa todo eso. Pero no todos los oyentes están en la misma situación. Lucas dice que cierto grupo ridiculiza a los apóstoles y a los que están con ellos.

Los burladores declaran que los apóstoles están intoxicados de tanto beber vino. Atacan a Pedro y a sus compañeros con un argumento que es ridículo: la hora del día para ver a la gente bajo la influencia del alcohol no es a su comienzo. Pedro refuta sus acusaciones llamando la atención a la hora del día: “¡Son solamente las nueve de la mañana!” (v. 15). La fiesta de Pentecostés es la fiesta de la cosecha de trigo y no de uvas.

Lucas los describe como incrédulos que se oponen al avance de la iglesia de Cristo. Con esto se cumple por primera vez de muchísimas más la profecía de Jesús en Juan 15.18-20.

Cuando dice si el mundo los aborrece no lo hace como si planteara una suposición o hipótesis, como diciendo si raramente llegará a pasar, sino al contrario, en el original griego la construcción del enunciado está hecha de tal forma que es una afirmación con la certeza de que va a suceder tarde o temprano, no es la primera ni la única vez que el Señor advirtió de esta situación a sus discípulos:

·         Mateo 5:11.
·         Mateo 10:22.
·         Mateo 24:9.

Por eso es de extrañarse y hasta de alarmarse cuando uno de los seguidores de Cristo es aplaudido, respetado y hasta amado por el mundo, pseudo cristianos que reciben los mismos premio que los incrédulos, las mismas atenciones, los mismos halagos, las mismas consideraciones, pseudo líderes cristianos que no son otra cosa que pastores asalariados que han vendido su alma al mundo, y no siempre por dinero, algunas veces por poder y reconocimiento, para llenar su orgullo hinchado por la falta de Cristo en su corazón.

Cuando te encuentres con algún cristiano al cual el mundo le aplauda, desconfía inmediatamente de él, de su profesión de fe y de su cristianismo, no es un esclavo de Cristo, es un esclavo de su propio vientre. Lucas 6:26.

Los discípulos somos odiados por el mundo porque ya no pertenecemos más a él, ahora somos pertenencia de Alguien a quien el mundo odia: Cristo, no odian su amor, no odian su gracia o sus bendiciones, odian su mensaje de arrepentimiento para perdón de pecados, el cual es el evangelio, pero siempre lo he dicho, no estamos eligiendo el menú en un restaurante, no podemos querer las bendiciones de Cristo pero hacer a un lado su mensaje.

El mundo, que es la sociedad ajena a los principios del Reino de DIOS aborrece a Cristo y a los cristianos por consecuencia, el Señor lo advirtió en varias ocasiones, cuando te encuentres con algún cristiano al cual el mundo le aplauda, desconfía inmediatamente de él, de su profesión de fe y de su cristianismo, no es un esclavo de Cristo, es un esclavo de su propio vientre.

Si somos aborrecidos por su causa, alegrémonos, pues nuestro testimonio causa que Cristo sea conocido. Es tiempo de que aquellos que en realidad amamos al Señor que nos redimió, seamos luz a las tinieblas de allá afuera, y la membresía en la congregación local es una de las armas más poderosas, dejemos ya en sentimentalismo, seamos directos con cualquiera que se diga cristiano pero que no refleja a Cristo ni tenga el interés de hacerlo.

No somos más que nuestro Señor, si a nuestro Cristo lo aborrecieron. ¿Qué podemos esperar nosotros? Cuando el mundo nos aborrezca por causa de Cristo, bienaventurados seremos, Soli Deo Gloria cuando esto suceda.

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