lunes, 11 de septiembre de 2017

El Evangelio De Juan 40: Jesús Prueba Nuestros Corazones. Juan 6:15-21.


Jesús poco antes de la celebración de la pascua judía, realizó junto al mar de Galilea uno de sus milagros más recordados, al grado de ser de los pocos relatos contenidos en los 4 evangelios, multiplicó 5 panes de cebada y 2 pececillos para dar de comer a más de 5000 personas.

Sin embargo, las personas no entendieron el propósito del milagro, por la cercanía de la pascua, que conmemora la liberación del pueblo de la opresión y esclavitud en Egipto, el pueblo se encontraba exaltado, expectante, ansioso de la llegada del mesías rey que tomara el control del país y los librara de la opresión romana, y al ver a Jesús realizar tan grande milagro, de inmediato pensaron en él como el mesías prometido para libertad.

Jesús, que es DIOS Omnisciente, sabía perfectamente las intenciones de la gente, por ello es que la narración del apóstol Juan nos dice que se retiró al monte, para evitar ser coronado, pues aún no ha llegado su hora.

A partir de este punto, el relato solo lo contienen, además obviamente del evangelio de Juan, los evangelios de Mateo y Marcos, Lucas sigue otra línea en la continuación del milagro de la alimentación de los 5000.

Por el relato de Mateo 14:23, sabemos que Jesús se fue al monte el solo A ORAR.

No es poco lo que podemos hablar acerca de la oración, y nunca serán suficientes las advertencias por las consecuencias de no orar, pero el ejemplo máximo es la vida de nuestro Señor Jesús, en los evangelios leemos continuamente que él enseñaba a sus discípulos, ocasionalmente el cantaba himnos (solo en la santa cena) pero muchas veces leemos que él oraba a DIOS.

Es de poner mucha atención, Jesús es DIOS mismo, y, aun así, siendo Todopoderoso, siendo Todo Sabiduría, siendo soberano, los vientos le obedecen, puede convertir el agua en vino, puede levantar a un paralitico con la autoridad de su voz, puede dar de comer a más de 5000 personas solo con 5 panes y aun así ORABA a DIOS continuamente.

¿Cuánto más necesitaremos orar nosotros?
¿Cuánto más nos hará falta descansar en DIOS para enfrentar los retos del día a día?
¿Cuánto más estaremos llamados a orar nosotros que somos simples mortales?

A no pocos nos aplastan los problemas diarios, los cuales hemos entendido por medio de los discipulados, nosotros los cristianos NO estamos exentos, nuestra mejor vida no es esta, es la venidera, en el mundo encontraremos aflicción, pero esa parte muchos ya la entendieron, y aun así se sienten agobiados por las tribulaciones.

·         Ya no voy a ir a la iglesia.
·         DIOS no me escucha.
·         Le va mejor a los no cristianos.
·         Mejor me regreso al mundo.
·         Mejor busco en otra religión, limpia, brujos, etc.
·         Me siento triste y desanimado…por mucho tiempo.

Todo esto es consecuencia de despreciar el tiempo a solas con DIOS, repito, si Jesús sabía de la necesidad de orar siempre, ¿Por qué nosotros vamos a ser mejores que él y no necesitar orar a DIOS?

Momentos antes de ser entregado a muerte Jesús pasó su tiempo ORANDO A DIOS. Lucas 22:39-44.

Si no llevamos una vida de oración, tal como nuestro Señor nos modela en los evangelios, no nos sorprenda que el más pequeño de los problemas nos desanime y nos tenga aplastados por mucho tiempo, o peor aún, no nos sorprenda que nuestra carne comience a salir a flote y demos rienda suelta sus deseos desordenados.

El andar en la carne desordenadamente, pecando con poca o nada de intención de dejarlo y el estar desanimados sin las ganas de levantarnos en Cristo, solo son la consecuencia de descuidar nuestra relación con DIOS, y parte fundamental de esa relación ES LA ORACION incesante.

El orar, no solamente en privado en casa, también como cuerpo, como iglesia, venga quien venga, este quien este, es por dos motivos:

I.        Demuestra que dependo de DIOS. A los seres humanos nos encanta sentirnos autosuficientes, para muestra basta el ejemplo de la torre de Babel, muchos dicen: no importa cuál sea el problema me puedo enfrentar a él, ¿para qué orar? Pensamos muchos, si este problema lo puedo manejar yo solo. Decimos ¿y ahora que voy a hacer acerca de esto? Cuando deberíamos decir DIOS ¿Qué quieres que haga acerca de esto?

II.        Hace más ligera la carga. Vemos el ejemplo de Nehemías, era un hombre sensible y compasivo, que sentía profundamente las cosas, él fue rápidamente perturbado por las malas noticias recibidas y trató de encontrar el corazón de DIOS por medio de la oración, la biblia dice que lloró por las ruinas, pero no se limitó a ello solamente, no gimió y se revolcó de dolor o autocompasión, el llevó el problema delante del Señor en oración. Nehemías 1.

El nombre de Nehemías significa “El Señor es mi consuelo”, así que él sabía a dónde acudir con el corazón quebrantado, se lo llevó a DIOS.

No fue con sus amigos, no lo ahogo en alcohol, no tiró todo y dio la espalda a los problemas, si lloró por el dolor propio del ser humano, pero también oró al DIOS de los cielos.

Si Jesús se retiraba a largos periodos de oración, como en este pasaje, nosotros somos llamados a imitarlo o más posible.

En el versículo 16 leemos que, Al anochecer, descendieron sus discípulos al mar, esto en una barca, nuevamente por el relato de Mateo 14.22 sabemos que, como buenos discípulos, fueron enseñables y corregibles, ellos obedecían la orden del Señor Jesús de embarcarse e ir delante de él al otro lado, la otra ribera.

Después leemos: 17 y entrando en una barca, iban cruzando el mar hacia Capernaum. Estaba ya oscuro, y Jesús no había venido a ellos. 18 Y se levantaba el mar con un gran viento que soplaba.

Esta es una de las escenas más emotivas que podemos encontrar en los evangelios

·         Los discípulos obedientes a su Señor se embarcaron a la mar.
·         El Señor los mandó solos, no los acompañó.
·         La oscuridad los cubre, una noche sin el resplandor de la luna, en medio del mar.
·         Llevaban oras remando sin poder avanzar.
·         Para colmo se desata una fuerte tormenta.

¿Qué estaba pasando aquí? ¿Acaso no estaban obedeciendo fielmente al Señor? ¿Por qué entonces se sobrevino esta situación? ¿Qué hicieron mal?

La respuesta es, simplemente nada, nada hicieron incorrectamente, nada les falló, nada hicieron mal, fue Jesús quien a propósito los dejó en aparente abandono, aunque sus discípulos no lo percibieran algo es seguro, en lo alto del monte, en sus oraciones estaban presentes sus discípulos y su tribulación en la barca.

Hay una realidad que nadie puede negar y es que cuando las cosas salen bien, cuando todo nos está favoreciendo es fácil ser cristiano cuando hay provisión de sobra, amigos, familia, salud y un sinfín de situaciones felices, no se dificulta dar gracias al Señor por todo eso, así no es difícil ser buen cristiano.

¿Pero qué hacemos cuando eso no sucede?
¿Qué pasa cuando DIOS parece haberse ido de nuestro lado?
¿Qué hacemos si no vemos a Jesús con nosotros en la barca?
¿Seguimos dando gracias aun en medio de la tempestad?

Toda relación es probada por la separación y el silencio, y nuestra relación con DIOS no será la excepción, no siempre nos vamos a sentir cercanos a Él, sin importar que tanto tiempo llevemos con el Señor o que tan íntima sea nuestra relación con Él, tarde o temprano nos va a pasar, solo recuerda: DIOS es real te sientas como te sientas.

Esto pasa pues para profundizar nuestra relación de intimidad, DIOS nos pone a prueba con periodos de aparente separación, son tiempos en los cuales nos sentimos como si él nos hubiese abandonado u olvidado por completo de nosotros, como si DIOS estuviese a años luz de distancia.

El nivel más profundo de adoración es alabar, agradecer, confiar, entregarse y amar a DIOS en medio de las pruebas y el dolor, aun cuando no lo veamos a nuestro lado en la barca.

En este tiempo de aparente separación, podemos llegar a pensar que DIOS está molesto o que nos esta disciplinando por algún pecado cometido, si bien es cierto que el pecar continua y descaradamente si trunca nuestra comunión con DIOS pues entristece al Espíritu Santo, sin embargo, cuando al descansar en Cristo y aun así vivimos la aparente separación, nada tiene que ver con el pecado.

A Pesar De Lo Doloroso Y Desconcertante, Es Absolutamente Necesario Para Madurar Nuestra Fe. Jesús estaba preparando a sus discípulos, sabía que en poco tiempo ya no estaría físicamente con ellos, sabía que su fe necesitaba madurar para vivir en dependencia del Espíritu Santo, SABÍA QUE ERA LO MEJOR PARA ELLOS.

Jesús lo sabía para sus discípulos y lo sabe hoy en día con nosotros, sabe que necesitamos madurar tarde o temprano, que nuestra Fe sea probada solo es un paso más en nuestro caminar como hijos de DIOS.

¿Esto quiere decir que DIOS se va de nuestro lado?
¿Nos deja caminar solos?
¿Se aleja dejándonos a merced de la tormenta?

No, no confundamos las cosas, La Omnipresencia de DIOS y la manifestación de su Presencia son dos cosas distintas, la primera es un hecho innegable en las Escrituras, la segunda es una acción de su sola Voluntad, en otras palabras DIOS siempre está con nosotros, presente en cada momento de nuestras vidas sin importar el lugar donde estemos, solo que no siempre le place a DIOS manifestar su presencia a nosotros, no siempre lo podemos percibir, no siempre sentimos que esté a nuestro lado sin importar cuanto nos esforcemos en hacerlo, pero Cristo sigue a nuestro lado. Mateo 28.20.

Jesús, en el momento indicado, ni antes ni después, se presenta a ellos de una forma extraordinaria: 19 Cuando habían remado como veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús que andaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y tuvieron miedo. 20 Mas él les dijo: Yo soy; no temáis.

El poder de Cristo se sobrepone al efecto de las leyes de la naturaleza. El que había multiplicado milagrosamente los panes y los peces en la tarde pasada caminaba ahora sobre las aguas embravecidas como si fuese sobre la playa. Se acercó a la barca para infundirles ánimo y prestarles auxilio. 



Sin embargo, ellos tuvieron miedo. Por lo que parece, temblaron más ante lo que les pareció un fantasma Mateo 14:26, que ante la furia de la tormenta misma.

Jesús, todavía seguía preparando los corazones de sus discípulos, ellos no tenían demasiado temor de la tormenta pues entre ellos mismos había más de un experto pescador y por consecuencia eran navegantes relativamente hábiles, al menos en cuanto barcas se refiere, pero cuando sus habilidades significaron NADA frente a lo que se aproximaba, ahora sí, comenzaron todos a temer. Marcos 6:52.

DIOS va a seguir tratando con nuestras vidas hasta que las situaciones terminen por sobrepasar todas nuestras capacidades, es entonces cuando en medio del temor profundo clamamos por ayuda, es entonces que humillados al extremo nuestro corazón deja de ser duro y comienza a reblandecerse.

Con gran amor y misericordia el Señor Jesús les grita desde fuera de la barca para aplacar sus miedos: YO SOY, no tengas miedo. No hay palabras que puedan llevar mayor consuelo a un hijo de Dios que pasa por apuros o temores, que las que dice aquí el Señor.

Juan termina su relato acerca de Jesús caminando sobre las aguas con la reacción de todos los discípulos al ser infundidos de confianza y amor por parte de su maestro: 21 Ellos entonces con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra adonde iban.

En nuestra cultura tenemos el dicho: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, los discípulos experimentaron este refrán en carne propia, y es el motivo por el cual el Señor permite tiempos de aparente separación, para que valoremos lo que tenemos en Cristo Jesús Señor nuestro, después de pasar unas horas sin la protección y guía de su maestro, ahora los discípulos le recibieron en la barca con gusto.

De igual forma, Jesús parece estar lejano algunas veces para preparar nuestros corazones para que lo recibamos con gusto, anteriormente hemos entendido la gran diferencia entre recibir y aceptar a Cristo, y es que al aceptarlo somos nosotros los que le “abrimos la puerta” mientras que cuándo le recibimos solo estamos siendo receptores de su gracia.

Los discípulos habían remado de recio durante varias horas, sin conseguir avanzar mucho, pero, tan pronto como Cristo estuvo a bordo la barca llegó enseguida a la tierra adonde iban. Si hemos recibido al Señor Jesucristo, aunque la noche esté oscura y el viento sea fuerte podemos consolarnos con el pensamiento de que hemos de llegar pronto sanos y salvos a puerto, pues estamos más cerca de lo que nos imaginamos.

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