miércoles, 6 de marzo de 2019

Bibliología. Tema 05: El Canon. Cita. Gálatas 6:16.


La clase pasada entendimos el proceso de formación de la Escritura, específicamente los periodos en los cuales el Espíritu Santo inspiró a los hombres elegidos por él. En la clase del día de hoy veremos qué es y cómo se formó el canon de la escritura, sus divisiones y los criterios utilizados para formarlo.

A. Etimología y significado.

En primer lugar, es necesario definir que queremos decir con el canon. La palabra canon que proviene del griego kanon (κανών, G2583) significaba primitivamente una caña recta que servía para medir, una regla, un modelo, como en Ezequiel 40:3.

El término griego kanon es afín a los vocablos káne, kánna que significan caña, por consiguiente, la voz kanon se translitero al latín bajo la forma de canon designaba en sentido propio una vara recta de madera, una regla que era empleada por los carpinteros.

En sentido metafórico indicaba cierta medida, ley o norma de obrar, de hablar y de proceder. Esta es la razón de que los gramáticos alejandrinos llamasen “kanón” a la colección de obras clásicas que, por su pureza de lengua, eran dignas de ser consideradas como modelos.

La palabra griega kanon se encuentra cuatro veces en el Nuevo Testamento. Pero solamente es empleada en los escritos de Pablo. 2ª Corintios 10:13-15. Filipenses 3:16. Gálatas 6:16.

La palabra canon, aplicada a la Sagrada Escritura, empieza a usarse en el siglo III. El primero que la emplea es Orígenes, el cual afirma que la Asunción de Moisés “in canone non habetur” (“no está en el canon”). El Prólogo monarquiano, que unos atribuyen al siglo III y otros al siglo IV, afirma que el canon empieza con el Génesis y termina con el Apocalipsis.

El primero que con seguridad aplica el término canon a la Sagrada Escritura es Atanasio (hacia el año 350), el cual observa que el Pastor de Hermas no forma parte del canon. Después de Atanasio, el término se hace común entre los escritores griegos y latinos.

Del sustantivo canon se deriva el adjetivo canónico: kanonikós en latín. El primero que lo usó también fue Orígenes, el cual quería designar con dicho adjetivo los libros que eran los reguladores de la fe, la regla propiamente dicha de la fe, y constituían una colección bien determinada por la autoridad de la Iglesia.

El término canónico también aparece con certeza en el concilio de Laodicea (hacia el año 360), en el cual se establece que, en la Iglesia, no se lean los libros no canónicos sino tan sólo los canónicos del A.T y N.T.

A partir de la mitad del siglo IV se hace común el llamar a las Sagradas Escrituras canónicas. Y puesto que ya en aquel tiempo existían muchos libros apócrifos, que constituían un grave peligro para la Iglesia y para los fieles porque se presentaban como inspirados, fue necesario fijar el catálogo de los Libros Sagrados con el fin de que los fieles pudieran distinguir los libros inspirados de los que no lo eran.

¿Cómo sabemos que la Biblia contiene solamente libros inspirados por el Espíritu Santo? ¿En qué forma fueron reconocidos como tales? ¿Quiénes decidieron cuales obras literarias serían incluidas? ¿Qué criterio influía en sus decisiones? ¿Cuáles fueron los libros autoritativos? Esto y aún más lo aclara el canon.

El canon, por tanto, se puede definir como la lista de los libros que se consideran inspirados y son norma de vida para los creyentes que los aceptan como Palabra de Dios.

B. Terminología.

La teología protestante y católica romana utilizan distinta terminología para referirse a los libros que conforman el canon de la Biblia.

1.    Catolicismo romano.

·         Protocanónicos: o primer canon, son aquellos libros sobre los cuales nunca dudaron de su autoridad o inspiración divina.
·         Deuterocanónicos: o segundo canon, son aquellos libros sobre los cuales hubo dudas de su inspiración y autoridad, pero que al final los ingresaron al canon oficial:

o   En el A.T. Tobías, Judit, 1ª y 2ª de Macabeos, Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, anexos en griego a Ester y Daniel.
o   En el N.T. fragmentos añadidos a los libros de: Hebreos, Santiago, judas, 2ª Pedro, 2ª y 3ª de Juan, Apocalipsis y Marcos.

·         Apócrifos: o falsos, son los libros sobre de los cuales se dudó de su autoridad durante cierto tiempo y que al final no entraron en el canon.

2.    Iglesias protestantes.

·         Canónicos. Aquellos libros sobre de los cuales nunca se puso en duda su autoridad e inspiración y que son los que aparecen en la actual versión Reina-Valera.
·         Apócrifos. O falsos, son los libros no canónicos incluidos en determinadas versiones. Los apócrifos son: Tobías, Judit, 1ª y 2ª de Macabeos, Sabiduría, etc. aunque si son considerados libros útiles y edificantes.
·         Pseudoepígrafos. Toda la demás literatura pseudocristiana y gnóstica intertestamentaria y posterior. 

C.  Diferentes cánones.

Técnicamente hablando son cuatro los canones que hay:

·         Canon judío. Aceptan sólo los libros canónicos del Antiguo Testamento, es decir, aquellos escritos en hebreo.
·         Canon alejandrino. Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon fue el más utilizado por los judíos en los tiempos de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. La famosa Septuaginta LXX.
·         Canon católico. Según la definición del Concilio de Trento, se aceptan todos los libros que ellos denominan protocanónicos y deuterocanónicos, con todas sus partes.
·         Canon protestante. Lo que nosotros conocemos actualmente como A.T. y el N.T.

D.  Divisiones del canon protestante.

El canon protestante se divide en dos partes el hebreo y el cristiano. En nuestra Biblia, el Canon hebreo consta de 39 libros y lo constituye el Antiguo Testamento. El segundo Canon consta de 27 libros y le llamamos el Nuevo Testamento.

1.    Canon del A.T. (Tanak).

Los judíos denominan Tanak a su canon, esto es una palabra formada de la primera letra de las
divisiones de su Biblia:

·         Torá (ley).
·         Nebiim (profetas).
·         Ketubim o hagiografía (escritos).

Nuestra Biblia contiene 39 libros, en contraste, el Canon Hebreo cuenta con 24 libros (o 22 en algunos casos), porque ciertos libros se agrupan formando un solo libro. También se dividen de manera diferente, la Ley, los Profetas y los Escritos.


La lista de los libros en el Tanak y su organización es como sigue:

·         La Ley o Torá: Génesis, Éxodo, Levítico, Números Deuteronomio.
·         Los Profetas o Nebiim: Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías, Ezequiel, el libro de los Doce de Oseas a Malaquías.
·         Los Escritos o Ketubim: Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester, Esdras, Nehemías, Crónicas Y Daniel.

Los judíos opinan que fue Esdras en colaboración con los Escribas de la Sinagoga en el año 400 a.C. aproximadamente que reunió y efectuó una revisión de los libros incluidos en el Canon Hebreo.

El tiempo en que estos libros fueron escritos es llamado por los judíos como el período profético, el cual, como ya sabemos, comenzó en la época de Moisés y terminó en la de Malaquías (1500-400 a.C.). El historiador judío, Flavio Josefo (37-100 d.C.) sostenía que todos los libros sagrados de los judíos fueron escritos entre los días de Moisés y el reinado de Artajerjes I (rey de Persia 465-424 a.C.).

Flavio afirmó: No tenemos una innumerable multitud de libros que discrepan y se contradicen unos a otros (como ocurre con los griegos), sino solamente 22 libros que contienen el registro de todos los tiempos, que con justicia se aceptan como divinos... Nadie ha sido tan osado como para agregarles nada a ellos, ni quitarles nada, ni cambiarles nada. (Josefo, Contra Apión I, pág. 8). Jesús atestiguó del Antiguo Testamento hebreo, como escritos aprobados. Lucas 24:44.

Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia primitiva recibieron de los judíos el canon del Antiguo Testamento así que nos apegamos fielmente a él.


2.    Canon del N.T.

Mientras que el canon del Antiguo Testamento había sido formalmente cerrado, en un sentido la venida de Cristo lo volvió a abrir. Dios hablaba otra vez. Y dado que la cruz fue el acto redentor central de Dios en la historia, el Nuevo Testamento vino a ser una necesidad lógica.

Además, la necesidad de un Canon de los escritos religiosos producidos en el período neotestamentario, se debió en parte al hecho de que algunas iglesias considerasen los libros apócrifos como inspirados y debido a la aparición de herejías en el siglo II.

Los libros del Nuevo Testamento se fueron reconociendo oficialmente a medida que se fueron escribiendo. Hubo algunos libros que demoraron en entrar en el canon, aunque ninguno de ellos fue rechazado por la iglesia en ningún momento.

Los siguientes libros carecían de respaldo universal en un principio:

a. Hebreos. Debido a que en el occidente no se sabía quién había sido su autor, aunque en el oriente fue aceptado como obra de Pablo.

b. Santiago. Por una duda de su autor, además por falta de enseñanza de doctrina cristiana.

c. 2ª Pedro. Diferencia de estilo y de vocabulario a la primera epístola de Pedro, además tuvo poca circulación.

d. 2ª y 3ª Juan. Era cuestionada por su brevedad, por ser muy personal y la relativa poca trascendencia de su contenido.

e. Judas. Se disputaba que el autor no tenía autoridad apostólica.

f. Apocalipsis. Por su gran diferencia de estilo con el evangelio de Juan.

Además de los 27 libros aceptados como parte del Canon cristiano, hubo otros escritos que buscaron su lugar en el canon. Entre estos están los escritos de los Padres Apostólicos, tales como: 1 y 2 Clemente, Epístola de Ignacio, Epístola de Policarpo a los Filipenses, la Didaje o Didache, la Epístola de Bernabé, Pastor de Hermas y la Epístola a Diogeneto.

Otras obras pretendían dar información acerca de Jesús y los apóstoles, datos que no se encontraban en las escrituras canónicas. Así es que escribieron otros evangelios con el nombre de: María, José, Marción, Felipe, Bartolomé, Pedro y Tomás.

Otros libros escritos fueron los Hechos de Andrés, Bernabé, Santiago, Juan, Pablo, Pedro, Pilato, Matías, Felipe y Tomás. También se escribieron los Apocalipsis de Santiago, Pablo, Pedro, Tomás, Esteban y la Virgen. Todos estos fueron rechazados por la iglesia por carecer de los elementos esenciales para formar parte del Canon.


Después de varias consideraciones y cuestionamientos a la selección canónica de los escritos del Nuevo Testamento, el concilio de Hipona en el occidente (393 d.C.) confirmó el canon de los 27 libros ya seleccionados por Atanasio de Alejandría en el oriente (367 d.C.).

Esta decisión fue ratificada en el Concilio de Cartago (397 d.C.). La iglesia no formó el Canon, sino que reconoció la inspiración divina de los libros del Nuevo Testamento. El mismo Espíritu Santo que inspiró las Escrituras, también dio testimonio en el corazón de sus lectores de que esas eran la verdadera Palabra de Dios.

Moisés, el primer escritor de escritos sagrados advierte en Deuteronomio 4:2. Juan, el último escritor de escritos inspirados advierte en Apocalipsis 22:18-19.

Como pueblo de Dios, creemos con toda seguridad que la Biblia, los 66 libros, es la revelación de Dios, inspirada por el Espíritu Santo y que constituye la única inerrante e infalible Palabra de Dios, distinta de todos los demás libros del mundo.

E.  Criterios para formar parte del canon.

Al ver la lista larga de los libros que fueron rechazados por la iglesia, ahora hemos de ver los factores que se debían de encontrar en los libros que formarían parte de la Biblia. Los criterios de canonicidad son aquellos que nos hacen reconocer a un libro como inspirado.

1. Apostolicidad. ¿Fue el libro escrito por un apóstol, o cuando menos bajo la influencia directa de un apóstol? En lo que toca a los evangelios, se aceptarían como composiciones de los apóstoles de ese nombre. La tradición más temprana de la iglesia conectaba el evangelio de Marcos con Pedro y el de Lucas con Pablo. Parece probable que esta haya sido la prueba o medida que se le aplicó a cada uno de los 27 libros de nuestro Nuevo Testamento.

2. Contenido.  ¿Era el contenido del libro indudablemente de elevado carácter espiritual? Es probable que los libros apócrifos fueran eliminados uno por uno sobre la base de esta pregunta. Cualquier persona puede hoy leer estos libros cristianos no canónicos y ver por si misma el juicio de la Iglesia Primitiva, guiada por el Espíritu Santo. En la mayoría de los casos, el contraste entre los libros canónicos y los apócrifos es tan notable que no deja lugar alguno para dudas.

3. Auténtico. Cualquier libro con errores doctrinales, no podría ser inspirado por Dios. Dios no puede mentir, Su Palabra tiene que ser la verdad y consistente. La mayoría de los libros Apócrifos fueron rechazados debido a este principio de autenticidad. Sus anomalías históricas y herejías teológicas hicieron imposible aceptarlos como obras inspiradas por Dios, a pesar de su formato autoritativo. No podían venir de Dios y contener errores al mismo tiempo.

4. Dinámico. Esta evidencia no era tan notable como las anteriores. Aquí el libro debía de tener la habilidad (dinámica) para transformar la vida del lector. Hebreos 4:12. 2ª Timoteo 3:15-17. Juan 8:32.

5. Universalidad. ¿Fue el libro recibido universalmente en toda la iglesia? Algunos libros apócrifos que habían sido aceptados en el oriente fueron eliminados por esta razón, de que habían sido rechazados en el oeste. Libros disputados como la epístola a los Hebreos fueron canonizados cabalmente porque todas las secciones de la iglesia los aceptó al final.

6. Inspiración. Claro que la última prueba fue la inspiración. Solo esos libros que dieron evidencia adecuada de haber sido inspirados divinamente lograron admisión al canon. Sin duda alguna el Espíritu Santo guio a la Iglesia Primitiva a seleccionar esos mismos libros que había inspirado.



La comunicación y el transporte eran lentos en los tiempos antiguos, a veces se tomaba mucho tiempo y esfuerzo de parte de los líderes de la iglesia para determinar tal reconocimiento. Es por eso que el reconocimiento final y completo de los 66 libros del canon de parte de toda la Iglesia, fue una tarea que tomó varios siglos. Para ayudarles en este descubrimiento, tenían que poner en práctica las pruebas de canonicidad recién estudiadas.

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