miércoles, 29 de abril de 2020

CFB 1689. Tema 20: Del Arrepentimiento para vida y salvación. Cita: Marcos 1:15.


El siguiente tema que trata la CFB 1689 en su apartado acerca de la salvación es el tema del arrepentimiento para vida y salvación, como lo indicamos la clase pasada, el arrepentimiento y la fe salvífica siempre van de la mano, son dos caras de la misma moneda, es por este motivo que la confesión lo estudia inmediatamente después del tema de la fe salvadora.

Ya entendimos que la fe que salva es originada por DIOS en nuestros corazones, se va fortaleciendo conforme vamos madurando en nuestro caminar con Cristo, está fe nunca deja de ser salvífica, siempre será victoriosa en llevarnos a reflejar a Cristo y asegura nuestra permanencia en él

El arrepentimiento, es la manifestación externa de esa fe salvadora, la fe es algo íntimo, interno en nuestros corazones, paro se ha de manifestar de una forma muy específica: arrepentimiento.

El arrepentimiento es el cambio voluntario, producido en el interior del pecador, por medio del cual reconoce sus culpas y pecados, los aborrece y busca el perdón, la pureza moral y el cambio de conducta.

La CFB 1689 nos habla del arrepentimiento por medio de cinco párrafos que estudiaremos a continuación:

A. El beneficio del arrepentimiento. A aquellos de los escogidos que se convierten cuando ya son adultos, habiendo vivido por algún tiempo en el estado natural,1 y habiendo servido en el mismo a diversas concupiscencias y placeres, Dios, al llamarlos eficazmente, les da arrepentimiento para vida.2

1.    Es para los convertidos. Tit. 3:2-5.
2.    Estos reciben el perdón por sus vidas pasadas. 2 Cr. 33:10-20; Hch. 9:1-19; 16:29,30.

Pero no debemos confundirnos, hay una gran diferencia entre el arrepentimiento y la regeneración:

·         En la regeneración solo DIOS efectúa la obra mientras que el hombre permanece pasivo.
·         En el arrepentimiento DIOS cambia y mueve el corazón, pero aquí el hombre toma parte activa y voluntaria, como toma parte el bebé que respira por primera vez después de nacer. En otras palabras:

DIOS es el que regenera y el hombre es el que se arrepiente, como ahora tiene esa capacidad gracias a la regeneración, no tiene ningún mérito.

B.  La necesidad del arrepentimiento. Si bien no hay nadie que haga el bien y no peque,1 y los mejores hombres, mediante el poder y el engaño de la corrupción que habita en ellos, junto con el predominio de la tentación, pueden caer en grandes pecados y provocaciones,2 Dios, en el pacto de gracia, ha dispuesto misericordiosamente que los creyentes que pequen y caigan de esta manera sean renovados mediante el arrepentimiento para salvación.3

1.    Todos necesitamos este don. Sal. 130:3; 143:2; Pr.20:9; Ec. 7:20.
2.    También los creyentes estamos propensos a pecar. 2 S. 11:1-27; Lc. 22:54-62.
3.    El arrepentimiento nos restablece con DIOS. Jer. 32:40; Lc. 22:31,32; 1 Jn. 1:9.



C. La naturaleza del arrepentimiento. Este arrepentimiento para salvación es una gracia evangélica1 por la cual una persona a quien el Espíritu hace consciente de las múltiples maldades de su pecado,2 mediante la fe en Cristo3 se humilla por él con una tristeza que es según Dios, lo abomina y se aborrece a sí mismo, ora pidiendo el perdón y las fuerzas que proceden de la gracia,4 con el propósito y empeño, mediante la provisión del Espíritu, de andar delante de Dios para agradarle en todo.5

1.    Es un regalo ganado por Cristo. Hch. 5:31; 11:18; 2 Ti. 2:25.
2.    El Espíritu Santo convence de pecado. Sal. 51:1-6; 130:1-3; Lc. 15:17-20; Hch. 2:37,38.

El arrepentimiento por ser un cambio radical en el interior del hombre, única y exclusivamente puede ser efectuado por obra e iniciativa del Espíritu Santo, es el Él quien lo hace posible por medio de la regeneración que produce el nuevo nacimiento, la conciencia humana puede estar convencida de pecado, pero no puede producir arrepentimiento por sí misma.

Por eso es que encontramos a muchas personas que saben que están mal, que pecan, que están en rebelión contra lo establecido por DIOS, pero aun así continúan haciéndolo, pues no basta con saber que estamos mal, ese solo es el elemento mental, y no basta con sentirse mal, ese solo es el elemento emocional, pero si el Espíritu Santo no causa el elemento volitivo por medio de la regeneración, únicamente tenemos remordimiento.

3.    Es paralelo a la Fe para salvación. Sal. 130:4; Mt. 27:3-5; Mr. 1:15.

No se pueden separar jamás de lo contrario se pierde la esencia del arrepentimiento bíblico, son un solo evento espiritual contenido en la conversión y dados en la regeneración: salvarse del pecado por creer en Jesucristo.

La fe que es para salvación, es una fe arrepentida, y el arrepentimiento que es para vida es un arrepentimiento que cree en Jesucristo.

Es necesario que sea de esta forma porque la fe es la que nos convence de que nuestro arrepentimiento lleva consigo el perdón, la esperanza de salvación y el amor de DIOS, el arrepentimiento nos convence de que nuestra fe no es solo algo intelectual o emocional, sino también algo en nuestra voluntad para abandonar los caminos del mundo y seguir El Camino. La falta de uno de los dos, convierte al otro en una burla o en hipocresía.

4.    Proceder del arrepentimiento en el corazón. Ez. 16:60-63; 36:31,32; Zc. 12:10; Hch. 20:21; 26:20; 2 Co. 7:10,11; 1 Ts. 1:9.

Cuando el Espíritu obra en el corazón para producir arrepentimiento, este corazón se humilla por el reconocimiento del pecado, con una tristeza que es según Dios, lo abomina y se aborrece a sí mismo, ora pidiendo el perdón y las fuerzas que proceden de la gracia, para no seguir cometiendo los mismos pecados, para poder cambiar su propósito de vida con tal de agradar solamente a Cristo.

5.    Solo los contritos pueden agradar a DIOS. Pr. 28:13; Ez. 36:25; 18:30,31; Sal. 119:59,104,128; Mt. 3:8; Lc. 3:8; Hch. 26:20; 1 Ts. 1:9.

D. La continuidad del arrepentimiento. Puesto que el arrepentimiento ha de continuar a lo largo de toda nuestra vida, debido al cuerpo de muerte y sus inclinaciones,1 es, por lo tanto, el deber de cada hombre arrepentirse específicamente de los pecados concretos que conozca.2

1.    Aun siendo creyentes genuinos llegamos a pecar. Ez. 16:60; Mt. 5:4; 1 Jn. 1:8-10.
2.    Es necesario hacer del arrepentimiento nuestro estilo de vida. Lc. 19:8; 1 Ti. 1:13,15.

El arrepentimiento No es un acto pasajero o de una ocasión.

Tanto el arrepentimiento como la fe, no son actos de una decisión aislada tomada bajo cualquier circunstancia externa como el miedo, euforia, interés, etc. Debe de ser una actitud que ha de perdurar hasta la muerte.

Así como la fe no es un acto momentáneo, sino una constante actitud de entrega y confianza en Jesucristo como Señor y Salvador, así también el arrepentimiento es una constante contrición. No puede ser de otra forma pues la carne aún recuerda el pecado vívidamente y necesita ser confesado con pesar y alejarse de él. 1ª Juan 1:8-10. Es junto a la cruz de Cristo donde el arrepentimiento tiene su comienzo, y es junto a esa preciosa Cruz, donde debe continuar derramando su corazón en confesión y contrición.

E. La provisión del arrepentimiento: Cristo nos lo da por el pacto de Gracia. Tal es la provisión que Dios ha hecho a través de Cristo en el pacto de gracia para la preservación de los creyentes para salvación que, si bien no hay pecado tan pequeño que no merezca la condenación, 1 no hay, sin embargo, pecado tan grande que acarree condenación a aquellos que se arrepienten, lo cual hace necesaria la predicación constante del arrepentimiento.2

1.    Todos los pecados merecen condenación. Sal. 130:3; 143:2; Ro. 6:23.
2.    No hay condenación si hay arrepentimiento. Is. 1:16-18; 55:7; Hch. 2:36-38.

El verdadero arrepentimiento se manifiesta en una ruptura del pecado muy a fondo.

La vida de una persona arrepentida es alterada. El curso de su conducta diaria es cambiado por completo. No solo es una nueva apariencia, es una nueva criatura. 2ª Corintios 5.17.

Un nuevo Rey reina en su corazón. Habiendo despojado al viejo hombre. Lo que Dios manda es lo que ahora desea practicar, y lo que Dios prohíbe es lo que ahora desea evitar. Romanos 6.11-14. Se esfuerza en todas las formas de mantenerse alejado del pecado, de luchar contra el pecado, de hacer guerra contra el pecado, para obtener la victoria sobre el pecado. Hebreos 12:4.

Deja de hacer el mal y busca aprender a hacer el bien. Se desprende bruscamente de sus malas costumbres y de las malas compañías. trabaja, aunque sea paso a paso, en vivir una nueva vida.

El verdadero arrepentimiento se manifiesta al producir en el corazón un profundo aborrecimiento hacia el pecado.

La mente de una persona arrepentida se vuelve en una mente habitualmente santa. Aborrecen lo que es malo, y se adhieren a lo que es bueno. Se deleitan en la ley de Dios. Romanos 8:8-13. No significa que no pequemos nunca más, significa que cada vez que pecamos hay un dolor profundo, un aborrecimiento arraigado contra el pecado. Romanos 7:10-25. Cuando una persona está en esta condición entonces, es porque el Señor Jesucristo lo ha provisto del verdadero arrepentimiento.


Conclusiones.

El verdadero arrepentimiento nunca llega solo en el corazón de la persona. Siempre viene con un compañero, siempre viene acompañado de una fe viva en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.  

Dondequiera que hay fe salvadora, hay arrepentimiento para vida, dondequiera que hay arrepentimiento para salvación siempre hay fe salvífica.

Las dos gracias nunca se encuentran separadas, una de la otra. Así como no se puede tener el sol sin luz, o hielo sin frío, o fuego sin calor, o agua y sin humedad, nunca encontraremos la verdadera fe sin verdadero arrepentimiento, y nunca encontramos el verdadero arrepentimiento y sin una fe viva. Las dos cosas siempre van lado a lado.


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