lunes, 22 de julio de 2019

El Evangelio De Juan 134: Palabra De Entrega. Lucas 23:46.



El día de hoy veremos la ultima de las siete palabras que Cristo dijo colgando en la Cruz, en el Gólgota o Calvario, estás palabras, como las hemos ido escudriñando una por una, han atravesado las fronteras y los tiempos llegando a tocar nuestros corazones en la actualidad.

Las primeras tres palabras las dijo en los primeros minutos de sufrimiento en la cruz después de las 9 de la mañana, cuando la luz del día todavía alumbraba el lugar, las últimas cuatro palabras, las dice cuando las tinieblas han inundado el sitio aun a pesar de ser mediodía, esto fue así por ser una representación de que todos nuestros pecados, así como todo el castigo que ellos merecían estaban ahí volcados sobre Jesús en el madero.

Jesús bebió la copa de la ira de DIOS, durante seis agonizantes horas, el castigo de nuestra paz cayó sobre de Él, fue rechazado para que pudiéramos ser aceptados, fue contado como un maldito para redimirnos de la maldición del pecado, se empobreció para hacernos ricos, el agradecimiento por todo lo que hizo en esa cruz no se pude expresar con palabras.

¿Cuál fue la séptima palabra en la cruz
¿A quién fue dicha?
¿Qué importancia tiene para nuestras vidas?
¿Por qué fue dicha?

Esto y más veremos a continuación, por medio de esta enseñanza titulada: Palabra de entrega.

Lucas el médico amado, es el único en registrar la ultima frase dicha por el Señor, y aunque omite la tercera, cuarta y quinta, si incluye y de forma exclusiva las primeras dos, por lo tanto, es Lucas quien registra mayormente las Palabras dichas por Jesús en la Cruz, hay una relación muy estrecha entre la primera palabra y está ultima. Su primera oración en la cruz comenzó orando a su Padre, y en está ultima de igual manera eleva su suplica a su Padre.

Es importante mencionarlo, puesto que es una demostración de principio a fin de que el Señor Jesús, a pesar del dolor, a pesar de la agonía, a pesar de las burlas y el sufrimiento, jamás rechazó la perfecta voluntad de su Padre, al contrario, humilde y sumisamente llevó la cruz y todos sus padecimientos, no estaba enojado, decepcionado, triste o desilusionado con su Padre por lo ocurrido, al contrario, estaba satisfecho de poder hacer su voluntad.

Una de las características de un cristiano que ha madurado es que sabe aceptar gustosamente la voluntad de DIOS, sea cual sea para su vida, lamentablemente los niños espirituales están a capricho con Cristo, si les va bien, si son bendecidos, si tienen salud y bienes materiales, si les agrada la voluntad de DIOS entonces son cristianos devotos, fieles al Señor.

Pero el plan de DIOS no es nuestra comodidad, es nuestra madurez a la imagen de Cristo, así que todos, tarde o temprano pasaremos o estamos pasando situaciones de dolor, incertidumbre, pruebas y demás, todo con el fin de llevarnos a reflejar a Cristo, el inconveniente llega cuando los niños espirituales hacen su berrinche y se alejan del Señor, porque simplemente no les grada su voluntad por lo que están viviendo.

Por eso es sumamente importante que entendamos a cabalidad el evangelio, escúcheme bien, una persona que entiende perfectamente el evangelio es una persona que nunca se alejara de los caminos del Señor, por más difícil que se torne el sendero, por más aplastante que sea la situación, por más incomprensible que parezca la voluntad de DIOS en algún momento de nuestra vida, porque sencillamente sabe que no es nada, ni tiene nada ni aspira a nada en la eternidad sin Cristo.

Cuando entendemos que no merecíamos mas que el castigo eterno de DIOS a nuestras vidas, cuando entendemos que somos salvos sin merecerlo y que fuera de Cristo no hay nada bueno para nosotros, ni en esta vida ni en la venidera, es cuando permanecemos firme pase lo que pase, porque estamos madurando a la imagen del Señor.

El Señor Jesús, nunca dejó de confiar en su Padre, nunca apartó su corazón de Él, por ello es que sus últimas palabras, literalmente hablando, son una oración de confianza, el Señor cita además el Salmo 31:5. El Señor omite la segunda frase del versículo, pues en su caso, al ser El Santo, sin pecado alguno, no es necesaria esa redención.

Es sorprendente que al final de su vida, en el ultimo instante el Señor no aparta la Palabra de su boca. Vivió y murió con la Escritura en sus labios. Nunca se cansó de citarla, pero, sobre todo, de darle vida y esencia.

David escribió el Salmo 31 cuando era perseguido por Saúl a causa de los celos, es en medio de la aflicción que David descansa y se entrega en las manos de DIOS. David confiaba plenamente en DIOS, confiaba en que aun en medio de la persecución sin causa, tenia un refugio en las manos de DIOS. David sabía sin lugar a dudas, que el Señor lo protegería en estos momentos de dificultad. Y efectivamente así sucedió, DIOS lo guardo, el proceso solo fue para preparar su corazón para reinar.

Cientos de años después el Señor Jesús cita, obviamente no por casualidad este Salmo, a propósito, lo hace, pues de igual manera sabe que está seguro en las manos de su Padre, sabe que, si algún refugio, algún consuelo, alguna seguridad tiene, es en su Padre y nada más.

La referencia a estar en las manos de DIOS, es muy impactante, sobre todo si hacemos el contraste con lo que sucedió ese día. Mateo 26:45-46. Hechos 2:23.

Fueron manos perversas las que tejieron la corna de espinas, las que lo clavaron a la cruz, las que lo azotaron con el látigo de tres colas, las que lo abofetearon, las que pusieron el letrero de burla encima de él, las que le traspasarán su costado con una lanza, por más de doce horas el Señor había estado a disposición de las manos de hombres pecadores, sin embargo, esto se acabó ya, esas manos inicuas han realizado su peor acto y no se repetirá jamás.

Voluntariamente el Salvador se había entregado a Sí mismo en manos de los pecadores, y ahora, voluntariamente Él entrega su espíritu en las manos del Padre. ¡Qué bendito contraste! Nunca más estará en las manos de los hombres. Nunca más volverá a estar a merced de los malvados, su sacrificio fue una sola vez y para siempre.


Podemos saber que su oración fue aceptada y contestada, pues tres días después el Señor Jesús resucitó de entre los muertos para no morir nunca más, y cuarenta días después fue recibido en la gloria de la majestad en las alturas para ocupar nuevamente su lugar a la diestra del Padre, exaltado sobre todo principado.

Cuando el Señor regrese a la tierra se invertirán los papeles, ahora serán los pecadores quienes caerán en sus manos, en palabras de Jonatan Edward serán Pecadores en manos de un DIOS airado, no será como la primera vez, cuando regrese a establecer su juicio a las naciones, los pecadores rogaran a las piedras que les caigan encima para no mirar a los ojos a aquel que una vez traspasaron con sus manos malvadas.

Para nosotros, estar en las manos del Padre es estar en las manos del Hijo. Las manos del Hijo y del Padre están en armonía, están entrelazadas. El secreto de la vida cristiana victoriosa es estar en las manos del Padre. Estar en las manos del Padre es estar en el mejor lugar, en el más seguro y placentero lugar del universo. ¿Está usted en las manos del Padre? ¿No le parece que estar en las manos del Padre es todo lo que necesitamos? Isaías 41:10 y 13.

Lo más maravilloso de esto es que nadie puede arrebatarnos de las manos de DIOS. Juan 10:28-29. Una vez más vemos la seguridad eterna de nuestra salvación, por este motivo es que aquellos que de verdad entienden el evangelio nunca retrocederán para perdición, porque son aquellos que están en las manos del Padre y del Hijo.

Cuando el precursor de la reforma, Juan Huss fue condenado por el Concilio de Constanza, en 1415, el obispo terminó la ceremonia, diciendo: Nosotros ahora confiamos su alma al diablo. Pero Huss contestó: Confío mi vida en tus manos, Señor Jesucristo. A ti rindo mi espíritu, el cual tú salvaste. Huss, que era seguidor de Cristo y conocía las buenas nuevas del evangelio, sabía que ningún hombre puede confiarnos a las manos del diablo si nosotros estamos rendimos a Dios. Huss fue quemado amarrado a un poste, victorioso, cantando, mientras se quemaba, pues sabía que pertenecía a Cristo y que Cristo le pertenecía a él.

Saber que estamos siempre en las manos de DIOS y que nadie puede quitarnos de allí es la base de la confianza del creyente. Esta es la base de nuestra seguridad. Nada puede arrebatarnos de allí. Por más débiles que somos nosotros. 1ª Pedro 1:3-5.

Padre, en Tus manos encomiendo mí espíritu, es además una oración que demuestra la gran comunión intima de Jesús con el Padre, El Salvador estaba en la cruz, rodeado por la multitud burlona, su cuerpo sufría una intensa agonía, sin embargo, Él estaba en comunión con el Padre.

Las circunstancias no deben determinar tu vida devocional, de lo contrario tu comunión con DIOS será una montaña rusa, a veces arriba, más veces abajo, sean cuales sean las circunstancias de tu vida no dejes de buscar el rostro de DIOS en oración y comunión, no dejes de adorarle, no dejes de congregarte, no dejes de leer Su Palabra, de estudiarla y meditarla, esa es otra característica de una fe inteligente y madura, y la vemos plasmada en toda la biblia:


·         José no dejaba de honrar a DIOS a pesar de ser vendido como esclavo.
·         Ruth y Noemí buscaron al Señor a pesar de ser viudas repentinas.
·         David escribió sus salmos más profundos cuando era perseguido por Saúl.
·         Jeremías oraba intensamente al Señor desde la cisterna vacía donde lo echaron.
·         Daniel oraba con intensidad a pesar de la prohibición de hacerlo, y continuó orando desde el foso de los leones.
·         Pablo y Silvano cantaban himnos al Señor en la cárcel de Filipos. Hechos 16:23-25.

Es nuestro privilegio disfrutar de la comunión con Dios en todo momento, independientemente de las circunstancias o condiciones externas. La comunión con Dios es por la fe, y la fe no se ve afectada por las cosas de la vista. No importa cuán desagradable puede ser nuestra situación, no se acerca en lo mínimo a lo que el Señor atravesó en la Cruz, y seguía en comunión con su Padre porque sabía el gran privilegio que es.

La comunión de Cristo con el Padre ha sido desde la eternidad pasada y será por toda la eternidad futura, pero aquí en el tiempo, se manifestó desde las primeras palabras registradas de Jesús. Lucas 2:49.

·         En el sermón del monte Jesús haba de su Padre 17 veces.
·         En el discurso pascual, en Juan 14-16 se refiere al Padre 45 ocasiones.
·         En la oración sumo sacerdotal lo llama padre 6 veces más.
·         En dos de las 7 palabras en la cruz Jesús exclama: Padre.

Nosotros al igual que Jesús podemos clamar: Padre al Señor y DIOS Todopoderoso del universo. 1ª Juan 3:1.

Lucas nos dice que inmediatamente después de su exclamación, murió. Lucas 23:46. Jesús no solo nos enseñó a vivir, sino también cómo morir. Él estaba preparado para morir. Aun cercado por las circunstancias más adversas, él murió en paz.

Todos los seres humanos tarde o temprano experimentaremos la partida de esta vida, está Escrito que todos vamos a morir, para el pagano y para el cristiano, para el ateo y para el creyente, para el rico y para el pobre, para el hombre y para la mujer, todos en absolutos dejaremos un día está existencia terrenal, la pregunta que surge y a donde nos ha llevado toda esta enseñanza es: ¿Estamos preparados para morir?

No me refiero a si ya dejamos testamento o si tenemos nuestras cosas terrenales en orden, aunque no es malo hacerlo, esa no es la intención de mi pregunta, la cuestión es con miras al futuro no al pasado, con miras a lo que sigue no a lo que dejamos atrás, con miras a la eternidad no a este tiempo. Jesús nos muestra que estaba preparado para morir, al grado de que él mismo, por su propia cuenta entrega su espíritu al Padre.

¿Pero nosotros estamos listos? ¿Hemos terminado los propósitos por los cuales DIOS nos dio la vida? ¿Hemos hecho la voluntad de DIOS? ¿Estamos preparados para lo que sigue después de la muerte?

Solo hay dos condiciones en las cuales se puede morir en esencia en esta vida:

·         En Cristo.
·         En nuestros pecados.

La primera forma, en Cristo, nos asegura que en la eternidad futura seremos glorificados por DIOS, Su Santo Espíritu nos dará un cuerpo nuevo, para poder disfrutar de la presencia amorosa del Señor por la eternidad.

La segunda manera, en los pecados, es lamentablemente la que la mayoría elige al rechazar a Cristo y a su evangelio, y el pecado no los dejará estar delante del DIOS infinitamente Santo, así que pasarán la eternidad delante de la Justa y Santa Ira de DIOS.

Pero los cristianos no nos preocupamos por que un día llegue la muerte, en la cruz, Jesús nos dio el último incentivo para que vivamos en las manos del Padre y nos mostró que, viviendo así, cuando tengamos que pasar por la muerte, estaremos tranquilos porque estaremos en las manos del Padre. Salmo 116:15. Filipenses 1:21.

Para nosotros que tenemos esta esperanza, la muerte no es el fin del camino, y estamos tranquilos porque, como ya lo entendimos DIOS es nuestro Padre y estamos en sus poderosas manos de donde nada ni nadie puede sacarnos, así que nuestra seguridad no está fundamentada en nuestro buen comportamiento sino en Cristo y su obra maravillosa en la Cruz.

Tal vez al meditar en las últimas palabras de Jesús en la cruz, usted esté pensando: Voy a vivir como quiera, y entonces, en el último minuto, diré: Padre, en tus manos entrego mi espíritu. Es el error más grave que puedes cometer.



Con rarísimas excepciones, usted morirá exactamente de la manera en que vivió. Si Dios no es su Padre ahora, ciertamente le será imposible aceptarlo como Padre cuando la muerte se esté acercando. Estamos preparados para el cielo cuando abrazamos a Cristo como nuestro Salvador, aceptando lo que hizo por nosotros en la cruz. Solo los que creen en Jesús pueden confiar enteramente su espíritu al Padre.


·         Aceptó con gusto la voluntad de DIOS.
·         Hasta el final llevó la Palabra de DIOS en sus labios.
·         El contraste entre las manos inicuas y las manos de DIOS.
·         Podemos estar seguros porque estamos en las manos de DIOS.
·         Es una oración que demuestra comunión intima constante.
·         Al igual que Jesús podemos clamar: Abba Padre.
·         Moriremos en las manos de DIOS.





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