domingo, 11 de agosto de 2019

El Evangelio De Juan 137: Gloriosa Resurrección. Juan 20:1-10. Mateo 27:61-66. Marcos 16:1-7. Lucas 24.1-12.


Una vez que se ha confirmado que El señor Jesús murió por medio de la lanza clavada en su costado, que da certeza de que en verdad falleció, su cuerpo ya sin vida es bajado de la cruz, preparado con vendajes y aceites aromáticos y puesto en la sepultura por José de Arimatea y Nicodemo, ambos miembros del consejo del sanedrín y al mismo tiempo discípulos del Señor en secreto por el temor a ser expulsados de la sinagoga.

Pero su tiempo en el sepulcro, que en primer lugar dio validez oficial de su muerte pues para los judíos no era tal sino has los tres días, también fue para realizar varios actos muy significativos en su descenso a los infiernos:

·         Proclamar su victoria.
·         Vaciar el seno de Abraham.
·         Arrebatar las llaves de la muerte y del Hades.
·         En representación nuestra.

Es un motivo más por el cual los hijos de DIOS tenemos la seguridad de que al morir iremos directamente a la presencia de DIOS, pues nos identificamos con Cristo en su muerte por medio del bautismo, Jesús baja en nuestra representación, para que los que creemos en él, resucitemos juntamente con él.

Pero la historia de la redención aun no está completa, no porque el Señor Jesús no la haya realizado perfecta, aun falta el sello de aprobación del Padre, su sacrificio, de ser aceptado como propicio por DIOS, tiene que tener una aprobación: la resurrección.

Nuevamente los cuatro evangelios nos hablan de este hecho que ha partido la historia de la humanidad y que marcó el inicio de la era cristiana, cada uno nos revela detalles, que al unirlos todos dan como resultado un relato armónico incomparable, nos apegaremos al relato contenido en el evangelio de Juan, y haremos mención de los otros evangelios cuando sea necesario para dar un cuadro completo de lo acontecido ese maravilloso día.

1. El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 

Es domingo por la mañana, el primer día de la semana. Siendo todavía oscuro algunas mujeres salen de sus casas trayendo las especias aromáticas que habían preparado como dice Lucas 24:1. Iban a ungir el cuerpo como relata Marcos 16:1).

¿Quiénes eran estas mujeres? María Magdalena y María la madre de Santiago o simplemente la otra María se mencionan por nombre en los otros Evangelios. Marcos agrega Salomé. Lucas añade Juana, y parece indicar que había otras. Juan probablemente supone que los lectores conocen los otros Evangelios y habla sólo de María Magdalena. Aunque era todavía oscuro cuando las mujeres salieron, el sol ya había salido para cuando llegaron al sepulcro.


Mientras salían llenas de tristeza por la puerta de Jerusalén, les preocupaba la enorme piedra Marcos 16:3 que había sido colocada a la entrada del sepulcro. Pero de repente sintieron un gran terremoto dice Mateo 28.2 que fue producido por la llegada del ángel del cielo a remover la piedra. Inmediatamente se percataron que la pesada pieza ya había sido corrida; no, no sólo corrida sino de hecho quitada, sacada de su canal, de forma que estaba en el suelo cuán larga era. Son dos las razones por las que era necesario que la piedra fuera removida de su sitio:

1.    A fin de indicar que la tumba había sido derrotada, que se había conseguido el triunfo.
2.    A fin de que todos pudieran ver que el sepulcro estaba vacío.

En tanto que la madre de Santiago el Menor, la madre de Santiago y Juan, Juana y las otras mujeres entraban en el sepulcro buscando el cuerpo del Señor Jesús Lucas 24:3, María Magdalena salió corriendo para obtener ayuda en esta situación tan terrible. Estaba convencida de que los enemigos habían violado la tumba.

Antes de continuar, aclaremos un punto que ha causado controversia muchas veces: ¿Cuánto tiempo estuvo Jesús en la tumba?  ¿Tres días o 72 horas? En Mateo 12:40 El Señor les dice a los fariseos malvados que le reclamaron una señal, que les sería dada la señal del profeta Jonás, es decir que, así como Jonás pasó 3 días y 3 noches en el vientre del gran pez, así él mismo pasará 3 días y 3 noches en el corazón de la tierra.

Pero si el Señor murió en viernes a las 3 de la tarde y resucitó un domingo a las 6 de la mañana, no se cumplen ni por poco las 72 horas que pensaríamos estaba hablando el Señor y que eran el requisito para dar validez oficial a su muerte.

Hay algunos grupos que para arreglar está situación proponen que el Señor en realidad murió el jueves, algunos hasta proponen el miércoles por la tarde, sin embargo, eso es insostenible a la luz de la cronología de los evangelios, el mismo Juan nos relata que mandaron a romper las piernas a los crucificados porque era la víspera del día de reposo el cual es el sábado, otros aluden a que el dicho de Jesús es una añadidura al texto y que por lo tanto no deberíamos de tomarlo en cuenta, pero además de que no hay indicios de que haya sido añadido, pues se encuentra en los manuscritos más antiguos, aun quedaría el hecho de que los judíos tenían la creencia de que si no pasaban tres días, no había ratificación de una verdadera muerte.

En primer lugar, en ningún sitio de la Biblia encontramos como se contabilizó el tiempo en los 3 días y 3 noches del relato de Jonás, por lo que no hay registro de que el profeta pasó 72 horas exactas en el vientre del pez, así que este relato no obliga a Jesús a pasar 3 días enteros con sus noches en la tumba.

En segundo lugar, tenemos que entender que las expresiones de esa época se entienden diferente de como las entendemos hoy en día, por ejemplo, para los judíos era común la expresión los cielos y la tierra para hablar del universo entero, de la misma forma su forma de expresar el tiempo era diferente a la nuestra, decir un día y una noche era entendido como una unidad de tiempo o un periodo único, y una parte del periodo era tomada como un todo.

Así que al estar en la tumba un par de horas del viernes (por eso es que fue providencial la cercanía del sepulcro, de haber estado más lejos, no solo hubiesen violado el día de reposos al cargar el cuerpo de Jesús, sino que no se hubiera alcanzado a contabilizar el viernes) todo el sábado y casi doce horas del domingo (de las 6pm del sábado a las 6 am del domingo, pues para los hebreos el día empezaba al atardecer), el Señor estuvo 3 unidades de tiempo en el sepulcro, o como lo expresaban en esa época: tres días.  

2. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.

No es sorpresa que María Magdalena, alarmada corriera con Juan quien es el discípulo amado y con Pedro, quienes eran considerados dos de los principales apóstoles. Ambos se sorprenderían mucho ante el informe desconcertante de María. Con angustia y llena de temor María exclama, Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. El sepulcro abierto era para María razón de alarma y desconcierto. Ella piensa, Los enemigos han vuelto a actuar. Mataron al Señor, y ahora aumentan su crimen con la violación del sepulcro. Ahora no queda ni siquiera el cuerpo de Jesús.

Es importante notar que, a pesar de la angustia por la desaparición del cuerpo de Jesús, María sigue llamando a Jesús el Señor, este es un indicador de que su fe no era superficial y pasajera, por el contrario, a pesar de la angustia, a pesar de no entender a fondo lo que estaba pasando, seguía considerando a Cristo como El Señor. La reacción no se hizo esperar:

3. Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. 4. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.

Pedro y Juan, perplejos ante el informe de María, se ponen de inmediato en camino hacia el sepulcro. Al principio se les describe como simplemente caminando; luego como corriendo juntos; finalmente, como todavía corriendo, pero ya Juan adelantándose a Pedro, por lo que llega primero al sepulcro. Se nota que Juan, aunque ya anciano cuando redactó el evangelio, aún recuerda la escena como si acabara de suceder. Por esto es tan viva la descripción.

¿Qué hizo que Juan se le adelantara a Pedro? La respuesta podría ser: tenía la juventud a su favor. Pero una vez más, no lo sabemos. De nada sirve especular situaciones tales como que amaba más a Jesús que Pedro, pues simplemente no se puede probar el amor en una carrera.

5. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.

La entrada, como en muchos sepulcros orientales actuales, era probablemente baja. De ahí que fueran necesarias dos acciones: primero, había que inclinarse. Habiéndolo hecho, resultaba posible mirar dentro. Al inclinarse Juan y mirar, vio los lienzos, él no entró, pero si se alarmó mucho, pues en su mente aun no cabe la más mínima idea de una resurrección.

6. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, 7 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.

La narración concuerda perfectamente con la conducta impulsiva habitual en Pedro, si bien Juan se adelantó, no quiso entrar al sepulcro, no así Pedro que, sin detenerse a meditarlo un momento, de inmediato entro al sepulcro para aclara lo que estaba pasando.

Pedro, una vez dentro, lo vio. Lógicamente vio más que Juan, y lo vio con más claridad. Y lo que vio era verdaderamente maravilloso. Ahí estaban los lienzos colocados con mucho orden, y el sudario o pañuelo, que había envuelto la cabeza de Jesús, colocado aparte.

Uno de los motivos por los cuales no podemos hablar donde la Biblia calla, es porque da pie a malas interpretaciones, lamentablemente hay quienes se han pronunciado en aspectos insignificantes y por lo tanto carentes de valor, dando como resultado malas exegesis que han dado pie para el fetichismo, los lienzos y el sudario solo representan una cosa: el cuerpo de Jesús ya no está, no fue robado o lo hubieran transportado con todo y lienzos, por lo tanto, solo son una prueba más de la resurrección.

No importan detalles como el lugar donde estaban los lienzos, ni si estaba extendidos o enrollados, así que los lienzos en si mismos no significan nada, no fueron perdidos y después encontrados, no sanaron a nadie, no tienen poder, ni nada por el estilo, no podemos usar lienzos nosotros y quedarán ungidos, todo este tipo de pensamientos son innecesarios.

Lo que nos narran los evangelios es más que suficiente, de hecho, es maravilloso. Lo que indican es que todo estaba en orden en el sepulcro. El cuerpo del Señor ya no estaba en él. Ningún discípulo había ido a sacarlo, ni ningún enemigo había estado en el sepulcro para saquearlo. En cualquiera de los dos casos los lienzos ya no hubieran estado ahí. 



¿Podría ser que el Señor se hubiera quitado él mismo los lienzos y el sudario, se hubiera procurado una vestimenta como la que llevan los vivos, hubiera colocado, con calma y majestad, cada cosa en su lugar en el sepulcro, los lienzos aquí y el sudario ahí, debidamente enrollado o doblado por separado, y hubiera salido del sepulcro, gloriosamente vivo?

No se dice expresamente que Pedro de inmediato sacara esta conclusión, específicamente la parte de que Jesús hubiera resucitado del sepulcro. Parecería, sin embargo, que muy pronto llegó a este nivel de fe. Lo alcanzó un poco más tarde que Juan, quizá después de que los dos hubieron comentado el asunto juntos. Lo sabemos por la continuación del relato:

8. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. 9. Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.

Ahora Juan también entra en el sepulcro. Vio y creyó. ¿Qué vio? Exactamente lo que Pedro había visto. ¿Qué creyó? Que Jesús había de hecho resucitado de los muertos, y que era el verdadero Mesías, el Señor de la Gloria, el Hijo de Dios en el sentido más excelso. Esto no es sino un ejemplo práctico y glorioso de una fe viva que abraza la verdad de la resurrección.

Con respecto a esta situación, hay algunos comentaristas Bíblicos, que creen que el propósito de Juan en este texto es enfatizar la débil fe de los apóstoles al principio, como si hubieran necesitado ver para creer, no creo que este sea el sentido de las palabras de Juan.

Juan más bien tiene en mente mostrarnos como el Señor Jesús había arreglado que todo sucediera de forma que pudiera promover y fortalecer la fe de ellos. También la Escritura comenzaba ahora a adquirir un nuevo significado. Antes, pasajes tan hermosos como:

·         Salmo 16:10-11.
·         Salmo 110:1, 4.
·         Salmo 118:22–24.
·         Isaías 53:11-12.

Todos estos pasajes que se referían a la resurrección de Cristo, habían significado muy poco para ellos. Ahora estos mismos pasajes comenzaban a adquirir significado. Ahora entendían que la gloriosa resurrección de Cristo era una necesidad divina. En Pentecostés y después en el libro de Hechos, todo esto se volvería todavía más claro.

10. Y volvieron los discípulos a los suyos.

Se había alcanzado el punto culminante. En el corazón de Juan hay gozo, y lo mismo va a suceder pronto, en el caso de Pedro, como él mismo lo afirma años después. 1ª Pedro 1:3. Así pues, se van a sus respectivas casas. En la de Juan hay alguien que debe haberse sentido saturada de gozo al oír el relato. Ese alguien María, la madre de Jesús.

Juan relata detenidamente los hechos de la Gloriosa Resurrección, culmina está primera parte con una frase sencilla pero llena de confort: volvieron a los suyos. El gozo por la resurrección del Señor era porque lo amaban, pasaron al menos 3 años y medio a su lado, lo vieron sanar, ayudar, predicar y orar muchas veces, compartieron con é los alimentos, los viajes y la misión del Padre de proclamar el año agradable del Señor, pero no fue sino el derramamiento del Espíritu Santo en el día de pentecostés que ellos entendieron a plenitud lo que había sucedió y el motivo por el cual el Señor tuvo que resucitar.

Ya hemos dejado muy en claro que el pecado es la barrera imposible de quitar por nosotros los seres humanos y que nos separa de DIOS y nos condena a la perdición eterna, Cristo con su sacrificio quitó el pecado de en medio de nosotros y DIOS, pero la Escritura es muy clara si Cristo NO resucitó TODAVÍA estamos en nuestros pecados.

¿Qué acaso no pago Cristo por nuestros pecados en la cruz?
¿No dijo consumado es colgado desde la cruz al morir?
¿No llevó ahí nuestros pecados?

Textos como los de Isaías 53.5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados, y 2ª Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.


Parecen indicar que no hacía falta nada más, sin embargo, Pablo en 1ª Corintios 15:17 y en su carta a los Romanos 4:25, nos muestra que la resurrección de Cristo no solo es un hecho verídico en la historia, piedra fundamental en la predicación cristiana y prueba indiscutible de la mesiandad del Señor Jesús, también es indispensable para nuestra salvación.

La pregunta es ¿Por qué es así? ¿Por qué era necesaria no solo la muerte, sino también la resurrección de Cristo de entre los muertos?

Para poder contemplar el cuadro completo es necesario poner frente a frente a la vida con la muerte, para lograrlo es preciso leer el contexto posterior de 1ª Corintios 15:17 yendo hasta el versículo 22. Pablo se da cuenta de un hecho muy importante: LA VIDA TUVO QUE LLEGAR HASTA DONDE HABÍA LLEGADO LA MUERTE.

Nosotros necesitábamos una salvación completa pues estábamos completamente perdidos, la desobediencia de Adán introdujo el pecado y con él la muerte en los seres humanos, pero ese pecado no entró superficialmente, se arraigó en todo el ser integral de los hombres, su cuerpo, alma y espíritu.

Los seres humanos somos una unidad, así como no podemos pecar con el cuerpo, pero estar limpia nuestra alma y espíritu, tampoco podíamos solo ser salvados espiritualmente y lo demás dejarlo a la deriva. Por eso es que cuando DIOS le dijo a Adán el día que comas de ese fruto morirás no cayó fulminado, la biblia nos dice que vivió aun otros 930 años, lo que pasó aquel día es que la muerte entro en su corazón al entrar el pecado.

Por ello es que la redención completa del ser humano solo se alcanza después de la resurrección, porque la vida debía de llegar hasta donde llegó la muerte. Romanos 8:23-24.

El pecado entró en el ser humano:

·         En su espíritu: separándole de DIOS.
·         En su alma: corrompiendo sus actos.
·         En su cuerpo: causando la posterior muerte física.

El nuevo testamento nos muestra que desde nuestra elección hasta nuestra glorificación (etapas de la salvación) son en solidaridad con Cristo, de ahí que la resurrección de Cristo es la derrota definitiva de la muerte: Cristo mató a la muerte muriendo en la cruz, pero era necesario que esa Vida que mato a la muerte se manifestara en la resurrección.

La justificación, hace tiempo lo entendimos es el ser declarados justos ante DIOS y libres del castigo justo por nuestros pecados, pero aún hay más, esto se logra porque en la justificación somos muertos al pecado por medio de la Vida inextinguible de la resurrección de Cristo, por eso Pablo nos dice que la resurrección asegura la justificación. Romanos 7.4. Colosenses 3:3.

La vida de la resurrección de Cristo entró en el ser humano redimido:

·         En su espíritu: acercándole nuevamente a DIOS. Justificación.
·         En su alma: redimiendo sus acciones. Santificación.
·         En su cuerpo: esperando ser renovados. Glorificación.

Ahora podemos entender el profundo sentido del texto en Romanos 4.24-25. Sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.

La obra redentora de Cristo si de verdad iba a ser efectiva no podía terminar en muerte, sino en vida: SU GLORIOSA RESURRECCIÓN.


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