domingo, 31 de mayo de 2020

Hechos Historia Salutis 33: Simón Un Falso Creyente. Hechos 8:18-25.


El primer mártir de la iglesia cristiana fue Esteban el diacono, su asesinato desató la primera gran persecución de la iglesia de Jerusalén, sin embargo, no es nada que DIOS no tuviera determinado de antemano, pues en la diáspora de la iglesia el evangelio fue predicado por aquellos que fueron dispersados a diferentes lugares, por consecuencia los siguientes en verse beneficiados y bendecidos con el evangelio fueron los samaritanos, primeramente por medio de la predicación y las obras milagrosas de Felipe el diácono evangelista, y posteriormente cuando los apóstoles se enteraron de lo que estaba pasando, enviaron a Juan y a Pedro a confirmar oficialmente la siguiente etapa de la iglesia.

Pedro y Juan confirmaron a los samaritanos como parte de la iglesia universal del Señor Jesucristo por medio de ponerles las manos sobre de ellos para que recibiesen el don del Espíritu Santo manifestado con poder, a partir de este momento Lucas nos narra la segunda parte del relato relacionado con Simón que es un contraste directo con el don del Espíritu Santo dado por Dios a los samaritanos.

Hábilmente Lucas, para poner de manifiesto a los lectores el majestuoso poder de Dios contrastado con la influencia malvada de Satanás, primero contrapone la generosidad de Bernabé al engaño de Ananías y Safira, ahora hace lo mismo con los samaritanos recibiendo el Espíritu Santo en la iglesia que crece y a Satanás usando a Simón para burlarse de la fe cristiana. La acción de Simón revela que él no ha experimentado una verdadera conversión y no ha recibido el Espíritu.

Al observar los milagros y las maravillas que los samaritanos que recibían el don del Espíritu santo podían hacer, Simón en su entenebrecido corazón de inmediato comienza a maquinar con codicia todo lo que sería capaz de hacer, engañar y manipular si tuviera un poder semejante, así que ofrece dinero a los apóstoles para tener también la presencia del Espíritu.

18. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, 19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.

Cuando los samaritanos reciben el Espíritu Santo, la presencia del Espíritu es evidente mediante señales externas. Aunque la breve descripción de Lucas omite detalles, podemos deducir que algunas de esas señales fueron hablar idiomas nunca estudiados, pero sobre todo milagros visibles a todo el pueblo.

Para Simón, cuya mente no ha sido transformada, piensa en esos milagros solo como si fueron unos trucos mágicos muy sofisticados, y por lo tanto el querer tener este tipo de dones extraordinarios en su poder se vuelve una necesidad imperante. Pero no sólo eso, sino que también quiere tener a su disposición el poder demostrado por Felipe por el cual sana a los enfermos y echa fuera a los demonios. Simón se da cuenta que los apóstoles de Jerusalén imponen sus manos sobre los samaritanos, quienes entonces reciben el poder milagroso del Espíritu Santo.  En su necedad, a Simón no se le ocurre que está pasado por alto un gran detalle: que hace falta una Fe genuina en el Señor Jesucristo para recibir estos dones.

Anteriormente, a lo largo de su vida, Simón había hecho esta transacción muchas veces, comprar secretos mágicos a otros hechiceros, para después cobrarle a las personas por sus servicios como mago, era su negocia, era su estilo de vida, la compra-venta de magia, por así decirlo. Ahora, aborda a Pedro y a Juan, a quienes considera representantes del Espíritu Santo y también les ofrece dinero. Si logra comprar este poder maravilloso, podrá alcanzar niveles muchos más altos que los conseguidos antes de su supuesta conversión a la fe cristiana.

Movido por ese pensamiento, Simón trata de comprar los dones espirituales. Es de este episodio de la vida de Simón el mago que tiene origen la expresión simonía que quiere decir, precisamente, tratar de comprar o vender mediante dinero favores eclesiásticos, y que fue uno de los varios factores que desataron la reforma protestante del Siglo XVI, pues en esa época la venta de “privilegios religiosos” se volvió una práctica común en la ICAR. Cualquier puesto, sacerdote, obispo, cardenal, etc. Tenía un precio y este variaba también de acuerdo a la región.

Tal fue el desagrado de parte de Martín Lutero que el 31 de Octubre de 1517, colocó en la puerta de la iglesia de Wittenberg su más famosa obra: las 95 tesis, casi todas las cuales se relacionaban con las indulgencias, pero que en el fondo atacaban la autoridad papal. Aquello resultó ser "la chispa que levantó en llamas a Europa." Siguió tratado tras tratado, en latín para los eruditos y en alemán para el pueblo común.

Pero antes de asombrarnos, debemos de saber que lamentablemente también entre los cristianos evangélicos se da esta nefasta práctica, he sabido de personas que ponen al a venta sus iglesias, como si fueron un traspaso de un negocio secular, o la más común que son las conferencias donde supuestamente serás impartido con poder, pero antes debes pagar para acceder a este privilegio, Maldonado y Benny Hinn son los que más lo practican.

Cuando Simón ofrece dinero a Pedro y a Juan, no está tratando de sobornarles o pagarles honorarios para que llegaran a ser socios. No. El creía que puede comprar la investidura sacerdotal más o menos de la misma forma en que podría comprarla en cualquier religión pagana. Porque habrá de recordarse que en la primera mitad del siglo I tales investiduras a menudo eran vendidas en subastas, en otras palabras, confundió al cristianismo con cualquier otra religión pagana más, así de ciego espiritualmente estaba Simón, por eso sus palabras fueron: “Denme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu”.

Por ello llegamos a la conclusión de que Simón tenía la finalidad de llegar a ser un líder en la iglesia samaritana, con autoridad para imponer las manos sobre la gente y otorgarles el Espíritu Santo. Pensaba funcionar como un sacerdote subordinado a los apóstoles. Para él, el Espíritu Santo es un poder que puede ser sometido a la voluntad del hombre.

Simón ofendió a Dios al poner el Espíritu Santo al mismo nivel de sus trucos mágicos. Al querer comprar el Espíritu de Dios, él demostró no tener el más mínimo conocimiento de los asuntos espirituales. No se da cuenta que los apóstoles poseían ese poder celestial para glorificar a Dios, precisamente. Él quiere disponer de ese poder para glorificarse a sí mismo. Aquellos que servimos a DIOS de una u otra forma siempre debemos hacernos una pregunta: ¿Hacemos las cosas para la Gloria de DIOS o esperamos algún beneficio propio? Dependiendo de la respuesta sabremos donde está nuestro corazón.

20. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.

Lucas de inmediato nos muestra el gran contraste entre los siervos de Dios y Simón el mago. Aunque Jesús dijo a sus discípulos que el obrero es digno de su salario Lc. 10:7 y Pablo tiempo después escribió que quienes proclaman el evangelio deben recibir adecuada remuneración por su trabajo 1ª Co. 9:4, las Escrituras nunca dicen que podemos o debemos cobrar por nuestros servicios espirituales, antes el Señor fue muy claro al respecto. Mateo 10:8.

A los creyentes no se les cobra por los beneficios espirituales que reciben; tampoco pagan por ellos, de gracia recibimos, de gracia lo damos. Esto está en armonía con el ejemplo de Eliseo, en el AT quien rehusó aceptar regalos por la sanidad de Naamán el leproso. Recuérdese que Giezi, su siervo, quien pidió al general dinero y ropa, contrajo la lepra en castigo por su avaricia. 2ª Reyes 5:15–16, 23–27.

De la misma manera que Giezi, Simón piensa en que puede obtener ganancias materiales por medio de favores espirituales, por eso es que escucha la maldición pronunciada en su contra por el apóstol Pedro: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”.

Pedro era celoso en guardar la gloria y el honor de Dios por lo que rechazó con fuerza los ataques de Satanás, ya lo había hecho una vez cuando confrontó a Ananías y su esposa Safira, el motivo fue el mismo, el amor al dinero, ahora enfrenta a Simón que buscó torcer la verdad.

La maldición que dijo, a la luz del AT, significó que tanto Simón como su dinero estaban camino al infierno. La maldición de Pedro tiene unas implicaciones tremendas, porque se refería no sólo a la eliminación del dinero y a la muerte física de Simón, sino a su condición después de la muerte, con esto queda descartada la frívola y necia interpretación que Cash Luna le dio, cuando dijo que lo que Simon hizo no fue malo, que Pedro fue el que no entendió, y que esperaba que Simón cayera fulminado como en su momento le sucedió a Ananías y Safira, obviamente le lobo de Luna interpreta así la Escritura, aislada de todo su contexto, porque le favorece a sus negocios, que la forma en que él ve el cristianismo.

El pecado de Simón consistió en valorar el Espíritu de Dios en términos de una determinada suma de dinero, simón pensaba que el dinero por sí era de máxima importancia y Simón vivía una flagrante idolatría, amaba más al dinero que al Señor.

21. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios.

Al decirle que no tiene parte ni suerte en recibir el Espíritu Santo, Pedro de un solo golpe está excluyendo a Simón de la comunidad cristiana. Si Simón hubiese tenido parte o suerte en el asunto, no habría tenido que pedirlo.

La palabra parte del griego meris (μερίς, G3310) significa porción y apunta al compañerismo.
El término suerte del griego kleros (κλη̂ρος, G2819) significa cargo es el sentido de posesión.

Este dicho de Pedro es un modismo que era bien conocido por los levitas, porque ellos no tenían parte ni herencia en la distribución de propiedades de Israel. Simón el mago, sin embargo, no tiene parte ni herencia en el Señor. Isaías 57:6. Con esto nos damos cuenta de que Simón está completamente descalificado para recibir el Espíritu Santo y a ser un maestro del evangelio.

Más claro no puede ser, Pedro está afirmando el hecho de que Simón no puede formar parte de la obra de enseñar y predicar el evangelio de Cristo.

Pedro con un gran discernimiento espiritual, mira a Simón y le dice, “Tu corazón no es recto delante de Dios”. En realidad, está citando del Salmo 78:37, donde el salmista recuenta la infidelidad de los israelitas rebeldes que perecieron en el desierto. Pedro se da cuenta que el corazón de Simón esta igual de torcido que el de los israelitas al salir de Egipto, Pedro mira a la el corazón y la vida de Simón y sabe que espiritualmente éste no está sirviendo a Dios sino a él mismo.

Hay sólo un camino para cambiar esta condición, y ese camino es arrepentirse, esto significa que la anterior confesión de fe de Simón, cuando Felipe llegó predicando a Samaria y que cuando hasta se bautizó, carece de validez y significado real porque su corazón no estaba arrepentido de verdad. Por lo tanto, Pedro le señala el camino de salvación, diciéndole,

22. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; 23 porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.

a. El contraste. ¿Por qué no cayó muerto Simón por su agravio? Comparando el relato acerca de Ananías y Safira con el de Simón el mago, vemos varias diferencias. Ananías y Safira eran cristianos judíos que profesaban conocer al Señor y haber sido llenos del Espíritu Santo. Pertenecían al verdadero Israel. Habían sido bautizados e instruidos en la fe de los apóstoles. Pecaron contra el Espíritu Santo tratando de tentarlo a través de un engaño deliberado. Por eso Dios tomó sus vidas como una señal de su agravio, pero también como una medida para mantener pura y en unidad a la iglesia primitiva.

Por el contrario, Simón era un samaritano que había hecho una confesión de fe verbal pero cuyo corazón no era recto con Dios. No recibió el don del Espíritu Santo. Antes había sido el mago conocido como “el poder de Dios” pero ahora, después de ver los milagros realizados por Felipe, se había unido a los creyentes. Pecó gravemente contra Dios al querer comprar el don del Espíritu Santo. Aunque Pedro pronuncia una maldición en su contra, también le muestra el camino a la libertad. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que Simón pecó por ignorancia porque todavía no había sido liberado de las ataduras de maldad. Su pecado no fue como el pecado de Ananías y Safira en contra directamente del Espíritu Santo.

b. La condición. “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios”. Pedro da a Simón la oportunidad de arrepentirse. Le dice que se arrepienta, no que solo sienta remordimientos, y que le pida perdón al Señor, Pedro le dice que se dirija a Dios para que le perdone de su pecado.

Así que la recomendación es que se arrepienta y le pida al Señor quitar su pecado y la maldición dicha por Pedro que pesa sobre él. “Quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón”. cuando le dice quizás no se refiere a la capacidad de Dios de perdonar pecados, sino a la voluntad de Simón de arrepentirse en verdad. Simón tiene que limpiar su corazón de la intención de comprar el don del Espíritu y tiene que cambiar el curso de su vida para estar en verdadera armonía con Dios.

c. La restricción. “Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás”. Nuevamente aquí, Pedro alude a pasajes del AT. Moisés advierte a los israelitas que no adoraran a otros dioses para evitar tener la raíz de amargura entre ellos Deuteronomio 29:18. Hebreos 12:15. Moisés dice esto en el contexto de la decisión de Dios de no perdonar pecados si aún existe el veneno amargo en medio de ellos. De igual manera, Pedro advierte a Simón de no tener “la hiel de la amargura”. La metáfora se refiere al ánimo amargo en una persona y a la amargura que reparte a la gente que se reúne con él.

24. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí. 25. Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el evangelio.

a. “Rueguen por mí”. No nos es posible determinar si el arrepentimiento de Simón es genuino, su petición a los apóstoles llama la atención por su parecido con el de Faraón. Muchas veces el faraón pidió a Moisés y Aarón que oraran a Dios por él, pero nunca se arrepintió: Ex. 8:8, 28; 9:28; 10:17.

Algunos comentaristas piensan que la evidencia que Lucas provee es suficiente para asumir que Simón fue salvo. Por ejemplo, Juan Calvino dice que Simón se somete a la reprensión de Pedro, reconoce su pecado, siente temor ante el juicio de Dios, busca la misericordia de Dios y pide a los apóstoles que oren por él. De esta manera Calvino conjetura que Simón se arrepintió.

Sin embargo, debemos ser cuidadosos de no leer en el pasaje algo que no está explícitamente escrito, por algo Lucas, pero sobre todo el Espíritu Santo lo omite. Otros escritores se preguntan si al pedir a los apóstoles que oraran por él Simón no estaba siendo movido por el miedo. Es decir, que lo que quería Simón era escapar del castigo más que arrepentirse ante el Señor, esta teoría tiene el respaldo de la mayoría en la historia de la iglesia, y es lo que personalmente creo.

Lo que la Escritura nos revela es sólo que Simón pidió la oración de la iglesia. En verdad nadie nos pide que emitamos un juicio sobre el destino eterno de Simón y, por lo tanto, hacemos bien en dejar este asunto para el día del final juicio de Dios. En lugar de preocuparnos por el destino eterno de Simón, mejor preocupémonos por el nuestro y de nuestra familia.

b. “Habiendo testificado y hablado la palabra de Dios...”. Los apóstoles Pedro y Juan ponen fin a su visita a Samaria. Habían alcanzado su objetivo: el reconocimiento total de los creyentes samaritanos como miembros de la iglesia de Cristo. Los apóstoles e incluso Felipe tienen ahora la libertad de dejar Samaria y encomendar a los dirigentes de las iglesias de Jerusalén y de Judea la tarea de apoyarles y seguirles enseñando.

Aun a su regreso a Jerusalén, los apóstoles anuncian las Buenas Nuevas en cuanta aldea samaritana encuentran a su paso. Al final, los apóstoles regresan a Jerusalén para dar el informe del trabajo hecho. No sabemos si Felipe acompañó a Pedro y a Juan hasta Jerusalén. El texto no dice nada, aparte de indicar que Felipe dejó Samaria. En el próximo segmento del relato de Lucas, Felipe recibe la orden de viajar a Gaza, al sur de Jerusalén, es todo lo que sabemos.

Conclusiones y aplicación.

Como lo dijimos hace un momento, somos de la idea, basada en la evidencia bíblica e histórica, de que Simón nunca experimentó una conversión genuina y nunca tuvo fe verdadera. Su fe nunca estuvo arraigada en la regeneración y por lo tanto fue sólo temporal, al menos así fue cuando recibió el evangelio por parte de la predicación de Felipe, sus actos demostraron su falsa conversión, por esta razón, Pedro le instó a que se arrepintiera, porque fe y arrepentimiento son los dos lados de una misma moneda. Donde hay una fe genuina, hay un arrepentimiento genuino. Pedro amonestó a Simón a arrepentirse porque carecía de una fe auténtica.

El corazón avaricioso de Simón estaba lleno de amargura, y Dios no quiere que ninguna persona llena de amargura y encadenada a iniquidad tenga parte con su pueblo escogido, porque la amargura pertenece a Satanás. La hiel es en realidad el fruto de la amargura y por tanto el opuesto exacto del fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, etc. Gálatas 5:22–23.

Muchos son los que en la actualidad se encuentran como Simón el mago, creen ser cristianos, pero sus vidas dicen lo contrario,  solo los verdaderos discípulos, aquellos que son enseñables y corregibles, pueden ser llamados cristianos, creyentes genuinos, seamos prudentes y examinemos nuestras vidas, no sea que haya hiel de amargura en lugar del fruto del Espíritu santo en nuestros corazones.

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