lunes, 30 de mayo de 2016

El Fruto Del Espíritu 17: Mansedumbre. Mateo 5.39.

Hasta el momento hemos estudiado 8 características del fruto que el Espíritu Santo produce en aquellos creyentes que permanecen en la vid que es Cristo, las cuales son:

1.      Amor.
2.      Gozo.
3.      Paz.
4.      Paciencia.
5.      Benignidad.
6.      Bondad.
7.      Fe.
8.      Fidelidad.

El día de hoy veremos una característica más, la cual es la mansedumbre.

¿Qué es la mansedumbre?
¿Qué cualidades tiene una persona mansa?
¿Cómo se refleja la mansedumbre?
¿Quiénes pueden ser mansos?

Esto y más veremos en el estudio de la Palabra de hoy.

La mansedumbre es una característica del fruto del Espíritu que se ha perdido mucho en nuestra cultura agresiva y egocéntrica. Por cuanto la gente la asocia con la debilidad, la mayoría no admira a otros por ser mansos. Pero hemos sido llamados a ser mansos.

¿Qué es la mansedumbre? Es una actitud de humildad hacia Dios y de amabilidad hacia las personas. Es cuando reconocemos que Dios está en el control y que podemos confiar en él, aun cuando las cosas no sean como nos gustaría que fueran, lo que sucede a menudo.

Para ser manso se necesita confianza, no en uno mismo, sino en Dios.

Aunque la debilidad y la mansedumbre pueden parecer similares, no lo son. La debilidad es debida a circunstancias negativas, tales como falta de fuerza o de valor, palabras que no describen a Jesús, quien dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo. 11:29). La mansedumbre, más bien, es el resultado de la elección consciente de una persona de confiar en Dios y apoyarse en él, en lugar de seguir los caminos propios. De modo que la mansedumbre surge de la fortaleza, no de la debilidad.

La mansedumbre es abandonar absolutamente toda lucha por nuestros planes y creer que Dios luchará por nosotros en favor de Sus planes. La mansedumbre es lo opuesto a la arrogancia y al egoísmo. Romanos 12:3.

Surge de la confianza en la bondad de Dios y en su control sobre la situación. La persona mansa no está ocupada con el yo. Lucas. 22:42.

Esa actitud es clave para la promesa de encontrar reposo para nuestras almas. Después de todo, nuestra agitación y perturbación ¿no se deben muy a menudo a que buscamos solamente nuestro propio beneficio?

En el sentido más verdadero, entonces, una persona mansa es alguien que ha aprendido a morir al yo, y que tiene fe, valor y perseverancia, rasgos que el mundo no necesariamente asocia con la mansedumbre. Efesios 4:2.

La biblia está llena de ejemplos de vida en mansedumbre, vamos algunos de ellos.

¿Recuerdas las crisis que afrontó Abraham al decidir con su sobrino Lot cómo dividir la tierra? Génesis 13:8, 9.

Siendo que Dios le había prometido hacer de su descendencia una gran nación, ¿cuál podría haber sido la objeción de Abraham para tomar la mejor parte para sí? En cambio, Abraham le permitió a Lot elegir primero, y dijo que él tomaría lo que quedara.

Conocemos la historia de José cuando fue vendido como esclavo a Egipto por sus hermanos. Luego ellos fueron a él, que era el segundo en el gobierno de Egipto, y suplicaron que se les permitiera comprar alimentos. Génesis 45. 

La mansedumbre de José determinó su trato para con sus hermanos, Si no hubiera sido manso, ¿qué habría hecho él? ¿Qué harías tú en su lugar? Génesis 50:20 es un ejemplo de la visión del mundo que tienen aquellos que son mansos.

Siendo joven, David fue ungido para ser el siguiente rey de Israel. El rey Saúl se puso increíblemente celoso y durante años persiguió a David y sus hombres con la intención de matarlos. En dos ocasiones David tuvo la oportunidad de matar a Saúl. 1ª Samuel 24:3-7; 26:7-12.

Si David no hubiera sido manso, ¿Cuál hubiera sido su pensamiento para matar a Saúl? Cuando no hay mansedumbre es muy fácil para nosotros usar una excusa espiritual para hacer algo en nuestro propio beneficio.

·     No voy a la iglesia para no encontrarme con algún hermano, pero escucho al pastor en internet.
·         No perdonó a quien me hirió, porque DIOS sabe cuánto me dañó.
·      No doy diezmo porque es de la ley, pero tampoco ofrendo más del 10% de mis ingresos (pues la gracia es superior a la ley).

En Números 12:3 se describe a Moisés como el hombre más manso de su tiempo. Aun así, algunas de sus acciones no parecen encajar con el concepto popular de mansedumbre. Su demanda de que el Faraón dejara ir a Israel era fuerte, y fue seguida de acciones.

Cuando Israel adoró el becerro de oro, su “ira ardió” y, tomando el becerro, lo quemó, lo molió hasta hacerlo polvo, e hizo que ellos lo bebieran. Éxodo. 32:19, 20. ¿Cómo hemos de entender la mansedumbre de Moisés?

En nuestra sociedad y cultura tenemos la tendencia de confundir a un MANSO con un MENSO.

Para ser manso se requiere valor, osadía, Fe, y todo eso tenía Moisés, las veces que lo vemos poco manso es porque defendía la Verdad de DIOS, cuando hablaron de él (Aarón y María), cuando se rebelaron en su contra (Coré), cuando el pueblo murmuraba contra él, Moisés sencillamente aguardo y confió en DIOS.

La mansedumbre hace trizas nuestro ego y orgullo no nuestro carácter y personalidad.

Jesús es el mayor modelo de mansedumbre. Mateo 11:29. ¿Cuáles son algunos ejemplos de su mansedumbre? Juan 18:21 al 23. Mateo 26:39.

Al mismo tiempo, encontramos ejemplos de Jesús haciendo cosas que no parecen ser muy mansas, como cuando expulsó a los cambistas de dinero del templo, o las veces que confrontó a los fariseos y a otros por su hipocresía. La mansedumbre puede manifestarse, a veces, en maneras muy valientes.

La mansedumbre es pensar menos en mí mismo, como Abraham, como José, como David, como Jesús mismo.

La mansedumbre es lo opuesto al orgullo. Hoy hay mucho énfasis en la importancia de tener autoestima, grandes logros, auto suficiencia, por eso enseñanzas de mansedumbre son raras en las iglesias.

La mansedumbre es necesaria para recibir la Palabra de Dios. Santiago 1:21.

Una persona que no tiene un espíritu humilde no puede recibir la Palabra de Dios porque hay un conflicto de intereses entre el ego y la Verdad, es por orgullo que la gran mayoría del mundo cristiano rechazan las doctrinas de la gracia, no hay ningún problema con la soberanía de DIOS al castigar a Sodoma y Gomorra, no hay problema cuando DIOS elige al pueblo de Israel, no pasa nada si decimos que Cristo es nuestro Rey, pero si la Soberanía de DIOS trata de interferir con nuestro “libre albedrío” al volvernos esclavos de Cristo entonces los cristianoides pierden la cabeza.

La mansedumbre es necesaria para una testificación eficaz. 1ª Pedro 3.15.

Nuestra influencia sobre los demás no depende tanto de lo que decimos, como de lo que somos. Los hombres pueden combatir y desafiar nuestra lógica, pueden resistir nuestras súplicas; pero una vida de amor desinteresado es un argumento que no pueden contradecir.

La mansedumbre se manifestará en cómo nos relacionamos con otros. Es decir, es algo activo, algo que se revelará en nuestras palabras, actitudes y acciones. Puedes pensar que eres manso, pero eso no necesariamente significa que lo eres. Ser manso es manifestarlo continuamente, para lograrlo DIOS sabiamente nos puso en medio de otros seres humanos imperfectos como nosotros.

·         Mateo 5.39.
·         Mateo 18.21-22.
·         Gálatas 6:1.
·         Filipenses 2:2-3.
·         2ª Timoteo 2.24-25.
·         Tito 3.2.

Como hemos mencionado, la mansedumbre se asocia equivocadamente con la debilidad. Pero de ninguno modo es eso. De hecho, repasa los versículos que consideramos hoy. ¿Puedes ver que se requiere fortaleza, y fuerza moral y espiritual para revelar mansedumbre en la mayoría de esas situaciones?

Por supuesto, si la mansedumbre es el fruto del Espíritu, es algo que nos viene de Dios y no de nosotros mismos. No obstante, necesitamos entregarnos diariamente al Señor y tener la disposición diaria de obedecer con fe, a fin de que esto se manifieste en nuestras vidas.

E. D. Hulse dijo: La humildad es una cosa extraña. En el momento en que piensas que la obtuviste, la perdiste.

Un pueblo pequeño quería reconocer y recompensar a su ciudadano más manso. Se hizo una encuesta en esa pequeña comunidad, y se identificó a esa persona. En una ceremonia a la que asistieron todas las personas importantes, al ciudadano más manso se le entregó una cinta en la que estaban impresas las siguientes palabras: “El Hombre más Manso del Pueblo”. Sin embargo, al día siguiente tuvieron que retirarle la cinta ¡porque la estaba exhibiendo!

Es muy cierto que hay ocasiones cuando la gente se aprovecha de los mansos. Pero hemos aprendido en este estudio que una persona mansa no está preocupada por elevarse a sí misma ante los hombres, sino que más bien desea elevar a Dios. Como resultado, Dios promete exaltar al que es manso. Las recompensas pueden ser experimentadas tal vez ahora, pero, muy ciertamente, en la eternidad.

En la última noche, ya muy cerca del destino de la cruz, se levantó un argumento entre los discípulos acerca de quién era más importante Lucas 22:24-27.

No sabemos cómo empezó la discusión, pero como Jesús había reunido a su grupo para la cena de Pascua, la fiesta judía más importante del año, es muy posible que se tratara el asunto de adónde sentarse a la mesa.

Para poner fin a la disputa, Jesús preguntó: “¿Cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve”. Entonces Jesús se levantó de su asiento, se quitó su manto, tomó una toalla, como haría un esclavo y, a uno por uno de sus discípulos fue lavándoles los pies Juan 13:3.

Ellos se quedaron sentados y pasmados, completamente avergonzados, no podían creer que se habían portado de manera tan egoísta.

¿Se imaginan los pensamientos de los discípulos? ¡El Rey de Gloria nos lava los pies! Fue una lección de amor y de servicio al prójimo, que no podrían olvidar nunca.

Cuando tomó forma de hombre para efectuar el plan de redención, no llegó a este mundo en un palacio, o en una casa lujosa, ni siquiera en un lugar adecuado para el parto como una clínica o un hospital, lo hizo en un humilde pesebre, y de igual forma al morir solo reclino su cabeza en la cruz, la cual era la muerte más humillante de aquella época. Ni en su muerte ni en su nacimiento podía haber encontrado un lugar más bajo, más humilde, más manso.


Tenemos un llamado a imitar esta humildad: Filipenses 2.5-8.

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