lunes, 16 de octubre de 2017

El Evangelio De Juan 45: Comer Su Carne Y Beber Su Sangre. Juan 6.47-59.



Llegamos al final de esta gran discusión que inicio con el milagro de la multiplicación de los cinco panes y dos peces, y desde entonces, el pan ha figurado metafóricamente en toda la temática que se ha venido desarrollando a lo largo de todo el capítulo 6 de este evangelio. 


Para terminar su exhortación y llamado, Jesús hace unas declaraciones que causaron gran controversia: coman mi carne y beban mi sangre.
  

¿Qué quiso decir Jesús con estas controversiales declaraciones?
¿Comer carne humana en verdad?
¿Beber sangre de un hombre?
¿De verdad proponía el canibalismo? O ¿Es como muchos lo ligan una referencia a la santa cena o cena del Señor?

Todo comenzó con el interés que se despertó en estos judíos al buscar a Jesús porque los había alimentado lo cual provoco la amonestación de Jesús de no buscar el alimento físico sino el que da vida eterna, esto los confundió y lo llevo a realizar la declaración del gran yo soy, donde afirmaba ser el pan que descendió del cielo.

Esta figura era muy conocida por los judíos ya que recordaban la peregrinación de Israel durante 40 años en el desierto y el milagro del maná que descendió del cielo y los alimentó todo ese tiempo. Jesús les aclara que no fue Moisés quien los alimento con maná, sino Dios, y ahora había hecho que el verdadero pan del cielo descendiera. El contraste con el maná y el pan de vida que es Jesús es muy claro. El maná los alimentaba cada día y cada mañana volvían a tener necesidad de él, y solo duro 40 años; pero Jesús ofrecía el pan que sacia las necesidades espirituales de una vez y para siempre y da vida eterna.

Con forme la discusión avanza los judíos se sienten más y más confundidos y sus murmuraciones crecen haciéndose menos amigables para Jesús. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?

Estas secciones de versículos de la Biblia resultan muy difíciles de comprender especialmente porque Jesús utiliza un lenguaje metafórico y resulta hasta grotesco a simple vista. Una vez más Jesús afirma que Él es el pan de vida que descendió del cielo y cualquiera que lo comiese tendrá vida eterna: Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre.

Sin embargo, nuestro Señor amplia más el significado de sus palabras introduciendo un lenguaje metafórico: y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

El problema con estas palabras fue que los judíos lo interpretaron literalmente, y pensaron que Jesús les decía que tenían que comer su carne para tener la vida eterna, y esto era considerado un acto de canibalismo repudiado no solo por los judíos sino también por la cultura griega y romana que prevalecían en esa época.
Estas palabras provocan que los judíos pasen de murmurar a contender: Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? El enojo de estos judíos creció aún más porque pensaban que lo que Jesús les decía era una completa aberración.

Este cuadro nos da una valiosa lección, y es confiar en DIOS por medio de su Palabra Escrita, aunque haya veces que no lo entendamos, no estoy sugiriendo suicidio intelectual, que desechemos la razón y vayamos como ciegos y tontos, al contrario, porque hemos renovado nuestras mentes en la Verdad, creer esa Verdad y estar firmes en ella.

Los judíos no entendían y no creían a las Palabras de Jesús, nosotros muchas veces, en nuestro proceso de madurez nos toparemos de frente con situaciones que no entendemos, no sabemos porque DIOS está pasando nuestras vidas por tribulación o pruebas o angustia o escasez, pero no por eso dejemos de confiar en Él, DIOS siempre sabe lo que es mejor, Él desea lo mejor para nosotros y lo mejor es que seamos como Cristo.

El peor enemigo en medio de las situaciones difíciles en la vida es la incredulidad, no la alimentemos, dejémosla morir de hambre ejercitando la Fe que DIOS nos dio.

Jesús al darse cuenta de inmediato que los judíos lo estaban malinterpretando sus palabras trata de explicarse una vez más diciéndoles: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

¿Comer carne humana? Esto era y es todavía un acto de canibalismo no aceptado por su cultura. ¿Beber su sangre? Los judíos tenían completamente prohibido tal cosa. Levítico 7:26-27. Pero entonces, ¿A qué se refieren sus palabras?

Lo que la mayoría de inmediato opinan es que se refiere a la santa cena que se celebra en la iglesia; pero esto es poco probable, pues nosotros lo vemos de un punto distinto, la hermenéutica correcta nos hace preguntar entre otras cosas ¿A quién se lo dijo? No fue a sus discípulos, fue a la multitud de judíos que le seguían para saciar su hambre física.

La clave para comprender el significado de esta figura literaria radica en la afirmación que se encuentra entre estas palabras: y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

La carne que nos dará a comer es su mismo cuerpo el cual será entregado a muerte en la cruz del Calvario por nuestros pecados. La sangre que nos dará a beber es su sangre que fue derramada en para limpiarnos de toda maldad. Romanos 3:25.

Por tanto, comer su carne y beber su sangre es una figura metafórica que nos sugiere poner nuestra fe en su sacrificio el cual nos perdona todos nuestros pecados y nos da vida eterna.

La persona de Jesucristo y el plan redentivo de los seres humanos es el tema central de las Escrituras, no es un hecho aislado, no es el plan B de DIOS al pecar Adán en el huerto del Edén, no es casualidad que todo apunte a la redención en la Biblia, solo que ha sido una revelación gradual

Si los judíos hubieran conocido a fondo las Escrituras, también habrían reconocido el simbolismo que Jesús utilizó. Habrían sabido que la sangre, vista como sede de vida, representa al alma y no posee valor por sí misma para la salvación aparte del alma.

En los sacrificios del A.T. vemos que derramaban sangre de las víctimas expiatorias, esto es en conformidad con lo dicho por DIOS a Noé en Génesis 9:4. Y que también encontramos en Deuteronomio 15:23 y sobre todo en Levítico 17:11. Por eso en Hebreos 9:22 leemos que sin derramamiento de sangre no hay remisión (de pecados).

¿Por qué la sangre cubre o es para el perdón de los pecados?

La vida del hombre se ha depravado por el pecado y por ende ha perdido la comunión con DIOS, como la vida está en la sangre sería preciso verter la propia sangre para exonerarse de la carga del pecado, pero nuestra propia sangre está manchada, contaminada por el pecado mismo y no sirve más para limpiar.

Por este motivo es que DIOS proveyó de animales limpios y al poner las manos sobre la cabeza del animal a inmolar se confesaban los pecados y entonces ya eran degollados y su sangre se derramaba en sustitución de la sangre manchada del pecador.

Sin embargo, la sangre de animales solo era una representación no podía eternamente limpiar los pecados como dice Hebreos 9:13-14 y 10.4. Un animal no podía sustituir a una persona perfecta y eternamente, de ahí que el Redentor de la humanidad: Cristo, tuviese que hacerse solidario de la naturaleza humana. Hebreos 2:14-17.

Muchos se han preguntado, ¿Cómo es posible que la sangre de un solo hombre, Jesús, sea suficiente para salvar a los pecadores? La respuesta es muy simple y al mismo tiempo impactante: ese ser humano, es más valioso que todos los demás seres humanos y que toda la demás creación junta.

Eso no es todo, en los versículos 54-58 leemos. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

En la cultura griega pagana se tenía la costumbre de ofrecer sacrificios a sus dioses y cuando se hacía una parte era quemada totalmente, pero otra se conservaba para cocinarla y comerla en comunión con otras personas con el objetivo de buscar en la carne de estos animales sacrificados la transmisión de algún favor divino.

Los judíos también solían compartir con los sacerdotes la parte de la carne del animal que no se quemaba en la ofrenda a Dios. Éxodo 29:31-32. También existían ofrendas que se ofrecían como una acción de gracia la cual después de que se quemaba una parte, la otra era comida por los participantes con el objetivo de tener comunión y compartir las bendiciones de Dios con sus prójimos. Levítico 22:29-30.

Por tanto, la idea de comer carne de lo sacrificado en ofrenda a Dios existía en la mente judía, no obstante, todo sacrificio y carne que se comía era algo pasajero lo cual tenía que repetirse constantemente porque no satisfacía completamente la ira santa y la Justicia de DIOS.

Pero el alimento que Jesús promete darnos es uno completo con el cual no se volverá a tener hambre, su cuerpo sacrificado, su sangre derramada fue el medio a través del cual el conquisto la muerte y hoy no solo ofrece perdonar nuestros pecados sino resucitarnos y darnos vida eterna: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Este es el pan que descendió del cielo, Jesús, quien vino a morir en una cruz ofreciéndose al Padre como un sacrificio para el perdón de nuestros pecados de tal forma que en lenguaje figurado su carne y sangre representan una verdadera comida y bebida para satisfacer la necesidad de hambre y sed espiritual que todos tenemos.

En este pasaje, Jesús usando magistralmente el pan como elemento metafórico pues es lo que a ellos más les interesaba, les da una gran lección a los judíos acerca de los sacrificios ofrecidos desde la época de Moisés.



ü  El pan, es mi cuerpo y es el que será sacrificado por el pecado.
ü  Mi sangre, es la sangre derramada por sus pecados.
ü  Si ustedes creen en ese sacrificio, tal como lo hacían sus antepasados, que ponían sus manos sobre el animal a morir, recibirán vida, pero no cualquier clase de vida, sino la vida eterna para sus almas y en la resurrección final recibirán un cuerpo glorificado.

¿Cómo es esto posible? Porque el Padre viviente es quien envió a Jesucristo respalda su promesa de vida eterna, promesa que sigue en pie hasta la actualidad.




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